Es por canciones como ésta, insisto, por lo que el blues es La Música, con mayúsculas.
Por el mítico Muddy Waters:
O, mejor aún, en voz de mujer (Etta James):
I don't want you to be no slave
I don't want you to work all day
I don't want you to be true
I just want to make love to you
I don't want you to wash my clothes
I don't want you to keep my home
I don't want your money too
I just want to make love to you
Well I can see by the way that you switch and walk
And I can tell by the way that you baby talk
And I know by the way that you treat your man
I wanna love you baby, it's a cryin' shame
I don't want you to bake my bread
I don't want you to make my bed
I don't want you cause I'm sad and blue
I just want to make love to you
Willie Dixon
29 de noviembre de 2008
27 de noviembre de 2008
Hermana
Un año más, llega este día.
Pero algo ha cambiado para mí. Por fin, después de ocho años, mi hermana es pasado.
Tengo la sensación de que la herida se ha cerrado. Queda la cicatriz, por supuesto, y pasarle por encima los dedos de la memoria duele un poco, pero ya no la reabre.
Hoy no va a ser un día triste, aunque empiece con este recordatorio para Clara.
¡Un beso, hermana!
Pero algo ha cambiado para mí. Por fin, después de ocho años, mi hermana es pasado.
Tengo la sensación de que la herida se ha cerrado. Queda la cicatriz, por supuesto, y pasarle por encima los dedos de la memoria duele un poco, pero ya no la reabre.
Hoy no va a ser un día triste, aunque empiece con este recordatorio para Clara.
¡Un beso, hermana!
26 de noviembre de 2008
Pequeño gran descubrimiento: Ruta 61, un programa de Radio 3 dedicado exclusivamente al blues, a la jodida mejor música que hay, la más terrenal, sensual, potente, oscura, triste, electrizante, vigorizante, emocionante.
Y un detalle que me encanta: lo presenta Justin Coe (J.J. Coe), al que no tenía el gusto de conocer y que no lo hace nada mal (cuenta lo justo sobre la música y los intérpretes y evita la retórica ampulosa de otros locutores de su emisora, que parece que escriben poemas en lugar de presentar canciones) pero sobre todo, aunque no tenga demasiado mérito para él, pronuncia los nombres de las personas, los lugares, las canciones, como dios manda.
Sé que puede parecer una bobada, pero eso hace que yo disfrute de la música aún más...
Y un detalle que me encanta: lo presenta Justin Coe (J.J. Coe), al que no tenía el gusto de conocer y que no lo hace nada mal (cuenta lo justo sobre la música y los intérpretes y evita la retórica ampulosa de otros locutores de su emisora, que parece que escriben poemas en lugar de presentar canciones) pero sobre todo, aunque no tenga demasiado mérito para él, pronuncia los nombres de las personas, los lugares, las canciones, como dios manda.
Sé que puede parecer una bobada, pero eso hace que yo disfrute de la música aún más...
(A)Filiaciones (s)electivas
Desde hace un tiempo, tengo como uno de mis siempre postergados (o simple y llanamente abandonados) buenos propósitos el de aprender historia.
Es algo que hace unos años no me interesaba, y por eso supongo que tiene que ver con la edad.
Cuando era (más :-P) joven, me parecía que la sociedad estaba muy mal pensada, nada tenía sentido, todo era injusto.
Con el tiempo, me he ido dando cuenta de que hay razones por las que las cosas son como son. Esto no significa que esté de acuerdo con cómo está ahora el mundo (¿a quién le importaría que lo estuviese o no?), sino que creo que es posible entender por qué está como está. Y para ello conocer la historia ayudará bastante, supongo.
En fin, todo esto para explicar otra cosa que, aunque relacionada también con la historia, con el pasado, tiene poco que ver con lo anterior.
Lo que quería escribir es una idea que me viene a la kabeza a menudo cuando discuto sobre estos asuntos con amigos o con la familia.
¿Qué sentido tiene sentirse identificado con alguien o algo que sólo existió antes de que uno mismo existiese? O, más concretamente, ¿qué sentido tiene sentirse orgulloso (o avergonzado, lo mismo da) por lo que hizo alguien que vivió antes que yo viviese?
Es algo que hace unos años no me interesaba, y por eso supongo que tiene que ver con la edad.
Cuando era (más :-P) joven, me parecía que la sociedad estaba muy mal pensada, nada tenía sentido, todo era injusto.
