20 de diciembre de 2005

¡Sabina, ladies and gentlemen, Sabina!

Esta noche, si Joaquinito se porta bien, volveré a ver en concierto al más grande de los cantautores españoles, al peor cantante.

Once o doce años después de verlo en Las Ventas, curiosidades de la vida, repetimos tres de los cuatro que allí estuvimos, sólo Lucas se ha desviado del recto camino.

No me pilla el concierto en un momento álgido de sabinitis, pero tampoco creo que eso sea malo: llevo varias semanas sin escuchar ninguno de sus discos, y llego así más fresco.

En el de Calamaro, por ejemplo, me ocurrió lo contrario, y el concierto no fue tan intenso como esperaba, porque me sonaba demasiado parecido al disco que acababa de sacar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

si es que eres tú el que tendrías que escribir y no yo...
Ha sido como ir, ha sido como escuchar "Yo me bajo en Atocha", canción que antes de tener todas las bellas y tristes y connotaciones que tiene, ya me hacía extrañar una ciudad que hice mía por voluntad y por el derecho universal que da Madrid a sentirse a quien quiera de allí...
Leerlo es sentir la piel erizada, la punzada de una nostalgia incurable y el dolor de un exilio autoimpuesto, que no deja de ser un exilio, un vacío y una carencia que ni el mar cura.
grande tu crítica, grande tu blog