31 de mayo de 2008

La semana pasada vi al fin Cosas que nunca te dije, de Isabel Coixet, una peli con cierto pedigrí por la que siempre había sentido curiosidad, en parte por recomendación de mi querido B.

Y me pasó lo que esperaba, lo que me ha pasado con otras pelis suyas (la excepción, Mi vida sin mí, que no me atrevo a volver a ver por si acaso...): me molesta el toque Coixet, me pone nervioso.

Para mí se trata de una mezcla de tristeza impostada, romanticismo cursi y el recurso a las casualidades, a los sucesos inexplicables, absurdos, para crear una atmósfera lírica que a mí sólo me resulta patética, en el peor sentido de la palabra.

No me emociona. Y además me irrita.

Anoche me temí lo peor cuando empecé a ver My blueberry nights, de Wong Kar Wai, autor de la maravillosa In the mood for love, y mi fino olfato percibió el tufillo Coixet...

Menos mal que, mitómano y arbitrario como soy, el hecho de que la película la protagonizase Norah Jones (sí, Norah Jones) hizo que suspendiese el juicio y disfrutase de una película extraña, de la habilidad estética del director, de la actuación de sus compañeros de reparto (casi nada: Jude Law, Natalie Portman, el gran David Strathairn, la bellísima Rachel Weisz).

La verdad es que Norah, en su debut como actriz, no lo hace mal pero no está a la altura de esos monstruos. Y no es raro, porque ésa es mucha altura.

Pero me da igual, porque para mí ya está más allá del bien y del mal. Varias veces a lo largo de la película me sorprendió una sensación que no había tenido nunca: cuando la oía hablar, algo me hacía pensar "yo esta voz la conozco", me sonaba como la voz de una amiga, de un familiar, tan cercana que no me cuadraba oírla en la televisión.

Es que son ya unos cuantos años y, sobre todo, miles y miles de veces, las que llevo escuchando su hipnótica voz en canciones como esta preciosidad, escrita por uno de los grandes del country, Waylon Jennings, y que aquí ella canta junto a otro mito viviente, Willie Nelson:



The Wurlitzer Prize

I'm not here to forget you
I'm here to recall
The things we used to say and do
I don't want to get over you
I don't want to get over you

I haunt the same places
We used to go
Alone at a table for two
I don't want to get over you
I don't want to get over you

Outta give me the wurlitzer prize
For all the silver I let slide down the slot
Playing those songs so blue
Help me remember you
I don't want to get over you

A fresh roll of quarters
Same old song
Missing you through and through
I don't want to get over you
I don't want to get over you

Outta give me the wurlitzer prize
For all the silver I let slide down the slot
Playing those songs so blue
Help me remember you
I don't want to get over you
I don't want to get over you
I don't want to get over you

Waylon Jennings

Y ya que estoy lanzado, Norah con Kris Kristofferson cantando a Johnny Cash:

28 de mayo de 2008

Ayer me puse deberes, y hoy por fin le dedico un rato a hacerlos.

Hace unas semanas descubrí este peculiar blog, donde varios cantautores estadounidenses escriben sobre cómo crean sus canciones.

De los cuatro autores yo sólo conocía a Suzanne Vega, por supuesto. Y a Rosanne Cash, pero por ser la hija del mítico man in black, aunque no había escuchado la música que hacía.

Me bajé algunos discos suyos, de la Cash, y lo cierto es que no me acaba de gustar, me deja bastante indiferente.

Y sin embargo, el artículo que leí ayer me interesó y me emocionó profundamente.

Creo que se debe en parte a mi curiosa relación con la música (curiosa para mí, claro), que es análoga a la que tengo con la literatura, aunque menos exacerbada.

Con los libros me pasa lo siguiente, probablemente ya lo he escrito aquí alguna vez: leo muy pocos libros, cada vez menos. Sin embargo, me encanta leer sobre libros, sobre escritores. O, últimamente, escuchar a los propios escritores hablar sobre sus libros, sus razones para escribir, sus objetivos, sus técnicas y herramientas.

(Por cierto, magnífico el podcast de las dos conferencias que dio hace un par de años Antonio Muñoz Molina en la Fundación Juan March de Madrid, que disfruté la semana pasada mientras bajaba a Salobreña, precisamente al atravesar su cuna jiennense. Al ir al buscarlas para poner el enlace descubro que han subido otras que dio en la misma institución en 1991. Lujazo.