Con el tiempo, me he ido dando cuenta de que hay razones por las que las cosas son como son. Esto no significa que esté de acuerdo con cómo está ahora el mundo (¿a quién le importaría que lo estuviese o no?), sino que creo que es posible entender por qué está como está. Y para ello conocer la historia ayudará bastante, supongo.
En fin, todo esto para explicar otra cosa que, aunque relacionada también con la historia, con el pasado, tiene poco que ver con lo anterior.
Lo que quería escribir es una idea que me viene a la kabeza a menudo cuando discuto sobre estos asuntos con amigos o con la familia.
¿Qué sentido tiene sentirse identificado con alguien o algo que sólo existió antes de que uno mismo existiese? O, más concretamente, ¿qué sentido tiene sentirse orgulloso (o avergonzado, lo mismo da) por lo que hizo alguien que vivió antes que yo viviese?
Tampoco fui a la cita yo...
Tratado de impaciencia Nº 11
Aquella noche no llovió
Ni apareciste disculpándote
Diciendo mientras te sentabas
"Perdóname si llego tarde"
No me abrumaste con preguntas
Ni yo traté de impresionarte
Contando tontas aventuras
Falsas historias de viajes
Ni deambulamos por el barrio (calles de Chamberí...)
Buscando algún tugurio abierto
Ni te besé cuando la luna (frenesí...)
Me sugirió que era el momento.
Tampoco fuimos a bailar
Ni tembló un pájaro en tu pecho
Cuando mi boca fue pasando
De las palabras a los hechos
Y no acabamos en la cama (desnuditos por fin...)
Que es donde acaban estas cosas
Ardiendo juntos en la hoguera (frenesí...)
De piel, sudor, saliva y sombras
Así que no andes, así que no andes lamentando
Lo que pudo pasar y no pasó
Aquella noche que fallaste
Tampoco fui a la cita yo (¡qué cabrón!...)
Aquella noche que fallaste
Tampoco fui a la cita yo.
Joaquín Sabina
(El frío, la pereza y el hecho de que tendría que haber ido solo hicieron que ayer me volviese a perder el concierto de Ana Laan. Pero toca de nuevo en enero o en febrero, y quizá entonces...)
Aquella noche no llovió
Ni apareciste disculpándote
Diciendo mientras te sentabas
"Perdóname si llego tarde"
No me abrumaste con preguntas
Ni yo traté de impresionarte
Contando tontas aventuras
Falsas historias de viajes
Ni deambulamos por el barrio (calles de Chamberí...)
Buscando algún tugurio abierto
Ni te besé cuando la luna (frenesí...)
Me sugirió que era el momento.
Tampoco fuimos a bailar
Ni tembló un pájaro en tu pecho
Cuando mi boca fue pasando
De las palabras a los hechos
Y no acabamos en la cama (desnuditos por fin...)
Que es donde acaban estas cosas
Ardiendo juntos en la hoguera (frenesí...)
De piel, sudor, saliva y sombras
Así que no andes, así que no andes lamentando
Lo que pudo pasar y no pasó
Aquella noche que fallaste
Tampoco fui a la cita yo (¡qué cabrón!...)
Aquella noche que fallaste
Tampoco fui a la cita yo.
Joaquín Sabina
(El frío, la pereza y el hecho de que tendría que haber ido solo hicieron que ayer me volviese a perder el concierto de Ana Laan. Pero toca de nuevo en enero o en febrero, y quizá entonces...)
21 de noviembre de 2008
"Las líneas rojas del debate sobre la lengua"
En dos palabras: in teresantísimo el artículo de Félix Ovejero sobre el debate de las lenguas a propósito del Manifiesto por una lengua común y las reacciones que provocó (por ejemplo: 1, 2 y 3).
20 de noviembre de 2008
Concierto
Ana Laan, la fascinante low-tech lady, el próximo martes 25 de noviembre en Libertad, 8.
Creo que el concierto cuesta 5 euros y empieza a las 21:30.
¿Alguien se apunta?
Creo que el concierto cuesta 5 euros y empieza a las 21:30.
¿Alguien se apunta?
17 de noviembre de 2008
Nick Lowe
El viernes tocó en Madrid.
Me contuve y me quedé sin verlo, porque con la pasta que cuestan los conciertos me pareció que con el de Omara era más que suficiente para un solo fin de semana.
Pero me dolió leer la crítica en El País del sábado, me jodió perdérmelo.
No encuentro ningún vídeo que me mole en youtube, y tampoco sé cómo hacer para "incrustar" un archivo de sonido aquí, así que simplemente pongo la letra de una de sus canciones que más me gustan y la subo aquí (actualizo: aquí en Spotify), por si alguien tiene curiosidad.
