¡Me gusta mucho lo que hacés!
¡Te bajaré a MP3!
Kevin Johansen
¡Te bajaré a MP3!
Kevin Johansen
Esta mañana venía escuchando, como hago últimamente, La Madriguera de Manrique cuando ha sonado Te quiero igual, del gran Calamaro, y me he dado cuenta de que el disco al que pertenece la canción, Honestidad brutal, tiene ya diez años.
Y aún recuerdo cuando fui a comprarlo, y lo flipado que estaba con él cuando lo escuché. Y la de veces que lo ponía...
Y entonces he pensado en lo mucho que ha cambiado mi relación con la música desde entonces, desde la era pre-mp3, pre-internet.
Ahora puedo escuchar muchísimas más cosas de las que antes podía soñar. Cualquier canción que escuche en algún sitio, o sobre la que lea algo, me la puedo bajar en un momento. Así fue, por ejemplo, como descubrí a Kevin Johansen (magnífico su Son del MP3...), a Lucinda Williams, y a tantos y tantos otros.
Sin embargo, hay un aspecto de este cambio que no me gusta tanto: antes, cada disco lo escuchaba decenas, incluso cientos de veces. Llegaba a saber qué canción iba a sonar a continuación, incluso antes de la primera nota. Me sabía de memoria las letras, los detalles.
Eso ahora lo he perdido, a fuerza de querer abarcar tantísimo como tengo a mi disposición (soulseek mediante, claro).
Y a veces lo echo de menos, como esta mañana cuando Manrique me ha puesto a Calamaro.
En la era anterior al mp3, solía elaborar en mi kabeza una lista de los discos que más veces había escuchado. Ahí estaban siempre Graceland, de Paul Simon, New York, de Lou Reed, el disco doble en directo de Joaquín Sabina y Viceversa (que ni siquiera tenía en cd, sino sólo grabado en una cinta), probablemente también el mítico Ante todo mucha calma de Siniestro Total y el citado Honestidad brutal de Calamaro.
Ahora sé que esa lista ya difícilmente cambiará. Escucharé muchos, muchísimos discos más (¡alabado sea el Gran Internés!), pero ya nunca será como entonces.
Y aún recuerdo cuando fui a comprarlo, y lo flipado que estaba con él cuando lo escuché. Y la de veces que lo ponía...
Y entonces he pensado en lo mucho que ha cambiado mi relación con la música desde entonces, desde la era pre-mp3, pre-internet.
Ahora puedo escuchar muchísimas más cosas de las que antes podía soñar. Cualquier canción que escuche en algún sitio, o sobre la que lea algo, me la puedo bajar en un momento. Así fue, por ejemplo, como descubrí a Kevin Johansen (magnífico su Son del MP3...), a Lucinda Williams, y a tantos y tantos otros.
Sin embargo, hay un aspecto de este cambio que no me gusta tanto: antes, cada disco lo escuchaba decenas, incluso cientos de veces. Llegaba a saber qué canción iba a sonar a continuación, incluso antes de la primera nota. Me sabía de memoria las letras, los detalles.
Eso ahora lo he perdido, a fuerza de querer abarcar tantísimo como tengo a mi disposición (soulseek mediante, claro).
Y a veces lo echo de menos, como esta mañana cuando Manrique me ha puesto a Calamaro.
En la era anterior al mp3, solía elaborar en mi kabeza una lista de los discos que más veces había escuchado. Ahí estaban siempre Graceland, de Paul Simon, New York, de Lou Reed, el disco doble en directo de Joaquín Sabina y Viceversa (que ni siquiera tenía en cd, sino sólo grabado en una cinta), probablemente también el mítico Ante todo mucha calma de Siniestro Total y el citado Honestidad brutal de Calamaro.
Ahora sé que esa lista ya difícilmente cambiará. Escucharé muchos, muchísimos discos más (¡alabado sea el Gran Internés!), pero ya nunca será como entonces.
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