En mi última visita a Barcelona, en una incursión en la Fnac, me hice con la tercera temporada de la mejor serie televisiva (con perdón de Los Soprano) que yo he visto nunca.
Había oído que, después de dos temporadas magníficas, la cosa flojeaba en esta tercera. Pues de eso nada. Casi diría que es aún mejor (y eso es mucho decir) que las dos anteriores.
O, quizá, lo que sucede es que me llega en un momento distinto, me identifico más con las historias de la familia Fisher y allegados que nos cuentan Allan Ball y un ejército de guionistas, directores y demás. Como sucede con las grandes canciones, los mejores libros, algunas películas inolvidables, a veces tengo la sensación de que Six feet under (A dos metros bajo tierra es demasiado largo para un título...) está escrita para mi particular deleite.
Toca todos los temas fundamentales de la vida (y la muerte, claro): el amor, la amistad, el sexo, la búsqueda de la felicidad, de la libertad. Siempre con inteligencia, sin maniqueísmos, con ternura pero siempre con ironía.
Para colmo, cuenta con el oficio (hermosa palabra) de la industria americana, que no tiene rival: no es sólo que tengan más dinero, sino que lo gastan bien. La iluminación, la atmósfera, la ambientación, todo es absolutamente creíble.
Y, por supuesto, los actores: simplemente impresionantes. Todos y cada uno tienen, a lo largo de los distintos episodios, momentos cómicos, otros dramáticos, cambios bruscos de intensidad, peleas, reconciliaciones, escenas de intimidad (no sólo sexo, pero también). Y lo bordan. Lo cual, claro, no es únicamente mérito suyo, sino también de quien los dirige, de quien es capaz de sacarles esas interpretaciones memorables.
Cuando veo películas extranjeras, sobre todo americanas, siempre acabo pensando que los actores son mucho mejores que los españoles. Aquí, es verdad, hay unos cuantos buenos intérpretes. Pero, en cualquier película, siempre hay varios secundarios que desentonan, que rompen la ilusión, que evitan que te lo creas del todo. A mí eso nunca me pasa con Six feet under, tampoco con Los Soprano, ni con tantísimas otras grandes películas, o no tan grandes. No sé si se debe a que me es mucho más fácil reconocer la impostura, las frases inverosímiles, la entonación forzada, en mi lengua materna. Pero tengo la convicción de que no es eso, o no es sólo eso. Simplemente, son mejores actores.
Ahora, una vez apurada la tercera temporada, sólo queda esperar que no nos tengan en ascuas mucho más de un año para poder disfrutar de la siguiente. Y entretanto, "revisitar" las dos anteriores para seguir disfrutando con Nate, Claire, Dave, Ruth, Federico, Keith, Brenda, George y compañía.
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