22 de febrero de 2006

Billy Wilder #2

"Quince años después del entierro de Lubitsch, me visitó Walter Reisch: me preguntó por qué no íbamos a llevar flores a la tumba de Lubitsch. Y cuando ya nos íbamos, vimos una lápida a los pies de la de Lubitsch, donde podía leerse el nombre de Steffi Trondl. Steffi Trondl fue durante muchos años la secretaria de Lubitsch que había pasado a máquina muchos de sus guiones, y que, a través de sus trabajos con Lubitsch, conocía mejor que nadie a sus colaboradores y amigos. En su testamento, Lubitsch le había dejado cinco mil dólares y con ese dinero, ella se había comprado una tumba en Forest Lawn, a los pies del maestro. Quiso estar un día allí, por si este tenía que dictar algo urgente."

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena la anécdota. ¿Es del libro de conversaciones con Cameron Crowe? Me lo regalaron hace un tiempo y no me animé a leerlo, pero con perlitas así lo empezaría en breve.

grankabeza dijo...

El libro de conversaciones con Crowe es una maravilla, pero ahora estoy leyendo su autobiografía, escrita con el periodista Hellmuth Karasek, que se titula, como no podía ser de otra manera, Nadie es perfecto.