31 de agosto de 2006

Como un toro

Ayer conseguí correr (trotar sería más correcto) durante ¡una hora entera!.

Lo que nunca pensé que sucedería, ha ocurrido: no sólo empiezo a salir a correr con regularidad, sino que me gusta, casi diría que lo necesito, si no fuese ya pasarme ocho pueblos :-P

Y mañana, vuelta a Salobreña, donde empecé a ponerme como un toro...

Being there

A few days ago I read in an argentinian paper something about the 40th anniversary of the publication of Revolver, one of the Beatles' most important albums, as it seems.

That's what I'm listening to right now, as I write.

The guy who wrote it, Rodrigo Fresán, couldn't possibly have lived the moment, he was four or five at the time, yet he succeds in conveying the feeling of a great event taking place when the record came out.

And I guess this happened not only with the Beatles, but also with the Stones, Dylan...

I'm not sure this is so anymore. In spite of big advertising campaigns, music is no longer that important for society as a whole. Or is it?

Of course, I speak from my little corner. Though I listen to a lot of different stuff, I don't like the biggest bands around now, things like Coldplay or Radiohead :P, so when they put an album out, I don't even notice. But I think (I want to think) that it was different back then.

My point is: I wish I had been there, when albums like Revolver, or Blood on the tracks, or Moondance were first published, when they sounded fresh and different. When popular music had some kind of effect on people lives (if it ever did...).

30 de agosto de 2006

Limbo, Waits, Mahfouz

Yesterday, I watched at home John Sayle's Limbo, which I had seen at the cinema when it came out some years ago. I enjoyed it just as much.

In the film, Mary Elizabeth Mastrantonio plays a small time singer who ends up in a little town in Alaska. At one time, she sings Tom Waits' marvellous (Looking for) The Heart of Saturday Night, which made me go to my "archives" and dig up Waits' records :)

That's what I've been listening to as I drove to Toledo this morning.

Checking out the papers on the internet, I find out that Egyptian writer and Nobel Prize laureate Naguib Mahfouz, 95, passed away last night.

I have only read a few of his minor works, but for some reason I was fond of him. Though he was very old and sick, it was sad news.

Just now, I was reading Tom Waits' entry on Wikipedia and came across this:

"2001 also saw the release of trumpeter Dave Douglas's Witness, which includes the 25-minute track, "Mahfouz", named for Egyptian writer Naguib Mahfouz. Waits is featured in the song, reading an excerpt from Mahfouz's work."

29 de agosto de 2006

Ya está tardando

Lyrics 1964-2001, traducido por Rodrigo Fresán (Global Rhythm Press)

"De lujo: más de 1200 páginas con todas las letras, incluida una coda sobre el flamante Modern Times. A un capítulo por disco, la edición estará copiosamente editada, canción por canción, con información biográfica al momento de su composición, fuentes de inspiración y rumores sobre referencias, guiños e interpretaciones. Va a ser difícil encontrar algo más completo. Llega antes de fin año."

28 de agosto de 2006

Versiones

Sigo con el tema del anterior post.

Ayer, divagando en el soulseek encontré una versión brasileña de The blower's daughter, de Damien Rice (lo único que ha quedado en mi memoria de la pedantez que es Closer).

Se titula É isso aí, y la cantan a dúo Ana Carolina, de la que no había oído hablar, y Seu Jorge, que actúa y canta en la banda sonora (por cierto, versiones de Bowie en portugués) de The life Aquatic, de Wes Anderson.





Por algún motivo, me atraen especialmente las versiones, sobre todo en otros idiomas, de las canciones que me gustan.

Hace unas semanas, encontré un tipo que había recopilado 15 o 20 versiones de Dylan en portugués y me las bajé ipso facto. También tengo por ahí, como curiosidad, un disco de versiones de Leonard Cohen en hebreo. E incluso, las versiones que David Broza hizo también en hebreo de varias composiciones de Serrat.

