18 de mayo de 2008

Hoy me pasaría el día escuchando a Lucinda Williams y escribiéndote, tratando de explicarte qué siento, por qué la música, su música, me conmueve de esta manera.

Pero tú no existes.

Y yo, en realidad, tengo otras cosas que hacer.

Así que dejo sola a Lucinda, susurrándome con esa voz que me fascina, mientras me dedico a cualquier tarea cotidiana, banal, como recoger mi cuarto o limpiar la cocina.

Y así va pasando el domingo, otro domingo más.

2 comentarios:

elisewin dijo...

Mis días sonoros se llenan de folk americano. He descubierto dos voces más: Alela Diane y el grupo Moriarty.
Creo que me gustan porque esta música, "tradicional", en vez de tener raíces monolíticas (puras, a lo Ibarretxe;), éstas parecen ramificarse y beber de la música irlandesa, de ritmos africanos, de aires gitanos...mostrando un "follaje" musical rico y emocionante. Parecen reconocer que "lo tradicional", los supuestos orígenes, la obsesión de tantos, siempre ha sido traído por otros...el absurdo de la identidad (aunque lo reconozca necesario).
O a mí me lo parece. O soy yo, la catalana de pura cepa diversificada, que echa raíces buscando donde la copa no le llega...;)
petonet*

grankabeza dijo...

Toda la música, toda la cultura, es mestiza, y probablemente la música tradicional más que ninguna, porque proviene de múltiples generaciones, de miles y miles de voces anónimas, olvidadas, cada una con sus influencias, sus preferencias, sus peculiaridades.

Como ya he dicho muchas veces, me gusta pensar que soy culturalmente (que para mí es prácticamente como decir musicalmente) tan yankee (Dylan, Cohen, Lucinda, tantísimos otros) como español, con un deje del sur (Johansen, Drexler, los brasileiros) y un inconfundible toque francés (Bénabar, Brassens).

O sea, que tengo, porque me he ido buscando, unas raíces muy ramificadas...

;-)