6 de enero de 2009

Uno de mis propósitos para este nuevo año es recuperar la capacidad de concentración que una vez tuve, y que tan útil me fue para, por ejemplo, salir más o menos indemne (en lo intelectual...) de la Facultad de Ciencias de la UAM.

Ayer me hice un regalo de Reyes: me compré una pluma estilográfica.

Hubo un tiempo en que la gente no escribía únicamente blogs, mails y chats. En esa época remota, alguien me enseñó que una persona elegante sólo podía utilizar una pluma.

En algún momento olvidé esta lección básica, como tantas otras. Pasé de lo analógico a lo digital y comenzó el desastre.

Para poder aprovechar al máximo las innegables posibilidades de Internet, he decidido que tengo que volver al mundo analógico. Esto para mí se traduce en dos hábitos fundamentales que quiero retomar: la lectura de libros (enteros, no sólo las treinta o cincuenta primeras páginas, que eso ya lo sé hacer) y la escritura manual, lejos de la tentación del navegador y sus infinitas pestañas.

Es probable que el blog se resienta por esto último, pero además creo que me conviene guardarme mis vómitos emocionales para mí (keep them to myself).

Eso sí, espero seguir dando cuenta puntualmente del resto de desvaríos a mis queridas lectoras.

1 comentario:

elisewin dijo...

Oh,
este otoño cayó en mis manos,o mejor, en mis dedos, que son los que teclean, una pluma que en un extremo es elegante y antigua, y en el otro, a modo de falso tapón, tiene un lápiz de memoria de 2Gb.
Me gusta, satisface mis momentos más orgánicos (y románticos) y a la vez las urgencias más tecnológicas.
Te doy una idea, es casi un poema visual de principios del s.XXI...
un petó reial;P