Doblete de cine este finde largo: Ayer fui a ver The Road (que se ha traducido por La Carretera, aunque a mí me sonaría mejor El Camino).
He tardado mucho en decidirme, porque me temía lo que me iba a encontrar y nunca me parecía tener el ánimo suficiente para enfrentarme a ello.
Y no me equivocaba: salí del cine noqueado. Tanto que tardé un rato en acostumbrarme a que hubiese gente en la calle, a que no estuviese desierta.
El cielo gris de la tarde de ayer en Madrid, tan parecido al de ese mundo sin vida de la peli, no me ayudó nada, la verdad.
El impacto provocó que en lugar de salir escopetado del cine, como suelo hacer, caminando rápido y decidido hacia cualquier sitio, deambulase sin rumbo, esforzándome por dar cada paso, y que levantase la kabeza para ver esos edificios ayer grises, sucios, cubiertos por una pátina de polución que recordaba la ceniza que envuelve el mundo entero en The Road.
Por cierto, que en la peli volví a comprobar algo que se va produciendo cada vez con más frecuencia: los actores de las grandes series americanas obtienen gracias a ellas (eso me gusta pensar a mí, claro) papeles en el cine, aunque sean muy secundarios. En ésta, aparecen Michael K. Williams, el gran Omar de The Wire, y dos actores de Deadwood: Molly Parker y Garrett Dillahunt.
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