Una vez más, Ruiz Soroa, en su artículo del otro día en El Correo, El mito de la pureza, expresa con mucha más precisión, lleva más lejos, ideas a las que de vez en cuando les doy vueltas.
Por ejemplo, el mito de nuestros orígenes puros: él se refiere al País Vasco, donde el asunto es aún más sangrante por la insistencia enfermiza del nacionalismo en la pureza incontaminada de un Pueblo Vasco con 7000 años de historia, pese a que todos los datos (Soroa pone unos cuantos ejemplos basados en la procedencia de los apellidos de los ciudadanos vascos) demuestran que es una falacia.
También comenta que el mismo tipo de ceguera interesada se produce en Latinoamérica, donde lo políticamente correcto es renegar de la parte europea, española, de su ascendencia, que se tiene por una contaminación transitoria de las esencias indígenas americanas.
Pero lo mismo pasa en España en su conjunto, donde el mito en este caso toma la forma de unos orígenes exclusivamente cristianos en los que apenas quedarían rastros de la invasión musulmana o de la herencia judía. Hablamos de "nosotros" al referirnos a los cristianos de la Reconquista y utilizamos la tercera persona para los musulmanes y los judíos, cuando debería ser evidente para cualquiera que deje de lado las anteojeras ideológicas que tan "nuestros" (o, según se mire, tan ajenos) son unos como otros, que nuestra "identidad" no es sino la mezcolanza, al fuego lento de los siglos de convivencia, de, al menos, esas tres tradiciones culturales.
Hala.
1 comentario:
Ea.
Me encantan estos turrones :)
Y de buena mañana, más.
beso!
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