31 de octubre de 2007

Yo no lo olvidaré

Ni toda la basura que han vertido durante todo este tiempo Pedro J., Jiménez Losantos, Luis del Pino y demás miserables, ni la cobertura que los dirigentes del PP han dado a la teoría de la conspiración en su pretendida "búsqueda de la verdad" ni, sobre todo, cómo han jugado unos y otros con el dolor de las víctimas de la matanza de Madrid, que siempre ha sido mi ciudad, y mucho más desde entonces.

Vergüenza, asco, mi mayor desprecio para todos ellos.

Y tristeza porque gente a la quiero y aprecio haya podido creer esa disparatada farsa que hoy se ha venido definitiva y estruendosamente abajo con la sentencia que está leyendo ahora mismo el juez Gómez Bermúdez.

30 de octubre de 2007

Aviso por palabras

No confundas deseo con pasión:
deseo vale más, pues nunca muere,
y busca bajo lunas tormentosas,
con mirada de lobo que no puede dormir,
el frágil fulgor fugaz de los relámpagos.

Felipe Benítez Reyes, en Escaparate de venenos.

A propósito del amor y del deseo

No ese temblor de bestia angélica
que notas en el bar cuando la adolescente
de interminables piernas se levanta.

No exactamente
ese inmediato bisturí de hielo
que se clava en la zona salvaje de ti
cuando en el cine
la diosa de la intriga se desnuda.

Desde luego que no el pastel romántico
que cuece el corazón
en su sótano de demencia y lirismo.

No los aullidos y los polvos de la primera madrugada,
su comercio de uñas y saliva
- y tres o cuatro gomas por el suelo.

No estrictamente eso -que también-,
sino el choque carnal
de dos mundos vacíos, que desde entonces
establecen su anómala armonía
y giran sobre sí como planetas
errabundos de dicha y de rencor.

Felipe Benítez Reyes, en Escaparate de venenos (2000)

29 de octubre de 2007

Volviendo a casa

El viaje a Toledo me está dando cada vez más juego.

Como ya conté hace unas semanas, a la ida, por la mañana, suelo ponerme un podcast de La Madriguera.

Hoy, a la vuelta, he aprovechado para venir escuchando una conferencia que Felipe Benítez Reyes dio en la Fundación Juan March el año pasado, que he encontrado aquí.

Es verdad que la conducción no es la mejor actividad para concentrarse en ideas de una cierta abstracción y elaboración, y yo me he descubierto distraído en varias ocasiones. Pero como no sólo está en mp3, sino que también han colgado la transcripción en pdf, espero poder en algún momento releer las notas, porque aunque ahora no puedo recordar sus palabras precisas, muchas de sus ideas sobre el lenguaje poético, que ha expresado con claridad y bellas palabras, me han resonado, me han parecido acertadas, verdaderas.

Como de cualquier otro poeta, excepto quizá Sabines y Gil de Biedma, reconozco que he leído bien poco de todo lo que ha escrito Benítez Reyes. Pero éste es uno de mis poemas favoritos. Y es, por cierto, el primero que él lee en la segunda de las charlas.

28 de octubre de 2007

Made in L.A.

El sábado tuve la fortuna de que mi querida A. me invitase a la première en España, con ocasión de la Seminci de Valladolid, del documental al que, junto a su compañero R., ha dedicado los últimos 5 años: Made in L.A, una denuncia de la situación de explotación en que viven los inmigrantes centroamericanos que trabajan en la industria textil californiana, y una crónica de su lucha para ver reconocidos derechos laborales básicos.

Para retratar la situación, la cámara sigue durante tres años las vidas de tres mujeres, Maura, Lupe y María, y su progresiva toma de conciencia, con sus altibajos, dudas y convicciones.

Tanto este punto de vista personal, evitando las grandes y frías cifras y las opiniones de los expertos de rigor, como el hecho de que se evita la victimización de las protagonistas y se da una imagen múltiple, compleja, de ellas como mujeres, trabajadoras, inmigrantes, madres, esposas, luchadoras, consiguen que la historia me conmueva y me lleve a la reflexión.

De hecho, llevo dándole vueltas desde entonces a algo que en realidad pienso desde hace mucho tiempo y que, creo, subyace bajo todo lo que escribo.

Todos mis rollos patateros sobre identidad, nacionalismo, igualdad, todas esas ideas liberales o progresistas, toda esa política de salón, son evidentemente las divagaciones de un joven burgués acomodado, viviendo una vida privilegiada y satisfecha (en lo material al menos) en un país rico como es España.

En lo personal, ver en Made in L.A. el sacrificio que estas mujeres hacen al dejar sus países, sus familias (Maura pasa ¡18 años! sin poder ver a sus hijos) para buscar una vida mejor me han hecho tomar cierta perspectiva sobre mis pequeños problemas que tan enormes me parecen a veces.

