Anoche, viniendo desde el aeropuerto de Luton a su casa en Cambridge, D. me informa de que ha muerto Fernán-Gómez.
Aunque había leído que llevaba unos días ingresado en La Paz, y sé que tenía 86 años, la noticia no ha dejado de sorprenderme: hay personas (quizá son más bien personajes) que parecen inmortales, cuya muerte, por muy mayores que sean, no puede ser algo normal, algo esperable.
Para mí, el grandísimo Fernando era uno de ésos.
(Aquí se pueden ver varios pequeños extractos del documental La silla de Fernando que menciono en el post que enlazo arriba)
1 comentario:
Puta vida.
Me entero, leyendo lo que escribe Cayetana Guillén Cuervo sobre la muerte de Fernán-Gómez, de que ayer mismo era el cumpleaños de Emma Cohen, el "amor de su vida".
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