17 de diciembre de 2009

Conversar

Probablemente ya lo he dicho aquí hace tiempo, pero ahora lo acabo de relacionar con lo que he escrito hace un rato: para mí la vida es esencialmente una conversación que nunca termina (hasta que termina, claro), en la que los interlocutores van y vienen (algunos permanecen, otros desaparecen), en la que las respuestas van cambiando aunque las preguntas, las importantes, son siempre prácticamente las mismas.


Y para hablar (o para oír hablar...), nada mejor que estar rodeado de mujeres.

5 comentarios:

C. dijo...

Haces cómo los gatos, te relames. Relames hasta acabar con el último buen recuerdo que te corre por dentro

grankabeza dijo...

Mejor acabar con los malos recuerdos, ¿no?

Yo tengo tendencia a arramblar y borrarlo todo, lo bueno y lo malo.

Aunque la verdad es que ni siquiera sé de qué estamos hablando... Eso también me pasa con frecuencia.

;)

C. dijo...

Con los malos recuerdos,sí. Sólo me gusta como te demoras en alargar los buenos hasta recordándolos.

Besotes

es obvio que ayer tuve un momento de mal mood

Jose Manuel dijo...

Las conversaciones y las cartas son, a día de hoy, los mayores presentes que puedo recibir o cincelar. Con ese inequívoco aroma de tiempos perdidos escondido entre palabras y papel.

grankabeza dijo...

Acabo de entender tu frase ayer...

Es cierto, me gusta relamerme los buenos recuerdos.

Pero no para acabar con ellos ni para limpiarme, sino sólo para seguir saboreándolos.

:)