...que decía el sabio (la sabia, para ser más exactos).
Estaba cocinando en mi recién estrenada cocina toledana (purecito de verduras, rico rico) y, como siempre, he puesto la radio para que me hiciera compañía. Por la hora, lo que toca son tertulias más o menos políticas, más o menos sesudas, más bien aburridas. Así que he cambiado a Radio 5, "Todo noticias", y me encuentro, sorprendentemente, con Vino y besos, de mi admiradísimo Javier Rubial, al que tenía bastante aparcado desde su concierto en Cádiz, que nos dejó un sabor de boca agridulce.
Hace apenas una semana, quién sabe por qué (yo creo que lo sé, pero no lo diré... uuuhh), volví a su música, a su precioso último disco y me volvieron a entrar ganas de ir a verle a la Galileo cuando tenga a bien dejarse caer por la capital del reino.
Pues ahora, por la radio, me entero de que estará en los próximos días en el Popkomm de Berlín, junto con Marlango, representando a España.
Como buen fan de Ruibal, sé que tiene bastante éxito fuera de su país, en especial en Gran Bretaña, donde se llegó a publicar un recopilatorio de sus últimos discos. Y no deja de sorprenderme, aunque no del todo: cuánto se pierden quienes no entienden las emocionantes letras del maestro, y sin embargo, qué fácil es imaginar lo que, sólo con su voz, con su guitarra y la de Tito, es capaz de remover en los afortunados que tengan la oportunidad de verle en Berlín, o donde sea.
El poder de la música, claro.
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