16 de mayo de 2008

Hace unos meses creé el otro blog para no aburriros más de lo necesario con mis obsesiones (anti-)identitarias, antinacionalistas.

Y desde entonces creo que he conseguido mantener estos desvaríos libres de ellas. Sobre todo porque, a raíz de mi viaje a Argentina y sin saber bien por qué, conseguí cansarme yo mismo de darle vueltas a por qué otros le dan tantas vueltas a estas cosas.

En fin.

Pero quiero escribir esto, porque el otro día, escuchando a monseñor Ibarretxe, quiero decir, al lehendakari de los vascos y las vascas, condenar el asesinato por ETA del Guardia Civil Juan Manuel Piñuel, me volvieron a salir sarpullidos al oírle decir, entre otras joyas, cosas como:

El Pueblo Vasco somos un pueblo pacífico y trabajador. Y sin embargo, a través de todos los medios de comunicación, se está viendo al Pueblo Vasco desde un punto de vista de la violencia que se genera en su seno.

Una imagen falsa, una imagen alejada de nuestra realidad, de nuestra forma de ser, de nuestros valores.

Quiero […] que reflexionemos acerca del daño tan terrible que ETA hace a la imagen de este pueblo en el mundo.

Y además nos hace un daño moral, irreparable, también por dentro. Porque nos traslada, un día y otro también, y ya son demasiados, la sensación de que no podemos salir de este agujero negro, de que tenemos que seguir conviviendo con la violencia, de que no podemos encontrar soluciones para avanzar en la definición de nuestro futuro.

Y cuánto daño hace ETA, cuánto daño hace ETA también, a las posiciones legítimas de una parte muy importante de la sociedad vasca que queremos profundizar, a través del diálogo, la palabra y la política, en nuestra identidad como pueblo.

Cuánto daño está haciendo ETA a quienes defendemos que el Pueblo Vasco es uno de los pueblos más antiguos de Europa, y que queremos profundizar en nuestra identidad como pueblo, conviviendo, eso sí, con los demás pueblos del mundo.


Que profundicen a gusto en su identidad de pueblo milenario, "los últimos indígenas de Europa", que se empapen en ella, a ver si se ahogan de ser tan vascos.

Que avancen de una vez, que definan su futuro. Un futuro que, en sus ensoñaciones, consistirá en la vuelta a las raíces originarias, a las esencias inmutables de su identidad como pueblo.

Qué coñazo.

(Pero aquí estoy yo escribiendo sobre ello, que es casi lo que más me molesta de todo...)

(Añado: y aquí está también mi admirada Elvira Lindo insistiendo en lo obvio)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amigo Marcos, gracias por tu granito de arena en esta lucha por la libertad y la justicia. Algún día vencerá el sentido común, no lo dudes :-)

A.