Ahora que lo pienso, ésta tiene un aire, en el tono y en la letra, en la situación que describe, a otra de la que hablé hace tiempo.
Let's stay in (and make love)
Let's stay in
I don't really care
About tonight's affair
We don't have to go
The same crowd will be there
Like they've been before
At the last three in a row
Now you're waiting in the hall
And on the stair
Looking at you from above
And I say, darling
Just for a change
Let's stay in and make love
Please don't get me wrong
I love to party long
With my special girl
But there's some things in life
More important than a busy social world
You say “softly, darling”
You're quiet tonight
And you're right
'Cause what I'm thinking of
Is take off your dress
Let's stay in and make love
Let's take a break
Precious moments to steal
Let's forget the chattering crowd
And get down
To what's really real
I'll put on something that'll groove us
You may do the light
Then come to me darling
Let's stay in...
Slip off those things and love me now
There's a feeling of love in here
And it's you, sweet embraceable you
Just for a change
Let's stay in and make love
Nick Lowe
Gracias, Omara
Omara Portuondo celebra agradecida sus sesenta años (¡!) de carrera.
Y nosotros los celebramos (especial compañía-lejanía incluida) con ella este sábado en el Teatro Fernán-Gómez, a la sombra (también por la noche da sombra...) del banderón de Colón.
A su lado, el magnífico Jorge Drexler, con su elegante voz, con su delicadeza, que abrió el concierto cantando a dúo con ella la canción que ha compuesto para el nuevo disco de Omara, Gracias.
Después, más invitados: Manu Tenorio (sí, el de OT), con el que cantó una sentida Tres palabras y la inefable Martirio, que masacró su parte de la preciosa Rabo de nube, de Silvio.
Y boleros, sones, incluso una versión del J'ai vu de Henri Salvador.
Y más canciones, más sensaciones, que apunté en una libreta con la idea de escribir esta reseña.
Libreta que ahora no tengo delante, así que, consciente como lo soy de mi memoria de pez, dejaré el resto de detalles para más tarde.
15 de noviembre de 2008
Edward Said
Creí que ya había escrito al respecto aquí, pero ahora no lo encuentro, así que supongo que no.
Después de las conferencias de Savater sobre Ética y de las de Sánchez Ron sobre historia de la ciencia, tuve que buscar algo con lo que amenizar mis viajes a Toledo, y pensé en Edward Said.
De todas las personas a las que he podido ver y escuchar en directo, Said es con toda probabilidad la que me ha causado una mayor impresión.
Hace siete años, con no sé qué motivo, la presentación de un libro o algo así, dio una charla en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, a la que fui con mis padres.
Para presentarlo, Claudio Guillén se refirió a una hermosa leyenda judía según la cual existen en el mundo, en todo momento, siete hombres sabios. Y Said era uno de ellos.
No recuerdo los detalles de lo que dijo, pero sí sé que me impresionó el hecho de que, cuando llegó su turno para hablar, simplemente se levantó de su asiento, sin papeles, sin notas, se puso tras el micrófono y desplegó durante alrededor de una hora su extraordinaria elocuencia, su capacidad para llamar a las cosas por su nombre, para defender a "las víctimas de las víctimas" sin caer en victimismos, apelando a la justicia, a la solidaridad.
Buscando algo de Said que poder escuchar en el coche, encontré esta conferencia criticando la tesis del "choque de civilizaciones" de Samuel Huntington.
Y volví a disfrutar, cinco años ya después de su muerte, del verbo sentido y certero, de la honradez y humanidad, del añorado Edward Said.
13 de noviembre de 2008
I need something strong
To distract my mind
I'm gonna look at you
Till my eyes go blind
Everybody is moving
God knows where
But I'm still here
You're still there
Bob Dylan, en Mississippi
To distract my mind
I'm gonna look at you
Till my eyes go blind
Everybody is moving
God knows where
But I'm still here
You're still there
Bob Dylan, en Mississippi
12 de noviembre de 2008
Shooting star
Ya que me he puesto en este plan, voilà otra de las maravillas del mismo disco, Oh Mercy, en la versión "desenchufada", otra de esas peculiares canciones de amor que es capaz de parir el jefe Dylan:
Seen a shooting star tonight
And I thought of you.
You were trying to break into another world
A world I never knew.
I always kind of wondered
If you ever made it through.
Seen a shooting star tonight
And I thought of you.
Seen a shooting star tonight
And I thought of me.
If I was still the same
If I ever became what you wanted me to be
Did I miss the mark or
Over-step the line
That only you could see?
