Hace unos meses aprendí algo importante: cuando no consigo decidir qué música quiero escuchar, cuando no encuentro entre los miles de discos que tengo en mi disco duro ninguno que me esté pidiendo a gritos sonar, lo que tengo que hacer es coger alguno brasileño (después he descubierto que cubano también puede valer).
Y no falla: llevaba un par de días sin ganas de escuchar nada, llegando incluso a poner la radio en el viaje de ida y vuelta a Toledo.
Hasta esta mañana, en que me he cansado de las noticias, he puesto el USB, y el primer disco que ha sonado, al azar, ha sido uno de un concierto de Jorge Ben, que aún sigo escuchando mientras escribo esto.
Y he venido bailando en el coche, con una sorprendente sensación de ligereza, y la alegría que a mí sólo me da la música que me toca, la música sensual, linda, maravilhosa, de ese país tropical...
Y más:
Que yo conocía en versión de Marisa Monte:
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