Por otra parte, he sido consciente una vez más de la dureza, de la extrema desigualdad en la que se basa este sistema capitalista en el que vivimos, para el que pese a todo yo no creo sinceramente que exista alternativa viable (no soy un revolucionario), pero en el que sí son urgentes profundísimos cambios si queremos acabar, o al menos paliar de algún modo, las tremendas diferencias entre las condiciones de vida de la gente que tiene la fortuna de nacer en la parte luminosa del mundo y los que nacen en el lado oscuro.

Esto que escribo me suena a mí mismo utópico, ingenuo, progre en el peor sentido de la palabra, hasta hipócrita (¿qué acabaré haciendo yo para que la situación mejore?), pero no por ello puedo dejar de pensar que es verdad.

26 de octubre de 2007

Nothing is so useless as a general maxim

Lord Macaulay

(...such as this one, añado yo)

Poesía

Lo que voy a decir es una obviedad: la poesía, el lenguaje poético, no está únicamente en los poemas.

Por ejemplo, esto que he leído aquí es también poesía:

"[...] como si en algún sitio estuviera escrito el libro mágico del significado esencial de las palabras, que nos hablara de un mundo más auténtico que el híbrido flujo contingente y caótico de la vida real."

(Advierto que esto lo he escrito antes de leer este artículo de Benjamín Prado en El País de hoy)

If the moon has a sister, it has to be you

Gracias, una vez más.

25 de octubre de 2007

La bandera

Con una bandera como ésta se acabarían de una vez los problemas y complejos que tenemos los españoles con la enseña nacional...

Wonderful tonight



It's late in the evening; she's wondering what clothes to wear.
She puts on her make-up and brushes her long blonde hair.
And then she asks me, "Do I look all right?"
And I say, "Yes, you look wonderful tonight."

We go to a party and everyone turns to see
This beautiful lady that's walking around with me.
And then she asks me, "Do you feel all right?"
And I say, "Yes, I feel wonderful tonight."

I feel wonderful because I see
The love light in your eyes.
And the wonder of it all
Is that you just don't realize how much I love you.

It's time to go home now and I've got an aching head,
So I give her the car keys and she helps me to bed.
And then I tell her, as I turn out the light,
I say, "My darling, you were wonderful tonight.
Oh my darling, you were wonderful tonight."

Eric Clapton


Hay canciones poderosamente evocadoras, como ésta, que en tres o cuatro minutos consiguen transportarme a esa situación, convertirme en ese hombre que espera impaciente a que la mujer termine de arreglarse para una fiesta, y después queda deslumbrado (y se pavonea) por la belleza de su acompañante...

Baboso, bastante; algo machista, quizá; pero me encanta...

24 de octubre de 2007

Coming back to Leonard

Al final, un ratito de Nick Cave y luego vuelta a Cohen, empezando por la hermosa y desesperanzada Coming back to you y llegando una vez más a Hallelujah, donde estos versos siempre me remueven, just as Cohen used to move in her:

Well there was a time when you let me know
What's really going on below
But now you never show that to me, do you?
But remember when I moved in you
And the holy dove was moving too
And every breath we drew is Hallelujah

Hallelujah, Hallelujah
Hallelujah, Hallelujah

Wednesday morning blues

¿Existe algún sucedáneo para el blues?

Venía escuchando, como cada mañana, el programa de Manrique y me ha puesto la versión original de One Scotch, one Bourbon and one beer, cantada por Amos Milburn. Y eso me ha hecho necesitar escuchar la que yo conocía, del inmenso John Lee Hooker (the King of the blues, Van Morrison dixit), que por cierto cambia el orden de los factores (One Bourbon, one Scotch and one beer) y mejora el resultado.

El caso es que, pese a mi usb de 4 gigas y los diez o doce cds con mp3 que llevo siempre en el coche, no es que no tuviese esa canción en concreto, o al menos alguna otra cosa de John Lee Hooker, sino que no he encontrado ningún blues.

¿Qué se puede hacer en esos momentos de crisis espiritual? :-P ¿Con qué saciar la necesidad de un buen blues? Con tan trascendental incógnita comienza mi mañana...

De momento, dudo entre ponerme al gran Leonard, que tanto juego nos ha dado este finde, o algo más oscuro y sucio, y aunque muy diferente, de alguna manera más cercano a la música negra que querría oír.

23 de octubre de 2007

y más ...

Dándole vueltas a lo que escribí esta mañana (¿cómo?¿yo dándole vueltas a algo?...), pienso que quizá en realidad no es que no tenga nada que decir, sino que lo podría escribir no encajaría con las máscaras, las facetas de mí que muestro aquí: supongo que, a la más modesta de las escalas, es algo parecido a lo que le pasa a cualquiera que escriba algo que no sea pura invención.

Sé que esto que escribo lo lee muy poca gente pero, aunque algun@ me la sude ;-), la mayoría es gente a la que aprecio y quiero, cuya opinión me importa, ante los que tengo una reputación (aunque sea mala, es una reputación, ¿no?).

