Ayer, viniendo para Barcelona en el Ave, leí un artículo suyo titulado "De viaje al futuro", que imaginé hablaría de cómo lo que sucede allí presagia lo que viviremos aquí un tiempo después. Y así resultó, pues trata de la tiranía de las pantallas ubicuas: móviles, televisiones, ordenadores... y el triste futuro (presente) que eso nos depara:
Una pantalla es una ventana por la que nos asomamos al mundo, pero también, en la acepción antigua de la palabra, es una barrera contra él, un muro en el que se proyectan sombras bidimensionales, simulacros de la realidad que pueden parecérsele mucho pero que deberíamos tener mucho cuidado en no confundir con ella. Las ventajas deslumbrantes de la tecnología traen consigo el efecto no reconocido de favorecer en cada uno de nosotros un aislamiento hipnotizado que tiene algo del engaño y de la dependencia de una droga poderosa. Usamos el teléfono móvil y la conexión a internet no tanto para mantener el contacto con los que están lejos como para evitar todo roce y casi toda relación con quien tenemos delante. La cápsula de los auriculares sella nuestra definitiva lejanía. ¡Qué futuro más triste!Y yo, que estoy enganchado a ellas (¡qué coño hago aquí escribiendo esto en lugar de andar de paseo por Gràcia!), tuve que darle la razón cuando, al terminar de leerlo (en papel, por cierto, aunque fuese por mera casualidad), levanté la vista y comprobé que todos mis compañeros de vagón estaban enfrascados en sus respectivos aparatitos, desde el portátil a la consola de videojuegos, o concentrados en la película inane con que Renfe nos amenizaba el viaje.
2 comentarios:
Bueno, poco a poco. Hace calor. Puedes salir, desayunar en una placita y sentirte afortunado. :)
Mi queja es retórica, ya lo sabes. De momento, seguiré un ratito más aquí, se está gestando otro post.
Si cuando digo que tengo ganas de hablar (escribir), es por algo...
:-P
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