3 de enero de 2007

El sarcástico disco de Navidad que Sinatra grabó tras un divorcio (y no se animó a editar en vida).

Por Rodrigo Fresán

Es conocida la costumbre de las estrellas pop por –tarde o temprano– grabar su manifiesto navideño en forma de villancicos tradicionales o propios. También, es cierto, los discos y CD siempre se llevaron bien con Papá Noel y son muy prácticos a la hora de adornar el arbolito. A nadie molesta la idea de mostrarse sentimental mientras se engrosa la cuenta bancaria, lo mejor de ambos mundos, y así, por citar a unos pocos, Odetta, Bing Crosby, Ray Charles, Elvis, The Beatles (y Lennon y McCartney y Starr por separado), innumerables rejuntes benéficos de super-estrellas, John Prine, The Pogues y, ahora, Aimee Mann y Sufjan Stevens han cantado sus ho ho hos y todos felices.

Lo que no trascendió hasta ahora es la historia secreta de Blue Christmas: el fallido y definitivo álbum depresivo-navideño de Frank Sinatra como pieza complementaria de lo que podría definirse como su “Suicidal Period” conformado por los muy celebrados y oscuros In the Wee Small Hours (1955), Where Are You? (1957), Frank Sinatra Sings for Only the Lonely (1958), No One Cares (1959) y Point of No Return (1961) y en los que un “Ol’ Blue Eyes” en teoría acabado se reinventó como triunfante loser especializado en canciones de esas que se cantan, justo antes de cerrar, acodado en la barra de bares vacíos antes de volver a pisitos de soltero/divorciado más vacíos todavía.

Seguramente inspirado por la demorada pero inevitable firma de los papeles del adiós a su tormentoso matrimonio de seis años con Ava Gardner, a principios de noviembre de 1957, un Sinatra más melancólico que nunca le comenta a su por entonces arranger Gordon Jenkins sus ganas de grabar todo un disco “donde los christmas carols se convirtieran en torch-songs, un álbum especialmente pensado para todos aquellos, y somos muchos, convencidos de que la Navidad es el momento más inapelablemente triste del año”. Entusiasmado, Jenkins se pone a buscar canciones pero no encuentra demasiadas. Es entonces cuando recuerda a un par de ocurrentes y sarcásticos redactores publicitarios que conoció en una fiesta y que, pocos años después, serían justamente reconocidos como dos de los más finos y bestiales cultores del humor negro judío: Bruce Jay Friedman y Joseph Heller. Ambos se ponen a trabajar a toda velocidad, Jenkins ensambla una pequeña banda que incluye a un púber Randy Newman (que también pudo haber contribuido con más de un verso), y en un par de semanas hay 13 canciones cuyos títulos lo dicen todo: “Call Me Scrooge (I Don’t Wish You A Merry Anything)” es la letanía de alguien que odia las fiestas, “Santa’s Dead” cuenta de un padre explicándole a su pequeño hijo por qué se va de casa y, de paso, diciéndole que no sea idiota y deje de creer en tonterías, “Where’s the Snow?” narra unas depresivas Navidades en Miami, “Jesus Wept” es el irreverente monólogo de un J.C. advirtiendo que él no nació el 24 de diciembre, “We’ve Run Out of Mistletoe” es el lamento de un nerd que no encuentra a nadie a quien besar, “Santa Claus Is NOT Coming to Town” recuerda las Navidades de la Gran Depresión, “I Used to Be (A Little Drummer Boy)” se ocupa de aquel que descolló en la high-school pero que ahora..., “I Saw Santa Kissing My Little Sister” es un perturbador sketch pedófilo, “One Last Drink for Me (And Another for George Bailey)” homenajea a esos “buenos tipos” à la Frank Capra a los que todo les sale mal, “Pink Reindeers and Laughing Elves” es la carcajada desesperada de un alcohólico pasado de ponche y “Blue Christmas”, “Noisy Night” y “Jingle Bells” son relecturas desesperadas de los clásicos “White Christmas”, “Silent Night” y un “Jingle Bells” donde los cascabeles son suplantados por campanas funerarias.

Para cuando todo estuvo listo –incluyendo una foto en blanco y negro para la portada en la que el crooner aparecía caminando a solas por un basurero rebosante de pinos navideños que nadie había comprado– Sinatra ya estaba de mucho mejor humor, prefiriendo grabar el muy convencional y “feliz” A Jolly Christmas from Frank Sinatra (1957). Heller y Friedman relataron su breve e intensa aventura a unos cuantos amigos, pero nadie les cree y, con el tiempo, llegaron a pensar –muy dickensianamente– que lo habían imaginado todo.

2 comentarios:

g dijo...

xmas time is over...
the time to post a new comment has come.

grankabeza dijo...

and so you've done...

;)