Hace mucho tiempo, cuando prácticamente acababa de estrenar el blog, me congratulaba de la suerte que tenía de haber podido ver en concierto a casi todos mis grandes mitos: Dylan, Van Morrison, Sabina, Drexler, Ruibal, Calamaro y hasta Kevin Johansen.
El único borrón en la lista era quien es, junto a Dylan, uno de los más grandes poetas que han escrito canciones, un caballero místico y sensual, mujeriego empedernido y monje budista: Leonard Cohen.
Pensaba entonces que no tendría ya ocasión de rendirle pleitesía acudiendo a uno de sus conciertos, pues sabía que desde 1993 no había salido de gira, y contaba más de 70 años.
Pero hete aquí que, probablemente motivado en parte por su precaria situación económica, Cohen sale de gira mundial. Y, al menos por el momento, parece que en España únicamente tocará en el Festival de Benicàssim. Lo cual ha propiciado que, junto a mis queridos N., R., y g., acabemos de comprar entradas para verle en julio en Amsterdam.
Ciudad, por cierto, donde se grabó el que es para mí su mejor disco (pirata), que encontré hace tiempo por obra de soulseek, mi hacedor de milagros cotidianos.
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