Las versiones que yo prefiero son las recreaciones, las que aportan algo al original del que proceden, que no se limitan a ser meras copias, simples traducciones.

Por ejemplo, se me ocurre ahora mismo, el delirante Blues de Memphis de Kiko Veneno, que reinventa el Stuck inside of Mobile with the Memphis blues again de Dylan.



La chanson de Prévert



Oh je voudrais tant que tu te souviennes
Cette chanson était la tienne
C'était ta préférée
Je crois
Qu'elle est de Prévert et Kosma

Et chaque fois les feuilles mortes
Te rappellent à mon souvenir
Jour après jour
Les amours mortes
N'en finissent pas de mourir

Avec d'autres bien sûr je m'abandonne
Mais leur chanson est monotone
Et peu à peu je m' indiffère
A cela il n'est rien
A faire

Car chaque fois les feuilles mortes
Te rappellent à mon souvenir
Jour après jour
Les amours mortes
N'en finissent pas de mourir

Peut-on jamais savoir par où commence
Et quand finit l'indifférence
Passe l'automne vienne
L'hiver
Et que la chanson de Prévert

Cette chanson
Les Feuilles Mortes
S'efface de mon souvenir
Et ce jour là
Mes amours mortes
En auront fini de mourir

Serge Gainsbourg

No me extrañaría nada que ya hubiese puesto esta canción aquí hace tiempo, pero esta mañana, viniendo a Toledo, la he vuelto a escuchar en la versión del gran Kevin Johansen, con su encantador acento macarrónico, y he sentido la necesidad de dejar constancia aquí.

(Y aquí va mi también macarrónica traducción:

Oh, cuánto me gustaría que recordases
Esta canción era la tuya
Era tu preferida
Creo
Que es de Prévert y Kosma

Y cada vez las hojas muertas
Te devuelven a mi recuerdo
Día tras día
Los amores muertos
No acaban de morir

Con otras, por supuesto, me abandono
Pero su canción es monótona
Y poco a poco me dejan de interesar
Y ante eso
No hay nada que hacer

Porque cada vez las hojas muertas
Te devuelven a mi recuerdo
Día tras día
Los amores muertos
No acaban de morir

¿Se puede alguna vez saber dónde empieza
Y cuándo acaba la indiferencia?
Que pase el otoño, que llegue
El invierno
Y que la canción de Prévert

Esta canción
"Las hojas muertas"
Se borre de mi recuerdo
Y ese día
Mis amores muertos
Habrán muerto por fin.)

La canción de la que Gainsbourg-Johansen hablan, Les feuilles mortes/Autumn leaves, es una absoluta maravilla. Originalmente compuesta en francés por Joseph Kosma y el poeta Jacques Prévert, Johnny Mercer la tradujo al inglés y se convirtió en un estándar del jazz, en versiones tanto vocales como instrumentales.

Por cierto, en Les feuilles mortes se hace referencia a una tercera canción, que la amada le cantaba al amado entonces, cuando la vida era más bella y el sol más ardiente que ahora...

"Es una canción que se nos parece
Tú me querías y yo te quería
Y vivíamos los dos juntos
Tú que me querías, y yo a ti
Pero la vida separa a los que se aman
Lentamente, sin hacer ruido
Y el mar borra sobre la arena
Los pasos de los amantes distanciados"

¿Qué canción podría ser?

25 de agosto de 2006

Mi primera vez

This is the first time I'm actually posting something I've written in English. Hopefully not the last one. It's an extra effort I'm now willing to make.

Here are some of the reasons:

First and foremost, I love the language, more and more (right now, at this very moment, I'm listening to this Van Morrison's song). Contrary to most people here in Spain, who see the need to learn English as an imposition, even a cultural colonization, and as such try to oppose it, or at least don't welcome it, I see it mainly as an opportunity to communicate with more people, to get to know things that would otherwise be out of my reach.