Hay días en que, como hoy, siento la necesidad de esconderme para poder decir libremente lo que siento. Pero entonces, si no fuese yo quien lo dijese, ¿a quién se lo diría?

Todo esto puede sonar muy misterioso, pero en verdad es bastante banal, es algo que creo que pasa muy a menudo, tanto que ni siquiera somos conscientes de ello.

Salvo en días como hoy.

...

Venía con ganas de escribir, pero no se me ha ocurrido nada lo suficientemente inteligente para figurar en esta antología del desvarío (si intelectual es el que trata a los demás como intelectuales, supongo que cultureta es el que considera a sus semejantes como culturetas...)

Así que, sin más, me retiraré con un discreto aullido...

19 de octubre de 2007

Sin piedad

Reconozco mi falta y hasta creo que puedo apuntar las razones.

La falta: a los 30 años, acabo de (empezar a) descubrir a Serrat.

Las razones: Aunque en mi casa (cómo no...) ha habido de siempre varios discos suyos, nunca me ha interesado demasiado. Tengo un problema con su música, con sus arreglos más en concreto. Por algún motivo, en cualquier tipo de música, me cuesta mucho aceptar las grandes orquestaciones, los sonidos apabullantes, aplastantes, algo estridentes. Y a Serrat me parece que le pasa justo lo contrario.

Aun así, debo admitir que Mediterráneo me parece una canción perfecta, redonda, inmejorable.

(Ahora que tanto se habla del himno español y esa letra que le quieren poner (qué miedito...), sugiero que cambiemos esa insípida marcha militar por una combinación de Mediterráneo, el Miña terra galega de Siniestro, Yo me bajo en Atocha de Sabina y Verde, blanca y verde de Carlos Cano, por ejemplo)

Otro día escribiré algo más sobre él, sobre Serrat, pero hoy lo único que quería era introducir esta canción de letra despiadada que acabo de escuchar en La Madriguera mientras conducía hacia aquí, y que Serrat acaba de grabar con Mina:

Sin piedad

Tu derrota es la mía
y mi fracaso tu quebranto, mujer.
Mía es tu ruina, tuya mi agonía.
Tan solo somos un par de perdidos
que no tienen nada que perder.
Y sin embargo, o tal vez por eso,
donde más duele nos damos los besos.
A sangre y fuego,
a sangre y fuego,
te parto el alma
y me mato luego.

No tendré piedad de ti.
No tendré piedad de mí.
Morir matando,
matar muriendo,
sin piedad de ti,
sin piedad de mí.

Callejón sin salida:
así es esa malsana realidad.
Si me entregase a ti me despreciarías
y si te venzo me odiarás
y si huyo no he de verte nunca más.
Me necesitas y te necesito
como la confesión necesita al delito.
Sueño contigo,
sueño contigo,
como la muerte sueña
con alguien vivo.

Joan Manuel Serrat

18 de octubre de 2007

Since you've been gone

Esto es algo de lo que me he dado cuenta esta mañana, una de esas pequeñas joyas del lenguaje, esas expresiones perfectamente comprensibles pero que, al tratar de traducirlas, pierden todo su encanto:

La frase con que titulo este post es recurrente en las canciones de (des)amor, en los blues de todo pelaje y condición. La he oído miles de veces, de hecho ni siquiera sé en qué canción concreta ha sonado esta mañana, pero realmente no he caído en lo que quiere decir hasta hoy: supongo que se traducirá normalmente por "desde que te fuiste", o incluso, estirando el significado, "desde que me dejaste". Sin embargo, una traducción literal (aunque incorrecta), sería "desde que estás ida" (no por loca, sino por ausente). Y me parece mucho más apropiada, más cercana a lo que la ausencia de alguien provoca en quien le quiere.

Yo estoy pensando, cómo no, en la muerte. Aunque el abandono, la separación, es una especie de muerte en vida.

Hace tiempo le leí a Maite Pagazaurtundua algo que creí que había copiado en el blog, pero que ahora no consigo encontrar. Refiriéndose a la manida frase sobre ETA que dice "llevamos no sé cuánto tiempo sin muertos", ella se revolvía y corregía: "no señor, llevamos tanto tiempo sin asesinatos, porque con los muertos convivimos a diario desde que nos los mataron".

En ese sentido entiendo yo este hermoso since you've been gone.

17 de octubre de 2007

Ni sacando los artículos pesados a otro blog voy a conseguir libraros de mis obsesiones identitarias...