Y ya puestos, aquí se puede escuchar al propio Muñoz Molina leyendo un texto suyo en inglés. Con muy buen acento, by the way)

Con la música me pasa algo parecido: me encanta leer sobre los cantantes y compositores a los que admiro, entrevistas con ellos, biografías, artículos sobre sus discos, sobre sus vidas.

Pero el caso de este post de Rosanne Cash es algo diferente, porque, como he dicho, su música no me apasiona (aunque es verdad que menciona a Kris Kristofferson, que es uno de los dioses menores de mi cada vez más poblado olimpo musical, y eso ya hace que para mí merezca la pena leerlo)

Sin embargo, lo que escribe sobre la relación entre los hechos "reales" y la supuesta ficción de sus canciones me resuena, y me encanta la manera que tiene de expresarlo, de contestar a un lector que le echa en cara su opinión en contra de quienes, a la hora de escribir canciones, tienen un apego desmesurado por los hechos, quienes se oponen a cambiar una sola coma para mejorar la canción si eso supone "traicionar" lo que vivieron y tratan de expresar mediante la música.

Y me gusta mucho también cómo relata el proceso de creación, en pandilla, de la canción de la que habla, que aún ni siquiera tiene título (se puede escuchar un fragmento en la propia página del post).

Y, por supuesto, los versos que cita, maravillosos:

You want love
But it’s never deep enough
You want life
But it’s never long enough
You want peace
Like it’s something you can buy
You want time
But you’re content to watch it fly

27 de mayo de 2008

26 de mayo de 2008

¿A quién quieres más, a papá o a mamá?

Si es que soy un desgraciao: El cabrón de Tom Waits viene a tocar a España justo durante los cuatro días que yo me piro a Amsterdam a ver a Leonard Cohen.

(Leo esta frase y me doy cuenta de que hace unos meses me habría parecido un delirio, un absoluto desvarío...)

21 de mayo de 2008

Nota del autor

Aprovechando la festividad local del Corpus Christi, y como me quedé con ganas de más Salobreña cuando estuvimos allí en manada hace unas semanas, en cuanto termine de currar hoy me bajo para allá hasta el domingo.

Probablemente no tenga acceso a internet en estos días (¿¿sobreviviré??) así que para que no me echéis demasiado de menos he dejado unos cuantos turrones surtidos de lo más interesantes en el otro blog: nacionalismo, lengua, identidad, financiación autonómica.

Muy recomendables, en serio.

20 de mayo de 2008

Tus ojos son dos océanos nada pacíficos

(Leído en el libro de Ruy Castro sobre la historia de la bossa nova)

I've been trying to find myself, but I dont know where to look

I’ve been trying to find myself
But I don’t know where to look
My friend found himself in a Buddha book
So I went down to the city mall
To the new age store
But when I got there I forgot what I’m looking for

So I signed up for yoga at the local gym
And I paid fifteen dollars to find out what’s within
Well it’s kind of like the garage
Full of twenty years of junk
Hey look there’s that old vinyl skirt
I wore when I was punk

I’ve been trying to find myself
But I don’t know where to look
My friend found herself in a Chicken Soup book
So I went down to the city mall
To the crystal store
But when I got there I forgot what I’m looking for

I went to see the Dalai Lama and his band
He’s still rocking hard
Though he got kicked off his land
And I left with a t-shirt and a warm and fuzzy grin
Now I’m smoking incense and I’ve learned to love again

Now I’m eating real food
Like organically grown beans
And I don’t wash my hair now
Cause it’s not about being clean
If I had fifty dollars well I’d give it all away
But there’s this course on sharing
And the deadline is today

Cause I’ve been trying to find myself
But I don’t know where to look
My friend found himself in a Dr. Phil book
So I went down to the city mall
To the psychic fair
But when I got there no one knew what I was looking for

Audrey Auld Mezera

18 de mayo de 2008

Hoy me pasaría el día escuchando a Lucinda Williams y escribiéndote, tratando de explicarte qué siento, por qué la música, su música, me conmueve de esta manera.

Pero tú no existes.

Y yo, en realidad, tengo otras cosas que hacer.

Así que dejo sola a Lucinda, susurrándome con esa voz que me fascina, mientras me dedico a cualquier tarea cotidiana, banal, como recoger mi cuarto o limpiar la cocina.

Y así va pasando el domingo, otro domingo más.

16 de mayo de 2008

Hace unos meses creé el otro blog para no aburriros más de lo necesario con mis obsesiones (anti-)identitarias, antinacionalistas.

