8 de septiembre de 2006

Siempre Sabina

El miércoles asistimos al conciertazo del maestro en el ruedo capitalino. No estoy muy locuaz, así que dejaré que Juan Cruz hable por mí.

Pese a mi extraño estado de ánimo, que no me permitió disfrutar todo lo que me hubiera gustado, puedo decir que el concierto fue emocionante: me pareció ver a Sabina soltar una lagrimita cuando agradecía al público el calor y el cariño, tras habernos ofrecido sus dos himnos a Madrid, a cual más hermoso y emotivo: Yo me bajo en Atocha y la imperecedera Pongamos que hablo de Madrid. Esta última, claro, con el final "corregido":

Cuando la muerte venga a visitarme
No me despiertes, déjame dormir
Aquí he vidido, aquí quiero quedarme
Pongamos que hablo de Madrid


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