En uno de los que colgué ayer en Turrones..., Pedro Larrea escribe algo que me resuena profundamente, y más aún después de la experiencia del fin de semana en Zamora:

Explican los psicólogos que la identidad personal es la resultante de una elaboración compleja en la que intervienen dialécticamente tanto las representaciones que un sujeto tiene acerca de sí y de su proyecto de vida, como las representaciones que luego transmite a los demás y las que éstos a su vez le rebotan. La identidad es, por tanto, una autodefinición, un autoconcepto, la máscara-persona (como intuyeron los griegos), cuya significación compartida posibilita la vida social. Algo similar sucede en el plano colectivo. La identidad nacional no es una esencia objetiva que fluye a lo largo de la historia manifestando el espíritu de cada pueblo, como afirma el romántico. Tampoco es una invención carente de realidad y fabulada por las elites locales para mantener sus privilegios ante la amenaza universalista. Es una autorrepresentación, pero construida a partir de hechos diferenciales constatables y generadora de intensos sentimientos de pertenencia. Es una autoimagen que opera como memoria histórica, fuerza movilizadora y proyección de los deseos colectivos, eficacísima proveedora de sentido y capaz de explosionar, merced a su componente libidinoso, como un arma de opresión o como un grito de libertad.
Creo que de aquí viene mi interés por los nacionalismos: no es tanto un interés político, que también (opino que cuanto más lejos estén los sentimientos de la política, mejor), sino sobre todo personal, a raíz de mis problemas con mi identidad particular...

16 de octubre de 2007

TODA UNA INVITACIÓN A MOJARSE LOS LABIOS CON EL FILO DE LA LENGUA A RASTREAR OLER ARRODILLARSE Y ZAMBULLIRSE EN LAS AGUAS TERMALES DEL DESEO

Dolor paterno en fa sostenido
Julio Cortázar


Coleman Hawkins, whisky, cara de buen ladrón
tocaba Body and Soul con el sombrero puesto
como diciendo que se iría pronto

Escucho
hoy su saxo tenor que se escapa corriendo
tras una camarera licenciosa y sucia,
una de ésas que hace y deshace el amor,
que finge más clase con pendientes negros.
Una sobreviviente
que maldice y sabe cómo se mata a un feto.

La música me arrastra
y pruebo a acrecentar la leyenda de los débiles,
de esos genios malditos más por obligación
que por auténtica
necesidad.

Ahora
con su emoción destapa mi deseo más lúgubre,
furtivo, enredado, denso, musical.
Y denuncia en parte lo convencional,
lo reglado e hipócrita.
Ese saxo cruje,
intimida y brilla igual que un relámpago
y me pongo en guardia.

¿Por qué hay aún más muertos en guerras artísticas
que coleccionistas de discos usados?
¿Por qué mientras viene y vuelve esta canción
sé que cuando sea viejo y venerable
ansiaré acostarme con una estudiante
y robar su alma recién estrenada?
¿Por qué te amo o me odio ahora que el deseo
corta como el borde de una lata abierta?

Nada duele más que la clarividencia;
dicen.

Todos los presbíteros del jazz se asesinaron a sí mismos
para hacernos sentir aún más culpables.
Esa música intrépida
es la venganza procaz de los esclavos
al incitar al mundo a liberarse o ampliarse
escuchando en silencio los latidos unísonos
de
las minorías.

Esa música
que nos convierte a oscuras en pirómanos...

¡Vale! ¡Que la prohíban!

Luis Artigue, en su libro Tres, dos, uno... jazz

Bercianos

¿Es que hacemos las cosas sólo para recordarlas? ¿Es que vivimos sólo para tener memoria de nuestra vida?
Porque sucede que hasta la esperanza es memoria y que el deseo es el recuerdo de lo que ha de venir.
Jaime Sabines, una vez más.


Intento ponerme a escribir sobre estos tres días en Bercianos pero no encuentro por dónde empezar.

Han sido muchas cosas juntas, y las más importantes serán las que me calle: incluso en el exhibicionismo hay grados…

Para empezar, las sorpresas:

En mi kabeza tenía la idea de que, puesto que fuimos hace un mes escaso y la gente no había mostrado demasiado interés, esta vez sólo repetiríamos los incondicionales, más alguno de los que no pudo venir en septiembre. Cuatro personas, seis a lo más…

Pues nada de eso. Batimos todos los récords y nos llegamos a juntar doce individuos e individuas en la casa familiar. Y entre ellas, "Antonio", que nos dio mucho pero que mucho juego…

Y, lo mejor, las incorporaciones que enriquecieron el grupo. Y no sólo, aunque sobre todo, por su presencia y sus charlas ;-), sino por el juego que me han dado a mí para darle vueltas a cosas sobre las que no suelo pensar. Me han hecho ver al grupo de amigos a la vez desde dentro y desde fuera, he sido mucho más consciente que otras veces de las relaciones que se establecen, de los roles que desempeñamos cada uno. Y debo reconocer que hay ciertos aspectos de mi comportamiento cuando estoy suelto, desatado, que no me acaban de gustar… Pero me alegro mucho de haberlos visto. (Alguna vez me gustaría escribir en serio, sin mis coñitas que ya me empiezan a cansar hasta a mí, sobre las relaciones entre los hombres y las mujeres, y no sólo sentimentales o sexuales, aunque sean las que me obsesionan…)

El caso es que vuelvo distinto, más despierto, más consciente y contento. Y eso es mucho.

