10 de junio de 2008

Majadahonda es una de las múltiples ciudades dormitorio de Madrid, con tantos habitantes como Toledo, y con una "zona de ocio" de las más grandes y espantosas que hay por estos lares.

Pero también es, o fue, otra cosa.

Esta tarde, después de flipar con la paliza de España a Rusia, he salido a trotar un rato por el campo. Y no he sido el único que ha decidido darse una vuelta para disfrutar de la luz del atardecer porque, en un recodo del camino donde las últimas lluvias han formado un gran charco, me he encontrado abrevando lo que en un principio me han parecido varios perros grandes. Y tan grandes: cuatro jabalíes, dos adultos y dos crías.

Y tan absortos estaban, bebiendo el agua que ha caído esta misma tarde, que he podido quedarme un minutillo mirándolos, flipando esta vez de verdad.

Hasta que el más grande, el papá, se ha percatado de mi presencia, se me ha quedado mirando un instante (yo, quieto cual estatua, claro), se ha asustado y se ha llevado a la familia al bosquecillo cercano.

Y yo que, lo admito, también me había asustado un poco al imaginarme a ese bicharraco viniendo lanzado hacia mí para defender a su prole, he seguido corriendo con una sonrisa en la cara.

3 comentarios:

elisewin dijo...

Majadahonda es una de las múltiples ciudades dormitorio de Madrid, con tantos habitantes como Toledo, y con una "zona de ocio" de las más grandes y espantosas que hay por estos lares.

Pero también es, o fue, otra cosa.

Esta tarde, después de flipar con la paliza de España a Rusia, he salido a trotar un rato por el campo con mi familia. Después de tanto ejercicio nos hemos parado a beber un ratito en uno de esos charcos que milagrosamente aún se forman en oasis de barro entre el asfalto. Es uno de nuestros pequeños paraísos, pero no exclusivo!: a unos metros de nosotros, he descubierto a un animal grande que trotaba sobre dos patas. De reojo he visto como se paraba, quieto como una estatua, y nos observaba con cara alucinada. Yo, asustado, le he desafiado con la mirada. Si viene hacia nosotros, mis pequeños podrian dispersarse y acabar atropellados en alguna carretera desgraciadamente próxima.
He comprobado que hay cosas que aún se mantienen: el animal bípedo se ha quedado petrificado, intuyo que por miedo a mi embestida. Los colmillos, mi tamaño y las cuatro pezuñas han tenido el efecto esperado: hemos podido marchar tranquilamente con la familia a buscar algun lugar más boscoso, más escondido...de los pocos que aún quedan en el campo de Majadahonda.

;OP

grankabeza dijo...

:-D

Anónimo dijo...

A ver si resulta que te he contagiado lo mío. Te recuerdo, además, que algunas de las caquitas de lobo de Bercianos las descubriste tú mismo.

Te tenías que haber venido a la (fallida) Operación Oso!