16 de julio de 2008

¡Mucho Leonard!


Ya estoy aquí de nuevo.

Como siempre, las (mini)vacaciones fueron mucho más cortas de lo deseable, pero al menos esta vez tengo la sensación de haberlas aprovechado, de haber conseguido desconectar. Estos cuatro días en Amsterdam en magnífica compañía ;-) me han sentado de puta madre.

Pero, con todo, con la compañía, con la ciudad, con la marihuana :-P, lo que ha hecho este viaje único, irrepetible, memorable, ha sido lo que lo motivó in the first place, la oportunidad de ver y escuchar en directo a Leonard Cohen.

Dije antes de irme que no quería crearme demasiadas expectativas, por miedo a una decepción más, como me ha pasado otras veces. Sin embargo, ahora sé que habría dado igual dónde hubiese puesto el listón, porque Cohen, con esos saltitos suyos, lo habría superado sin ninguna dificultad...

Teniendo en cuenta que el concierto era al aire libre, el desapacible día con que nos obsequió Amsterdam el sábado no hacía presagiar nada bueno. Sin embargo, en la primera de las señales de que algo grande iba a suceder, el cielo se despejó y el sol empezó a brillar mientras caía la tarde sobre la Westergasfabriek.

La temprana hora de inicio del concierto, las 7 y media, nos hizo suponer que habría teloneros. Afortunadamente, llegamos con tiempo para tomar algo y coger buen sitio, porque algo antes de las 8 de la tarde, impecablemente trajeado y con sombrero incluido, apareció sobre el escenario, acompañado de toda la banda, un señor mayor, bajito, de pelo cano y algo escaso, de inconfundible nariz semítica.

Y abrió la boca y se oyó su voz. Esa voz única y sobrecogedora curtida a base de miles de cigarrillos.

Entonces comenzó el que, si alguien me preguntase, no dudaría en calificar como el mejor concierto que he disfrutado en mi vida.

Porque Leonard nos regaló casi tres horas de concierto, con un breve intermedio, durante las que dio un repaso (thanks for the totally undeserved compliment, dear g.) a casi todos sus grandísimos clásicos (sólo eché en falta mi Coming back to you), con momentos mágicos, como cuando comenzó a recitar If it be your will y yo sentí que un escalofrío me subía por la espalda.

If it be your will
That I speak no more
And my voice be still
As it was before
I will speak no more
I shall abide until
I am spoken for
If it be your will...

O cuando alcanzamos el éxtasis colectivo (y a mí, claro, se me saltaron las lágrimas) haciendo los coros a Hallelujah.

El señor Cohen me dio una vez más, aunque ahora en directo, una lección de elegancia, de sabiduría, de humildad (thank you for keeping my songs alive for so many years), de alegría de vivir.

Fue muy emocionante ver a este cuasi-anciano volver una y otra vez (I tried to leave you, I don't deny, I closed the book on us at least a hundred times...) dando saltos al escenario para ir desgranando, con su sonrisa irónica, socarrona, las últimas joyas de este recital que yo llevaré para siempre marcado en el corazón.

Así que, repito una vez más, me siento muy afortunado de estar vivo cuando también lo está Leonard Cohen.

3 comentarios:

g dijo...

Llevo un par de días rumiando mi crónica, pero como tantas veces, leo tus palabras y las siento mías.
Qué grande, Leonard. Qué grande haber estado allí, y además contigo, con los demás, en Amsterdam, en esas minivacaciones by the face.
(Y ahora verás cómo hago el vago).
Un beso grande,
g

Anónimo dijo...

¡Grande, muy grande! Van Morrison cuestionado, nada menos!

Un detalle sobre el espectáculo de abuelo Cohen: me sorprendió que en 'The future' cambiara "anal sex" por "careless sex", pero he visto que ya hace unos años que lo viene haciendo (http://www.youtube.com/watch?v=_drEFOaPaK8)

¿Tal vez por eso no canta ya 'Chelsea hotel' con el escandaloso verso de "giving me head on the unmade bed"??? ¿Es que es poco creíble para un señoraco de 74 años?

Pregunto.

grankabeza dijo...

¡En qué cosas te fijas, picarón! ;-)