Otra sorpresa muy agradable, aunque planificada: El Empalme, donde nos dimos el viernes un festín como dios manda.

Y después, lo que no falla, lo que el páramo zamorano, en su humildad, no se cansa de ofrecernos:

Los paseos con Lúa, esa luz vespertina con la que N. nos quiso inmortalizar, mis carreras matutinas de las que tanto disfruto, el eterno parchís de madrugada, ese Churrasco que no pudimos ni quisimos perdonar…

…y como colofón apoteósico, el tour por media España que nos dimos, con el gran A. siempre al volante, para evitar el gigantesco atasco de entrada a Madrid:


Ver mapa más grande

P.D: Y cómo olvidar las ausencias, los que esta vez no vinieron pero que nos acompañaron igualmente (jefe Gandhi, jefa Casilda...)

 
 

15 de octubre de 2007

Nota de la redacción

A quien pudiera interesar, aviso que la crónica del viaje a Bercianos está aún en el horno.

Entre tanto, en atención a mis siempre escasos pero muy valorados y queridos lectores, y con la única intención de ahorrarles molestos empachos de esos turrones a los que, por algún oscuro motivo, yo soy adicto, he creado otro blog donde daré rienda suelta al copy paste que amenzaba con llevarse por delante los genuinos, personales e intransferibles desvaríos varios.

Advertidos quedan. Pasen y lean.

P.D: para los golosos incurables, debo decir que el artículo que inaugura el blog paralelo merece, y mucho, la pena.

11 de octubre de 2007

Más Sabines

Ocurre que la realidad es superior a los sueños. En vez de pedir "déjame soñar", se debería decir: "déjame mirar".

Juega uno a vivir.

Jaime Sabines, en su libro Diario semanario y poemas en prosa.

Nota: para completar la discoteca Sabines, he aquí al mexicano leyendo poemas de Pablo Neruda. Con mucha más emoción que el chileno, por cierto...

10 de octubre de 2007

Sabines

Reconozco que mi relación con los libros no es normal.

En realidad, pese a lo que a algunos les parezca, leo muy poco: es verdad que cada día me hago mi resumen de prensa y que trato de estar al día de lo que pasa en el mundo e incluso ir un poco más allá y leer artículos "de fondo", "de análisis", chorizos de varias páginas con los que me gano mi fama de cultureta. Pero también lo es que me cuesta mucho acabarme un libro, mantener la concentración y el interés durante las horas, días, que tardaría en leer cientos de páginas, siempre se me cruza otro libro que me parece más interesante, más atractivo, o al menos más nuevo...

Pero, sin embargo, no soy capaz de dejar de comprarme libros. De hecho, es mi equivalente al shopping histérico de las marujas, que necesitan gastarse dinero en cualquier cosa para sentir que su vida tiene algún sentido. Eso es lo que me pasa a mí, pero sólo con los libros. Ayer, por ejemplo, paseaba por Madriz, tras una sesión de psicóloga, y pasé delante de una librería que no sabía ni que existía, la que el Fondo de Cultura Económica tiene en Moncloa. (Pese al tremendo nombre, la editorial, mexicana, no se dedica ni exclusiva, ni siquiera principalmente, a publicar libros de economía. De hecho, no estoy seguro de que publique libros de economía...)

En fin, que paré delante de su escaparate y vi una antología del gran poeta mexicano Jaime Sabines, del que ya he escrito aquí alguna vez, que tan poco conocido es en España y al que yo llegué de chiripa, por un artículo que leí en El País hace unos años.

Desde entonces, de vez en cuando busco libros suyos en las librerías, por si a alguien se le ha ocurrido traer algo desde México (que yo sepa, aquí sólo hay editada una breve antología en Visor). Hace un tiempo tuve suerte y encontré unos cuantos libritos mexicanos de Sabines, que guardo como oro en paño.

El caso es que ayer, en el escaparate, vi otra antología suya y no me pude resistir, pese a que probablemente la mayoría de los poemas que recoge están ya en esos libritos-tesoro.

Pero es que, como digo, lo mío con los libros no es normal...

...y Sabines es muy grande:

He repartido mi vida inútilmente entre el amor y el deseo, la queja de la muerte y el lamento de la soledad. Me aparté de los pensamientos profundos y he agredido a cuerpo con todos los excesos y he ofendido a mi alma con la negación.

Me he sentido culpable de derrochar la vida y no he querido quedarme en casa a atesorarla. Tuve miedo del fuego y me incineré. Amaba las páginas de un libro y corría a las calles a aturdirme. Todo ha sido superficial y vacío. No tuve odio sino amargura, nunca rencor sino desencanto. Lo esperé todo de los hombres y todo lo obtuve. Sólo de mí no he sacado nada: en esto me parezco a las tumbas.

Jaime Sabines, en su libro Maltiempo
Y, además, tenemos la suerte de poder escucharlo recitando sus poemas, y lo hace de maravilla. He subido aquí uno de mis preferidos, y sé que se pueden escuchar algunos más en amediavoz.com, a la que no puedo acceder desde aquí, desde el curro.

