Ayer me di un homenaje, sin venir a cuento (bueno, por la mañana vi que había cobrado la paga extra...).
En fin, que volví de Toledo después de comer y me fui directamente al cine, a ver Una historia de Brooklyn, que no me pareció gran cosa.
A la salida, pasé por Tony Martin, la tienda de discos que hay en Martín de los Heros, muy cerca de los cines. Allí descubrí un disco de Gram Parsons, una pijada de coleccionista que me tuve que comprar... junto con un dvd sobre su vida y obra.
Después, pasé por la Librería Rafael Alberti, donde cayó en el zurrón Aullido (Howl), el primer libro de Allen Ginsberg, en edición bilingüe de Anagrama.
Como habíamos quedado para unas cañas por la zona y aún quedaba un buen rato, en lugar de volver a casa me metí en un bar a tomarme unas cervezas mientras empezaba el librito que acababa de comprar y que me causó gran impresión...
Llegué ya algo tocado a las cañitas con las nenas y Alberto, y la cosa no hizo más que "empeorar" hasta que a medianoche decidí que ya estaba bien, y me volví a casa dando un paseo de algo más de media hora a buen ritmo.
Así estoy hoy, escribiendo desde el curro y deseando que lleguen las 2 para poder salir escopetado a echarme la bien merecida siesta...
1 comentario:
Sí que tiene que estar mal la cartelera para que la peli que vi ayer, en mi opinión una obra menor, esté la segunda en el ránking de la crítica.
Y la décima, un tostón como El asesinato de Richard Nixon...
Cómo se nota que llega el veranito.
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