28 de febrero de 2010

Los símbolos

Porque, en efecto, los símbolos del Estado democrático, es decir, la bandera, el himno, los reyes, etcétera, no son una sustancia sentimental para la mayoría de nosotros. Vivimos por y para otras cosas, no obsesionados por proclamar congestiones patrioteras... como por cierto hacen un día sí y otro también los nacionalistas de cualquier cuño. Pero cuando hay algunos enemigos de nuestra convivencia democrática que se toman muy en serio esos símbolos para denostarlos y ultrajarlos, es preciso que los demás nos los tomemos también serenamente en serio para defenderlos. Resulta ridículo y entristecedor que haya cien merluzos en los medios de comunicación progresistas para condenar el gesto enrabietado de Aznar, la dichosa "peineta", pero en cambio para la pitada al himno y a los Reyes en un evento deportivo todos sean disculpas o trivializaciones. Son minoría, no tiene importancia... ejem, ejem. Ya sabemos que el separatismo irredento es minoritario, pero por desgracia lo convierten en importante quienes no lo refutan en la educación o quienes se apoyan en él para sus cambalaches políticos. No vendrá mal hablar de estas cosas con un poco más de fundamento, antes de que todos nos pasemos definitivamente a YouTube o a lo que luego se ponga de moda.

Fernando Savater, en su artículo Lo que sobra y lo que falta en El País de ayer.

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