Añadido: he colgado aquí el recital completo, Jaime Sabines en Bellas Artes. Emocionante.

8 de octubre de 2007

(Quizá debería cambiarle el nombre al blog y ponerle El blog de Soroa, porque no hago más que copiar sus artículos. Pero éste no podía dejar de ponerlo...)

El hilo sutil

Éste es un artículo que me hubiera gustado no escribir nunca, lo reconozco. Pero hay realidades que nos interpelan con toda su crudeza a quienes creemos en el Estado de Derecho, unas realidades ante las que callar es pura y simplemente hacerse cómplice de un estado de cosas inadmisible.

La realidad viene dada por esas detenciones masivas de miembros de la ilegalizada Batasuna, de los actuales componentes de su dirección y de sus sustitutos. Viene también plasmada en esos expeditivos autos de prisión para quienes han promovido o encabezado recientes manifestaciones. Medidas judiciales que están en directa contradicción con el comportamiento observado por los mismos órganos estos dos últimos años, durante el llamado proceso de paz, cuando consideraron que comportamientos idénticos de las mismas personas no constituían ilícito penal alguno. Esta contradicción flagrante es la que nos interpela: la de que unas mismas conductas puedan ser sancionadas penalmente o no según el momento en que ocurran, que lo que todavía ayer era actividad legítima de la izquierda abertzale sea hoy ilegítima actividad de un partido político proscrito. O viceversa. Porque, sencillamente, eso no puede ser en un Estado de Derecho.

Aparte del silencio y del mirar para otro lado, sólo hay una salida para esta contradicción. La de apelar al criterio de oportunidad en la aplicación de las leyes, o lo que es lo mismo, al principio de que las leyes deben ser interpretadas teniendo en cuenta las circunstancias del tiempo en que van a ser aplicadas. Se supone que este principio permitía el año pasado ignorar las actividades criminales de unas personas porque había un proceso de paz en marcha, mientras que ahora que tal proceso ha descarrillado permite encarcelarlas. ¿No les suena esto más bien a un principio de simple y pura represalia, de una justicia de amigo/enemigo? Y es que cualquier jurista sabe que el principio de oportunidad tiene muy poco, si alguno, lugar en la aplicación de las leyes penales. Que precisamente porque se trata de normas que restringen derechos individuales no cabe hacer con ellas interpretaciones sociológicas u oportunistas, sino sólo garantistas.

Preciso es reconocer, aunque nos duela a los que creemos en el Estado de Derecho, que lo que nos muestran estos comportamientos de la Audiencia Nacional es la desagradable imagen de la 'justicia del cadí', es decir, la pura y simple arbitrariedad de unas personas que deciden conforme a sus particulares criterios de oportunidad y justicia lo que debe ser tolerado o reprimido en cada momento. La arbitrariedad no es lo contrario de la justicia, como suele creerse. La decisión libre del cadí puede ser materialmente justa, puede perfectamente cumplir con el valor de la justicia y equidad. Meter en la cárcel a los miembros de Batasuna puede ser un trato equitativo para con sus méritos. Pero, y esto es lo importante, la arbitrariedad es siempre contraria al Estado de Derecho, porque éste se basa en el principio de que quienes nos gobiernan son las leyes, no los hombres (el 'rule of law' y el 'due process'). Son las leyes en su generalidad y abstracción las que deciden quiénes van a la cárcel y cuándo, a través de un proceso imparcial e igual para todos. No pueden decidirlo los criterios, por justicieros que sean, de unos jueces concretos.

Lo malo de la situación actual no es que, como dice el Gobierno vasco, se estén rompiendo puentes de interlocución con ETA. Ésa es una apreciación, de nuevo, típicamente oportunista y contextual. Según eso, si uno es 'puente de interlocución' puede delinquir a gusto, pero no si es un simple ciudadano. No, los comportamientos arbitrarios de estos últimos meses hacen algo mucho peor: rompen un hilo de confianza. Y, precisamente por ello, contaminan retroactivamente muchos de los procesos judiciales seguidos en la Audiencia Nacional. Porque si un juez puede exhibir ahora tal grado de arbitrariedad, ¿quién nos garantiza que antes no fue igual de arbitrario y justiciero? Cuando hace ya años decidió ilegalizar preventivamente un partido político, cuando durante años ha mantenido abierto el sumario convirtiéndose de hecho en una especie de permanente fielato de lo permitido/prohibido, cuando ha adoptado multitud de decisiones restrictivas de derechos, ¿quién nos dice que no actuó con unos criterios de oportunidad tan burdos y extrajurídicos como los que ahora exhibe? Romper la confianza del ciudadano en el funcionamiento regular de su Estado de Derecho tiene estas consecuencias. Porque una vez quebrado el hilo intangible con que se cose su trama, todo él empieza a desflecarse.

