10 de agosto de 2011

Principiante

No pude elegir* mejor peli para ir por primera vez al cine en Barcelona: Beginners (Principiantes).



Una de esas películas sencillas, tiernas, vitales y hermosas que te reconcilian con la vida (si hiciese falta) y contigo mismo (nunca está de más), que te hacen salir del cine lleno de buenos propósitos, con la renovada ilusión de vivir más y mejor.

Como un principiante me siento yo casi siempre, en casi todo lo que hago (a veces lo digo así: no me acostumbro a vivir; y si no lo he hecho ya, supongo que nunca lo haré...). Pero más incluso ahora que empiezo nueva vida, en una (no tan :) nueva ciudad y tengo que ver por dónde tirar, qué hacer y cómo hacerlo.

He dado un gran pequeño paso al dejar mi curro en Toledo y venirme a Barcelona. Ayer salí de la peli consciente de que eso es solo el principio, de que lo que necesito, lo que estoy buscando, y en ese sentido lo anterior no es más que un medio para encontrarlo, es cambiar de actitud hacia la vida, hacia el mundo.

Quiero dejar atrás esa tristeza que Beginners refleja tan bien que me hizo temblar por dentro. La tristeza de quienes, frente a los padecimientos y penurias de nuestros padres y abuelos, hemos tenido la fortuna de vivir en una época, pese a la que está cayendo, bastante más benévola, y a pesar de eso no encontramos la manera de aprovechar las oportunidades, de sacarle jugo a nuestras vidas privilegiadas, de dejar atrás una melancolía existencial que lo impregna todo, que nos acompaña adonde vayamos, que tiñe todas nuestras relaciones y nuestros pensamientos.

Siento que soy un niño afortunado y asustadizo, al que la vida ha tratado tan bien (a pesar de un golpe tremendo) que no encuentra manera de justificar esta nostalgia de algo mejor que muy probablemente nunca existió. Siento también (y sé que he escrito unas cuantas veces sobre ello aquí) que en cuanto me descuido no bajo la guardia sino que la subo y construyo una barrera entre el mundo y yo a base de rutinas y de surcos que cavo al recorrer una y otra vez los mismos caminos, físicos y mentales. Y así mi mundo (no el mundo) se hace cada vez más pequeño, manejable y previsible. Y aburrido.

* Gràcies per la recomanació, s; si no llega a ser por ti probablemente me la habría perdido, porque vi el cartel y se me quitaron las ganas :)

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