English is the language of my favorite music, movies and tv series. My movie director of choice would be Billy Wilder, austrian-born yet one of the creators of the best American cinema. I love blues and jazz, the two genuine American contributions to world culture. Jokingly, I usually say that in a previous life I was a black man from New Orleans, the land of dreams...

Also, lately I've been reading some blogs written either both in English and Spanish or only in English, by people, I assume, whose mother tongue is not English. And that has just made me jealous :)

So here I am.

Hello everybody.

21 de agosto de 2006

Nuestra familia ha perdido la guerra

(En El País de hoy, el escritor israelí David Grossman recuerda en este artículo a su hijo Uri, de 20 años, muerto el sábado 12 de agosto en el sur de Líbano cuando el carro de combate en el que avanzaba fue alcanzado por un misil antitanque de Hezbolá. Días antes, David Grossman, junto con los escritores Amos Oz y A. B. Yehoshua, había formulado un llamamiento al Gobierno israelí para que finalizara sus operaciones militares en Líbano.)

David y Uri Grossman.


Mi querido Uri:

Hace tres días que prácticamente todos nuestros pensamientos comienzan por una negación. No volverá a venir, no volveremos a hablar, no volveremos a reír. No volverá a estar ahí, el chico de mirada irónica y extraordinario sentido del humor. No volverá a estar ahí, el joven de sabiduría mucho más profunda que la propia de su edad, de sonrisa cálida, de apetito saludable. No volverá a estar ahí, esta rara combinación de determinación y delicadeza. Faltarán a partir de ahora su buen juicio y su buen corazón.

No volveremos a contar con la infinita ternura de Uri, la tranquilidad con la que apaciguaba todas las tormentas. No volveremos a ver juntos Los Simpson o Seinfeld, no volveremos a escuchar contigo a Johnny Cash ni volveremos a sentir tu fuerte abrazo. No volveremos a verte andar y charlar con tu hermano mayor, Yonatan, gesticulando con ardor, ni volveremos a verte besar a tu hermana pequeña, Ruti, a la que tanto querías.

Uri, mi amor, durante tu breve existencia todos aprendimos de ti. De tu fuerza y tu empeño en seguir tu camino, incluso aunque no tuviera salida. Seguimos, estupefactos, tu lucha para que te admitieran en los cursillos de formación de jefes de carros de combate. No cediste a la opinión de tus superiores, porque sabías que podías ser un buen jefe y no estabas dispuesto a dar menos de lo que eras capaz. Y cuando lo lograste, pensé: he aquí un chico que conoce sus posibilidades de manera sencilla y lúcida. Sin pretensión, sin arrogancia. Que no se deja influir por lo que dicen los demás de él. Que saca la fuerza de sí mismo. Desde que eras niño, eras ya así. Vivías en armonía contigo mismo y con los que te rodeaban. Sabías cuál era tu sitio, eras consciente de ser querido, conocías tus limitaciones y tus cualidades. Y, la verdad, después de haber doblegado a todo el ejército y haber sido nombrado jefe de carros de combate, se vio claramente qué tipo de jefe y de hombre eras. Y hoy oímos hablar a tus amigos y tus soldados del jefe y el amigo, el que se levantaba antes que nadie para organizar todo y que sólo se iba a costar cuando los otros ya dormían.

Y ayer, a medianoche, contemplaba la casa, que estaba más bien desordenada después de que cientos de personas vinieran a visitarnos para ofrecernos consuelo, y dije: tendría que estar Uri para ayudarnos a recoger.

Eras el izquierdista de tu batallón, pero te respetaban porque mantenías tus posiciones sin renunciar a ninguno de tus deberes militares. Recuerdo que me habías explicado tu "política de controles militares" porque tú también habías pasado bastante tiempo en esos controles. Decías que, si había un niño en el coche que acababas de detener, lo primero que hacías era tratar de tranquilizarle y hacerle reír. Y te acordabas de aquel niño, más o menos de la edad de Ruti, y del miedo que le dabas, y lo que él te odiaba, con razón. Pese a ello, hacías todo lo posible para facilitarle ese momento terrible, pero siempre cumpliendo tu deber, sin concesiones.