Estoy seguro de que el mundo abertzale entiende perfectamente esta lógica de funcionamiento: cuando había un proceso de diálogo nos premiaban, cuando lo rompemos nos castigan. Implacablemente. Pero lo entienden porque ellos creen que el poder no es sino fuerza bruta que se aplica en función de los intereses de cada uno, por mucho que se revista del ropaje jurídico. Pero los que tenemos otra concepción del poder legítimo no entendemos ya nada. O demasiado.

J. M. Ruiz Soroa, en El Correo el 6 de octubre de 2007

2 de octubre de 2007

Y dale...

¿Por qué estoy siempre con el mismo rollo?

No lo sé bien, quizá porque no deja de sorprenderme lo cazurros que somos, lo fácil que es liarnos con mitos y cuentos varios, lo mucho que necesitamos esas "prótesis de identidad", esas reafirmaciones colectivas de nuestro ser...

El caso es que vuelvo a suscribir de pe a pa todo lo que dice Félix Ovejero Lucas en este artículo que copio aquí y que, aunque originalmente publicado en 2004, está ahora mismo más de actualidad que entonces si cabe, con sucesos como el despido, por motivos lingüísticos (...), de la escritora uruguaya Cristina Peri Rossi de Catalunya Ràdio.


¿Razones (nacionalistas) de izquierda?

La relación de una parte de la izquierda española con el nacionalismo es enigmática. A la vez que se declara no nacionalista, defiende todo lo que los nacionalistas defienden. La implicación se impone: o bien los nacionalistas no son nacionalistas o bien la izquierda es nacionalista. La primera posibilidad resulta improbable. La segunda nos deja a las puertas de una pregunta: ¿puede ser nacionalista la izquierda?

Por lo general, esa izquierda no se entretiene en justificar sus puntos de vista. En las escasas ocasiones en que lo hace nos viene a decir que defiende ideas nacionalistas, pero por "razones de izquierda". Un argumento a atender. Una misma práctica política se puede fundamentar en principios diferentes. Se puede ser vegetariano por razones éticas o dietéticas o coincidir con el Papa en condenar la pena de muerte.

En el terreno de las declaraciones no resulta fácil realizar la contabilidad y determinar el peso de las diversas fuentes de inspiración. Lo mejor es ir a las políticas específicas y, como el rubor impide hablar de las balanzas fiscales, ninguna mejor en este caso que la política lingüística. Me serviré del ejemplo de Cataluña, en donde las "razones de izquierda" se han desarrollado con particular esmero, aunque los principios comprometidos, obviamente, son de alcance general.

La primera argumentación invoca la igualdad. Más exactamente, apela a medidas de discriminación positiva del catalán en nombre de la igualdad. Como es sabido, la discriminación positiva se popularizó en Estados Unidos en los años de Kennedy con la intención de asegurar el acceso a ciertos puestos de trabajo de la población negra de los que permanecían excluidos. Después ha servido para justificar la existencia de cupos de segmentos de población tales como mujeres o minorías, tradicionalmente ausentes en puestos sociales de cierta relevancia, en particular en aquellos que atañían a la toma de decisiones políticas que les afectaban de modo importante. Una circunstancia irrelevante moralmente como el color de la piel o el sexo se convertía en un motivo de discriminación. Condicionaba el acceso a las oportunidades sociales y, en ese sentido, el principio de igualdad de oportunidades era violado.

A la discriminación positiva no le han faltado críticos. Han recordado que su aplicación suponía una discriminación inversa: resultaban penalizados en sus oportunidades individuos con méritos reconocidos y que no eran responsables de discriminación alguna. Por supuesto, la réplica tiene su réplica y en la pulcra academia anglosajona la polémica está lejos de haberse cerrado. Pero no es ése el problema de la apelación a la discriminación positiva en las políticas lingüísticas. El problema tiene que ver con su pertinencia en este caso. Conviene no olvidar el reto que la discriminación positiva quería resolver: se excluía sistemáticamente a ciertos individuos de los ámbitos de decisión importantes para ellos. No parece ser ése el caso de los hablantes de lengua catalana. En realidad, la situación más bien parece ser la contraria. Una carta al lector publicada en este periódico lo dejaba claro hace unos meses: "En Cataluña, los 10 apellidos más frecuentes, excepto García, acaban en z (por ejemplo, Martínez o Pérez). De hecho, más de un tercio de catalanes -el 36%- tenemos uno o los dos apellidos que terminan en esa letra. Sin embargo, entre los 135 diputados elegidos en las últimas elecciones autonómicas al Parlament la proporción no llega al 9%. Aunque pueda parecer un hecho anecdótico, no lo es, porque refleja el alejamiento que hay en Cataluña entre la sociedad y sus políticos".

