5 de junio de 2008

Como estoy aún menos inspirado que de costumbre, voy a tirar de archivo: hay una cosa de la que quiero escribir desde hace tiempo, una banalidad que me parece curiosa, y que hoy se me ha vuelto a manifestar, por eso la he recordado.

Durante toda mi vida he utilizado el mismo mueble para guardar la ropa, un sinfonier (o chifonier, como dice la RAE) de madera. Y siempre, que yo recuerde, he distribuido las prendas de la misma forma: en un cajón los calzoncillos, en otro los calcetines, y así.

Pues bien, por algún motivo, soy incapaz de acertar en qué cajón van los calzoncillos y en cuál los calcetines. Sé que están en los dos cajones superiores, pero hay algún mecanismo en mi cabeza que se ha quedado averiado, que sólo llega a decirme eso, pero no en cuál va cada cosa.

Y, desde que vivo con A., me pasa exactamente lo mismo con el mueble donde guardo la ropa allí.

Este mismo fenómeno, esta incapacidad para recordar cuál de dos alternativas es la correcta, se me manifiesta de otras formas: por ejemplo, me pasa a veces cuando hay dos interruptores de la luz juntos, y por muchas veces que los haya utilizado, por mucho que intente recordar antes, no logro acertar a la primera con el que quiero apretar.

Y hoy, y de ahí este post algo delirante, me ha vuelto a pasar con algo bien distinto pero que para mí es prácticamente igual: he ido por tercera vez a un lugar en el que hay dos rotondas. Yo sé que tengo que girar a la derecha en una de ellas. Y sé que la vez anterior me equivoqué y tuve que deshacer el camino. Pues esta vez, pese a mis precauciones, me ha vuelto a suceder: he ido hasta la rotonda correcta, que es la segunda (aquí queda escrito, por si acaso he de volver...), pero he decidido que no era ahí, que me estaba confundiendo de nuevo, así que ni siquiera he probado, he dado la vuelta entera y he vuelto a la primera y ahí es donde he girado... y me he equivocado.

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