23 de abril de 2011

Me siento ante la pantalla con ganas de escribir pero, como tantas veces, con la sensación de que no tengo nada que contar, ni siquiera palabras que robar.

Así que abro una cerveza helada confiando en que el alcohol me ayude a soltarme.

Y me van viniendo cosas disjuntas, sin relación unas con otras.

Por ejemplo, que siento que empiezo a entrar en fase de buscar música nueva. Necesito escuchar algo que me conmueva y por mucho que rebusco en mi baúl digital no encuentro nada que me sirva.

Necesito también ir a un concierto como el de Lucinda en NY, de esos que me sacan de mí, que me permiten pasar un rato fuera de mi kabeza, donde empiezo a estar cansado de pasar tanto tiempo.

Llevo ya un tiempo con una sensación de cansancio de las pantallas, pero sin conseguir despegarme de ellas. Demasiada información, demasiadas cosas de las que guardo referencia con la intención, cada vez menos real, de leerlas "cuando encuentre el momento", que por supuesto no llega nunca.

Pero tengo un trabajo que escribir, y el único método que soy capaz de aplicar es el de la acreción: acumular referencias y referencias, leer todas las que pueda, prácticamente al tun tun, y esperar que de esa pila informe de ideas vaya surgiendo algo que valga mínimamente la pena.

De momento, aún estoy muy lejos de ese estadio, de que en mi kabeza empiece a tomar forma alguna estructura, algún hilo conductor. Y no me gusta.

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