La segunda argumentación, conservacionista, apela a la necesidad de evitar la desaparición de una lengua con un número limitado de hablantes. Mientras el castellano tendría asegurada su supervivencia, el catalán necesitaría medidas de apoyo, entre las que cabría incluir la penalización del uso -en etiquetas, en rotulación comercial- del castellano. Una argumentación que, aplicada consecuentemente, tiene implicaciones un tanto singulares. ¿Tendría que cambiar la política lingüística catalana si en otro lugar del mundo millones de personas hablaran catalán? Resulta raro pensar que nuestros derechos dependen de cómo hablan en México. En el fondo, este punto de vista asume que lo que importa no son los individuos, sino las lenguas. Los primeros estarían al servicio de la preservación de las segundas. Justo lo contrario de lo que sostienen las teorías éticas más extendidas, para las cuales los que importan -los que sufren, los que aman- son las personas, y las lenguas son las que están a su servicio.

La última estrategia argumental invoca al derecho a "vivir en la propia lengua". Si se refiere a la libertad de expresarse en la propia lengua, es un derecho indiscutible. Más complicado es que se refiera a tener asegurados interlocutores para cualquier actividad. Si yo quiero escribir un artículo sobre el efecto túnel y espero que la comunidad científica me haga caso, tendré que hacerlo en inglés. En todo caso, lo que no parece razonable es que para que yo pueda ejercer ese supuesto derecho se deba obligar a otro a aprender mi lengua. Si tal fuera, nos encontraríamos con un derecho un tanto singular: para que yo pueda ejercerlo se le tiene que negar a otro. Una interpretación más modesta y razonable limita ese derecho al trato con las instituciones públicas; al cabo, salvo a mentalidades totalitarias, a nadie se le puede ocurrir legislar sobre cómo debe uno hablar con sus vecinos. En ese caso, seguro que ese derecho debe incluir el derecho a ser educado en la propia lengua. En Cataluña, por cierto, ese derecho no le está garantizado a más de la mitad de los catalanes que tienen el castellano como lengua materna.

Lo cierto es que cuando se miran de cerca "las razones de izquierda" se quedan en razones nacionalistas a palo seco. Sólo desde el nacionalismo se puede entender el asombro del presidente de la Generalitat porque alguien pudiera dudar de la existencia de una concepción catalana del mundo. Maragall parece participar de la convicción de que "la lengua no sólo son palabras, sino que desvela una forma de vida y una forma de ser". La formulación más refinada de esa idea arranca sosteniendo que cada lengua "estructura" los procesos preceptuales y cognitivos de sus hablantes, organiza los significados y limita lo expresable, para concluir la identidad entre lenguaje y pensamiento.

Ningún lingüista informado sostiene hoy esta formulación. Entre otras cosas, confunde "no tener una palabra" con "no tener la experiencia". Es cierto que el castellano no tiene tantos matices para describir la nieve como el esquimal; pero eso no quiere decir que no quepa utilizar una pormenorizada perífrasis. Tampoco tengo una palabra para designar el olor del queso de Cabrales y, sin embargo, soy capaz de distinguirlo del olor a colonia. Para estas cosas, y más cuando se trata de lenguas con estructuras gramaticales parecidas, siguen valiendo las palabras de fray Luis de León: "En lo que toca a la lengua, no hay diferencia, ni son unas lenguas para decir unas cosas, sino en todas hay lugar para todas".

Una tesis de esa naturaleza, tomada en serio, además de dejar a más de la mitad de los catalanes sin concepción catalana del mundo, nos llevaría a pensar que hay una concepción del mundo común a un banquero madrileño y a una campesina de Medellín. Por mi parte, tiendo a pensar que en lo que importa, en los modos de vida, las concepciones del mundo que se encuentran en el paseo de Gracia se parecen bastante más a las del barrio de Salamanca o a las de Neguri que a las de Cornellá y que, si quieren defender sus intereses, es mejor que los vecinos de Cornellá no olviden esa circunstancia.

Que esas ideas resulten insostenibles no impide que cumplan funciones políticas importantes. La convicción de que la lengua proporciona a sus hablantes una comunidad de identidad junto con la tesis de que la existencia de una identidad compartida ("nacional") es el fundamento de la soberanía política, es el núcleo intelectual más reconocible del nacionalismo. No está de más recordar que esta segunda idea no es menos desatinada que la primera. Las mujeres, los jóvenes o los albinos, comparten identidad y, a buen seguro, hasta conciencia de su identidad compartida, pero no por eso constituyen unidades de soberanía.

Parece, pues, que tampoco por aquí se entiende la defensa de tesis nacionalistas por la izquierda. La izquierda no parece haber comprendido que la obligación de defender el derecho de cualquiera a expresar sus puntos de vista no la obliga a defender tales puntos de vista. Una vez garantizado que cada cual puede contar lo que quiera, empieza la crítica política. Eso es verdad con el nacionalismo como con la Iglesia. Si la crítica no aparece, para quienes creemos que, por lo menos, la izquierda es ilustración, la pregunta acerca de si la izquierda puede ser nacionalista nos deja ahora en el umbral de otra: ¿La izquierda nacionalista es izquierda?

Félix Ovejero Lucas, en La Insignia (publicado originalmente en El País en julio de 2004)