Y desde entonces creo que he conseguido mantener estos desvaríos libres de ellas. Sobre todo porque, a raíz de mi viaje a Argentina y sin saber bien por qué, conseguí cansarme yo mismo de darle vueltas a por qué otros le dan tantas vueltas a estas cosas.

En fin.

Pero quiero escribir esto, porque el otro día, escuchando a monseñor Ibarretxe, quiero decir, al lehendakari de los vascos y las vascas, condenar el asesinato por ETA del Guardia Civil Juan Manuel Piñuel, me volvieron a salir sarpullidos al oírle decir, entre otras joyas, cosas como:

El Pueblo Vasco somos un pueblo pacífico y trabajador. Y sin embargo, a través de todos los medios de comunicación, se está viendo al Pueblo Vasco desde un punto de vista de la violencia que se genera en su seno.

Una imagen falsa, una imagen alejada de nuestra realidad, de nuestra forma de ser, de nuestros valores.

Quiero […] que reflexionemos acerca del daño tan terrible que ETA hace a la imagen de este pueblo en el mundo.

Y además nos hace un daño moral, irreparable, también por dentro. Porque nos traslada, un día y otro también, y ya son demasiados, la sensación de que no podemos salir de este agujero negro, de que tenemos que seguir conviviendo con la violencia, de que no podemos encontrar soluciones para avanzar en la definición de nuestro futuro.

Y cuánto daño hace ETA, cuánto daño hace ETA también, a las posiciones legítimas de una parte muy importante de la sociedad vasca que queremos profundizar, a través del diálogo, la palabra y la política, en nuestra identidad como pueblo.

Cuánto daño está haciendo ETA a quienes defendemos que el Pueblo Vasco es uno de los pueblos más antiguos de Europa, y que queremos profundizar en nuestra identidad como pueblo, conviviendo, eso sí, con los demás pueblos del mundo.


Que profundicen a gusto en su identidad de pueblo milenario, "los últimos indígenas de Europa", que se empapen en ella, a ver si se ahogan de ser tan vascos.

Que avancen de una vez, que definan su futuro. Un futuro que, en sus ensoñaciones, consistirá en la vuelta a las raíces originarias, a las esencias inmutables de su identidad como pueblo.

Qué coñazo.

(Pero aquí estoy yo escribiendo sobre ello, que es casi lo que más me molesta de todo...)

(Añado: y aquí está también mi admirada Elvira Lindo insistiendo en lo obvio)

11 de mayo de 2008

Tengo un problema con el tiempo.

Para mí, de alguna forma, se paró hace casi ocho años, cuando mi hermana murió. O eso quiero pensar y quizá el problema viene de antes, de siempre, y el trauma únicamente lo agravó.

Esto no significa que yo siga viviendo esos momentos, o quizá sí (me cuesta tener alguna certeza a este respecto, no me fío nada de lo que pienso, digo, escribo). Lo que me pasa es que no consigo ver la continuidad, soy incapaz de planificar mi futuro de una forma realista, sensata, de dar los pasos para construirme una realidad distinta, mejor, donde esté más a gusto, contento, o al menos tranquilo, sin esta angustia que últimamente siento cada vez más a menudo.

Voy de sueño en sueño, de ilusión en ilusión, pero nunca llevo nada a la práctica. Ni siquiera doy el primer paso, porque siempre encuentro una excusa para retrasarlo indefinidamente hasta que cualquier otra posibilidad pasa por mi kabeza y me aferro a ella con pretendida esperanza.

A esto se une mi incapacidad para centrarme profesionalmente, para decidir qué quiero ser de mayor, es decir, ahora. O quizá lo primero sea causa de lo segundo, no lo sé.

Nunca he pensado demasiado en cómo quería que fuese mi vida y ahora tengo la impresión de que se han ido cerrando puertas, posibilidades, y me faltan fuerzas, voluntad, disciplina, capacidad, para recuperar el tiempo perdido, para volver a ponerme en marcha.

Lo único que tengo claro es que el tiempo pasa, a pesar de mis fantasías, y no avanzo, no crezco.

Sigo siendo un niño, pero con 31 años.

Pero estoy harto de mí, de pensar estas cosas, de la impotencia y la frustación que siento ahora mismo.

Y, aunque escribir esto me alivia de algún modo extraño, como le sucede a David Grossman al escribir sobre su país o sobre la muerte de su hijo, no sé qué hago publicándolo, dejando que alguien lo lea. Es probable que me arrepienta y lo borre. Pero quizá lo deje, aunque sólo sea para recordarme a mí mismo, cada vez que una nueva ensoñación se me cruce por la mente, que no es eso, que ya está bien.