Cuando partiste hacia Líbano, tu madre dijo que lo que más temía era el "síndrome de Elifelet". Teníamos mucho miedo de que, como el Elifelet de la canción, te lanzases en medio de los disparos para salvar a un herido, de que fueras el primero en ofrecerse voluntario para el reabastecimiento de las municiones largo tiempo agotadas. Temíamos que allí en Líbano, en esta guerra tan dura, te comportases como lo habías hecho toda la vida en casa, en la escuela y en el servicio militar, que te ofrecieras a renunciar a un permiso porque otro soldado lo necesitaba más que tú, o porque aquel otro tenía una situación más difícil en su casa.

Para mí eras un hijo y un amigo. Y lo mismo para tu madre. Nuestra alma está unida a la tuya. Vivías en paz contigo mismo, eras de esas personas con las que uno se siente bien. No puedo ni decir en voz alta hasta qué punto eras para mí "alguien con el que correr" [título de una de las últimas novelas del autor].Cada vez que volvías de permiso, decías: ven, papá, vamos a hablar. Normalmente, íbamos a sentarnos y conversar a un restaurante. Me contabas un montón de cosas, Uri, y yo me enorgullecía y me sentía honrado de ser tu confidente, de que alguien como tú me hubiera escogido.

Recuerdo tu incertidumbre, una vez, por la idea de castigar a un soldado que había infringido la disciplina. Cuánto sufriste porque la decisión iba a indignar a los que estaban a tus órdenes y a los demás jefes, mucho más indulgentes que tú ante ciertas infracciones. Castigar a aquel soldado, efectivamente, te costó mucho desde el punto de vista de las relaciones humanas, pero aquel episodio concreto se transformó después en una de las historias fundamentales del batallón, porque estableció ciertas normas de conducta y respeto a las reglas. Y en tu primer permiso me contaste, con un tímido orgullo, que el comandante del batallón, durante una conversación con varios oficiales recién llegados, había citado tu decisión como ejemplo de comportamiento por parte de un jefe.

Has iluminado nuestra vida, Uri. Tu madre y yo te criamos con amor. Fue muy fácil quererte con todo nuestro corazón, y sé que tú también viviste bien. Que tu breve vida fue bella. Espero haber sido un padre digno de un hijo como tú. Pero sé que ser el hijo de Michal quiere decir crecer con una generosidad, una gracia y un amor infinitos, y tú recibiste todo eso. Lo recibiste en abundancia y supiste apreciarlo, supiste agradecerlo, y no consideraste nada de lo que recibías como algo que te fuera debido.

En estos momentos no quiero decir nada de la guerra en la que has muerto. Nosotros, nuestra familia, ya la hemos perdido. Israel hará su examen de conciencia, y nosotros nos encerraremos en nuestro dolor, rodeado de nuestros buenos amigos, arropados en el amor inmenso de tanta gente a la que, en su mayoría, no conocemos, y a la que agradezco su apoyo ilimitado.

Me gustaría mucho que también supiéramos darnos unos a otros este amor y esta solidaridad en otros momentos. Ése es quizá nuestro recurso nacional más especial. Nuestra mayor riqueza natural. Me gustaría que pudiéramos mostrarnos más sensibles unos con otros. Que pudiéramos liberarnos de la violencia y la enemistad que se han infiltrado tan profundamente en todos los aspectos de nuestra vida. Que supiéramos cambiar de opinión y salvarnos ahora, justo en el último instante, porque nos aguardan tiempos muy duros.

Quiero decir alguna cosa más. Uri era un joven muy israelí. Su propio nombre es muy israelí y muy hebreo. Era un concentrado de lo que debería ser Israel. Lo que está ya casi olvidado. Lo que muchas veces se considera casi una curiosidad.

