Gran momento cultureta el que vivimos anoche mi querido A. y yo en Toledo, con ocasión de la conferencia magistral con que nos iluminó Jaime Alvar, catedrático de Historia Antigua de la Universidad Carlos III de Madrid.
Reconozco que yo me esperaba otra cosa, algo parecido a una narración de cómo eran las cosas por aquí en esa época.
Y sin embargo, fue más bien "meta-histórico", sobre cómo se construye el relato histórico, quién interviene, qué factores afectan a los historiadores, la relación de la Historia con la política, la religión, el poder en suma.
Quizá si viviésemos en algún lugar más tecnológicamente avanzado (pienso en Estados Unidos, claro), los organizadores de la charla habrían pensado en grabarlas y ponerlas a disposición del público general a través de la Web. De momento, esto es España, y lo único que se encuentra sobre el ciclo de conferencias del que formó parte la de ayer es esto.
Ya que no se puede acceder a la información, y teniendo en cuenta también que cualquier cosa que pudiera yo escribir traicionaría las brillantes, lúcidas y provocadoras palabras del profesor Alvar, copio una pequeña entrevista que he encontrado aquí [La Opinión de La Coruña] para que quede claro el tono de lo que ayer pudimos disfrutar:
-¿Hay que entender la historia como un curso unitario, una plácida versión continuista o como algo que se va amontonando?
-Yo no hubiera dicho amontonamiento sino algo acumulativo. En esta disciplina nunca las preguntas y las respuestas son las mismas porque la historia es puro cambio, no es maestra de la vida, como dijo Cicerón. Nunca se repite la historia porque nunca se dan las mismas condiciones.
-O sea que la investigación histórica es siempre una página abierta...
-Sí. Sistemáticamente nos tenemos que replantear el pasado porque nunca el presente es el mismo que antes. Nunca se puede escribir la historia definitiva de algo porque desde cada presente se le van a hacer diferentes preguntas.
-Con frecuencia se utiliza el pasado para justificar el presente...
-Permanentemente, porque si no el pasado no interesaría. Lo que interesa del pasado es su uso, su instrumentalización, lo que puede servir para la argumentación de hoy. Por eso reivindicaciones políticas u otras buscan sustento en el pasado, como si les prestara un marchamo de fiabilidad o prestigio. Los feminismos, por ejemplo, buscan matriarcados en el pasado.
-¿Y los nacionalismos?
-Evidentemente. Se ponen de manifiesto de mil formas diferentes como la inversión económica en yacimientos prerromanos que se identifican con las autonomías del presente. Los nacionalismos del siglo XIX y sus remanentes modernos, por ejemplo, buscan en la arqueología la confirmación de sus posiciones políticas e ideológicas.
-¿Qué relación hay entre ideología y construcción de la historia?
-Sólo el tonto de remate o el muy perverso puede afirmar que es posible observar con objetividad el pasado. La historia es pura ideología, no datos, fechas sino procesos.
-¿Nos representan los íberos a los actuales españoles?
-No hay relación alguna. Ellos no tenían conciencia de ser unidad etnocultural y nosotros no podemos reconocernos en una conciencia que no existió.
-¿Y qué decir de los celtíberos? ¿Son responsables del mapa cromosómico español?
-Eso es una invención del presente para identificarnos con una de las realidades etnoculturales del pasado y poder afirmar que el español es de unas características distintas al resto de los pueblos de Europa. Nacionalismos decimonónicos.
[...]
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