(En resumen, y mucho mejor expresado)
"We're so lucky to be alive at the same time Leonard Cohen is"

Lou Reed (& grankabeza)


Una maravilla.

Aquí en inglés.

Y aquí se puede descargar en mp3.

10 de mayo de 2008


Sé que estoy pesadito con el tema, pero es algo importante para mí, por varios motivos de los que quizá hable aquí en detalle alguna vez.

Me dije hace un tiempo que cuando consiguiese perder diez kilos colgaría en el blog este gráfico que hoy subo, resultado de mis diez meses de compromiso.

Aún no he cumplido mi objetivo final, pero ya he recorrido más de la mitad del camino. A ver si me sirve de ejemplo, coño.
Me admira la gente que tiene las cosas claras. Y a la vez me da un poco de miedo.

Yo me siento incapaz de afirmar algo con rotundidad, por mucho que lo haga a menudo, como todo el mundo, y que alguna vez hasta lo diga en serio.

Vivo en un estado de confusión permanente, tengo la sensación de estar rodeado de una bruma mental que me impide pensar con claridad. Y, por otra parte, pienso que esto no les pasa a los demás, que cuando ellos afirman algo con contundencia, con convicción, es porque realmente no tienen dudas.

A mí me parece que la complejidad del mundo me supera, que al emitir una opinión estoy generalizando, simplificando, falseando lo que realmente es, lo que existe.

Supongo que no hay escapatoria, que esto es así y con ello hay que vivir, que la alternativa es simplemente quedarse quieto y observar, sin poder actuar, sin capacidad para cambiar nada. Y que nos pasa a todos aunque quizá muchos ni se den cuenta.

7 de mayo de 2008

As i look out my window...


Es un lujo vivir a 20 minutos de Madrid, en una de sus ciudades-dormitorio, y sin embargo poder ver verde al asomarme a la ventana.

5 de mayo de 2008

Para compensar lo anterior, o mejor dicho, para rematar la faena, post cultureta: entrevista de José María Calleja a la gran Esther Tusquets a propósito de su muy interesante libro de memorias.
Se me acusa con frecuencia (y cierto fundamento, à quoi bon le nier) de ser un idealista y un romántico impenitente, y detecto en el comentario cierto aire de reproche, como si fuese algo a evitar. Esto es algo que no me gusta nada, diría que incluso me molesta. Aunque, por otra parte, siendo sincero, reconozco que quienes me lo echan en cara tienen al cierta parte razón.

Ahora que vuelvo de pasar unos días con amigos en la playa podría dedicar este post hacer glosas del dolce far niente al que nos hemos dedicado con ahínco, y quizá es lo que algunos de mis fieles lectores esperan, pero no me apetece porque, pese a haberlo disfrutado, no ha sido eso lo más importante de este viaje.

De estos cuatro días, en los que me ha caído un año más en las alforjas, me quedo con tres cosas que poco tienen que ver con quienes me han acompañado y mucho con mi vida personal, interior, casi diría que íntima (si no fuese porque aquí las escribo, las echo al viento):

La renovación del compromiso que hice conmigo mismo hace ya casi un año: la voluntad de quitarme de encima todos esos kilos que me había ido echando en los tres años anteriores, de volver a encontrarme físicamente como alguna vez fui (sí, ya sé que no sólo pesan los kilos, también los años...). Vuelvo del viaje, en el que no me he privado de nada aunque he sabido moderarme en todo, más fuerte e incluso algo más delgado, contento por haber cumplido mi objetivo de hacer ejercicio allí y por comprobar cómo las míticas cuestas no me cuestan ahora tanto...

La segunda cosa importante es un convencimiento más que una constatación: la extensión de este compromiso del ámbito físico (que, por supuesto, es en parte también mental) al intelectual, al profesional. He decidido que este año, el de mis treinta y uno, va a ser un buen año. Y ya va siendo hora de poner medios para ello.

Y la tercera, last but not least, y donde sale a relucir el ramalazo poético del que ni quiero ni puedo librarme, es el reencuentro con ese pequeñísimo rincón del Mediterráneo que a fuerza de devorarlo con la mirada he acabado haciendo mío: la playa de la Guardia en Salobreña, con su inexistente arena e incómodos cantos, con su habitual legión de horterillas varios y pescadores domingueros, me ha dado probablemente los momentos de mayor tranquilidad y lucidez de mi vida.

El atardecer del sábado, en el que pese a estar acompañado estaba completamente solo frente al mar, fue el último hasta ahora.

Que sean muchos más.