A veces, al observarle, pensaba que era un joven un poco anacrónico. Él, Yonatan y Ruti. Unos niños de los años cincuenta. Uri, con su absoluta honradez y su forma de asumir la responsabilidad de todo lo que sucedía a su alrededor. Uri, siempre "en primera línea", con el que se podía contar. Uri, con su profunda sensibilidad respecto a todos los sufrimientos, todos los males. Con su capacidad para la compasión. Una palabra que me hacía pensar en él cada vez que me venía a la mente.

Era un chico que tenía unos valores, ese término tan vilipendiado y ridiculizado en los últimos años. Porque en nuestro mundo loco, cruel y cínico, no es cool tener valores. O ser humanista. O sensible al malestar de los otros, aunque esos otros fueran el enemigo en el campo de batalla.

Pero de Uri aprendí que se puede y se debe ser todo eso a la vez. Que debemos defendernos, sin duda, pero en los dos sentidos: defender nuestras vidas, y también empeñarnos en proteger nuestra alma, empeñarnos en protegerla de la tentación de la fuerza y las ideas simplistas, la distorsión del cinismo, la contaminación del corazón y el desprecio del individuo que constituyen la auténtica y gran maldición de quienes viven en una zona de tragedia como la nuestra.

Uri tenía sencillamente el valor de ser él, siempre, en cualquier situación, de encontrar su voz exacta en todo lo que decía y hacía, y eso le protegía de la contaminación, la desfiguración y la degradación del alma.

Uri era además un chico divertido, de un humor y una sagacidad increíbles, y es imposible hablar de él sin mencionar algunos de sus "hallazgos". Por ejemplo, cuando tenía 13 años, le dije: imagínate que puedas ir con tus hijos un día al espacio, como vamos hoy a Europa. Y él me respondió sonriendo: "El espacio no me atrae demasiado, en la tierra se encuentra de todo".

En otra ocasión, en el coche, Michal y yo hablábamos de un nuevo libro que había despertado gran interés y estábamos citando a escritores y críticos. Uri, que debía de tener nueve años, nos interpeló desde el asiento de atrás: "¡Eh, los elitistas, recordar que lleváis detrás a un inculto que no entiende nada de lo que decís!".

O, por ejemplo, una vez que tenía un higo seco en la mano (le encantaban los higos): "Dime, papá, ¿los higos secos son los que han cometido un pecado en su vida anterior?".

O cuando me resistía a aceptar una invitación a Japón: "¿Cómo puedes decir que no? ¿Tú sabes lo que es vivir en el único país en el que no hay turistas japoneses?".

En la noche del sábado al domingo, a las tres menos veinte, llamaron a nuestra puerta y por el interfono se oyó la voz de un oficial. Fui a abrir y pensé: ya está, la vida se ha terminado.

Pero cinco horas después, cuando Michal y yo entramos en la habitación de Ruti y la despertamos para darle la terrible noticia, ella, tras las primeras lágrimas, dijo: "Pero seguiremos viviendo, ¿verdad? Viviremos y nos pasearemos como antes. Quiero seguir cantando en el coro, riendo como siempre, aprender a tocar la guitarra". La abrazamos y le dijimos que íbamos a seguir viviendo, y Ruti continuó: "Qué trío tan extraordinario éramos, Yonatan, Uri y yo".

Y es verdad que sois extraordinarios. Yonatan, Uri y tú no erais sólo hermanos, sino amigos de corazón y de alma. Teníais un mundo propio, un lenguaje propio y un humor propio. Ruti, Uri te quería con toda su alma. Con qué ternura te hablaba. Recuerdo su última llamada de teléfono, después de expresar su alegría por el alto el fuego que había proclamado la ONU, insistió en hablar contigo. Y tú lloraste después. Como si ya lo supieras.

Nuestra vida no se ha terminado. Sólo hemos sufrido un golpe muy duro. Sacaremos la fuerza para soportarlo de nosotros mismos, del hecho de estar juntos, Michal y yo, nuestros hijos, y también el abuelo y las abuelas que querían a Uri con todo su corazón -le llamaban Neshumeh (mi pequeña alma)-, y los tíos, tías y primos, y todos sus amigos del colegio y el ejército, que están pendientes de nosotros con aprensión y afecto.

Y también sacaremos la fuerza de Uri. Poseía una fuerza que nos bastará para muchos años. La luz que proyectaba -de vida, de vigor, de inocencia y de amor- era tan intensa que seguirá iluminándonos incluso después de que el astro que la producía se haya apagado. Amor nuestro, hemos tenido el enorme privilegio de haber estado contigo, gracias por cada momento en el que estuviste con nosotros.

Papá, mamá, Yonatan y Ruti.

16 de agosto de 2006

Un anciano, nueva estrella en la red

Y, soprendentemente, no soy yo...

Leonard, once again

Summer haiku

Silence
and then a deeper silence
when the crickets
hesitate


Gift

You tell me that silence
is nearer to peace than poems
but if for my gift
I brought you silence
(for I know silence)
you would say
This is not silence
this is another poem

and you would hand it back to me


Leonard Cohen

13 de agosto de 2006

Desde la caverna

Llevo una semana awol.

No tengo muy clara la razón. Supongo que algo tiene que ver el hecho de que muchos (es un decir) de mis amigos están, ahora en agosto, desperdigados por el mundo. Pero no es sólo eso, hay algo más que no llego a entender. No me apetece hablar con nadie, por lo menos no me apetece hablar de mí, de cómo estoy, pensar en cómo estoy.

Sólo hice una excepción, el otro día para el reencuentro con D, después de unos meses bastante out of touch. Y eso porque era un momento que llevaba tiempo esperando, que necesitaba. Y mereció la pena, porque tuvimos una conversación sentida, sincera, bonita. Un lujo.

Pero después, como si nada, volví a este estado ermitaño en el que ando.

Creo que no es buena señal estar desconectado del mundo, pero la verdad es que no me encuentro mal. Me dedico a leer, a verme los capítulos de varias series (¡enfermedad!) que me estoy bajando de internet y poco más.

Sé que esto no durará mucho, y por eso no llego a preocuparme. Pero es raro.

11 de agosto de 2006

Anda

Anda
quítate el vestido, las flores y las trampas
ponte la desnuda violencia que recatas
y ven a mis brazos
dejemos los datos
seamos un cuerpo enamorado

Anda
deja que descubra los montes de tu mapa
la concupiscencia secreta de tu alma
y ven a mis brazos
dejemos los datos
seamos un cuerpo enamorado

Anda
pídeme que viole las leyes que te encarnan
que no quede intacto ni un poro en la batalla
y ven a mis brazos
dejemos los datos
seamos un cuerpo enamorado

Anda
dime lo que sientes
no temas si me mata
que yo sólo entiendo tus labios como espadas
y ven a mis brazos
dejemos los datos
seamos un cuerpo enamorado

Luis Eduardo Aute

9 de agosto de 2006

Junebug

La cartelera sigue anémica en agosto.

Ayer fui a ver Junebug a los Renoir de Plaza de España.

A los quince minutos, pensé incluso en salirme. No porque me pareciese espantosa, sino simplemente porque no me interesaba. Y en la lista de El Mundo está la quinta (la tercera era Una historia de Brooklyn, así que...) e incluso alguien le da cinco estrellas, la máxima puntuación (?¿). La cosa está mu malita...

Menos mal que quedan las series en dvd.

Mi más reciente adicción: The West Wing (El ala oeste de la Casa Blanca), sobre los entresijos de la presidencia estadounidense o, como dice el creador de la serie, Aaron Sorkin, "sobre los dos minutos antes y los dos minutos después de lo que vemos en CNN".

Me he metido en vena la primera temporada (22 capítulos de 40 minutos cada uno) en menos de una semana y ya he comprado la siguiente por internet. Enfermedad.

2 de agosto de 2006