Seen a shooting star tonight
And I thought of me.
Listen to the engine, listen to the bell
As the last fire truck from hell
Goes rolling by, all good people are praying,
It's the last temptation
The last account
The last time you might hear the sermon on the mount,
The last radio is playing.
Seen a shooting star tonight
Slip Away.
Tomorrow will be another day.
Guess it's too late to say the things to you
That you needed to hear me say.
Seen a shooting star tonight
Slip away.
Bob Dylan
Seen a shooting star tonight
And I thought of you.
You were trying to break into another world
A world I never knew.
I always kind of wondered
If you ever made it through.
Seen a shooting star tonight
And I thought of you.
Seen a shooting star tonight
And I thought of me.
If I was still the same
If I ever became what you wanted me to be
Did I miss the mark or
Over-step the line
That only you could see?
Seen a shooting star tonight
And I thought of me.
Listen to the engine, listen to the bell
As the last fire truck from hell
Goes rolling by, all good people are praying,
It's the last temptation
The last account
The last time you might hear the sermon on the mount,
The last radio is playing.
Seen a shooting star tonight
Slip Away.
Tomorrow will be another day.
Guess it's too late to say the things to you
That you needed to hear me say.
Seen a shooting star tonight
Slip away.
Bob Dylan
11 de noviembre de 2008
Gracias, n., por hacerme llegar este artículo de hace unas semanas.
No podría estar más de acuerdo.
Porque estoy absolutamente convencido de que quien "no sabe expresarse bien, no domina el lenguaje y, en consecuencia, tampoco el pensamiento".
Y me da rabia, como a ti, que la gente, lejos de avergonzarse de su ignorancia, de su incapacidad, tenga el aplomo, cuando le haces cualquier reproche al respecto, de mirarte como un bicho raro.
Aunque supongo que no es tan extraño cuando "tampoco la sociedad cree que hablar y escribir bien sea fundamental para el desarrollo intelectual y el éxito social y profesional".
Al leerlo, no he podido evitar pensar en unos cuantos (en un principio había escrito "la mayoría"...) de nuestros amigos, todos universitarios, que sin duda suspenderían ese examen para alumnos de nueve años del que habla el autor.
No podría estar más de acuerdo.
Porque estoy absolutamente convencido de que quien "no sabe expresarse bien, no domina el lenguaje y, en consecuencia, tampoco el pensamiento".
Y me da rabia, como a ti, que la gente, lejos de avergonzarse de su ignorancia, de su incapacidad, tenga el aplomo, cuando le haces cualquier reproche al respecto, de mirarte como un bicho raro.
Aunque supongo que no es tan extraño cuando "tampoco la sociedad cree que hablar y escribir bien sea fundamental para el desarrollo intelectual y el éxito social y profesional".
Al leerlo, no he podido evitar pensar en unos cuantos (en un principio había escrito "la mayoría"...) de nuestros amigos, todos universitarios, que sin duda suspenderían ese examen para alumnos de nueve años del que habla el autor.
9 de noviembre de 2008
El otro día tuve un sueño cabrón, rebelde. Uno de ésos que le ponen a uno en su lugar, que le dejan claro dónde está, y dónde no está.
Afortunadamente, al menos para mis posibles lectores, soy incapaz para la poesía. Porque de no ser así sé que mi irreprimible exhibicionismo me habría llevado a escribir aquí un poema intentando expresar de una forma críptica, velada, sugerente, lo que ese sueño me hizo ver.
Afortunadamente, al menos para mis posibles lectores, soy incapaz para la poesía. Porque de no ser así sé que mi irreprimible exhibicionismo me habría llevado a escribir aquí un poema intentando expresar de una forma críptica, velada, sugerente, lo que ese sueño me hizo ver.
6 de noviembre de 2008
No sé qué pensar, qué sentir. Aparte de alivio porque la era de Bush junior toque a su fin, claro.
Por un lado, el cinismo (¿realismo?) me dice que no habrá grandes cambios, que son más importantes las instituciones que las personas, que la política exterior estadounidense persigue únicamente (como la de cualquier otro país y más aún si cabe por ser la potencia hegemónica) su "interés nacional", y que ese interés no varía porque en la Casa Blanca se siente Bush u Obama.
Por otro, reconozco como un hecho extraordinario, esperanzador, que Estados Unidos, donde hace apenas 45 años (¡!) la ley imponía la segregración racial, donde el racismo era ley y no sólo costumbre como en todas partes, haya elegido a Barack Obama, un "negro", como presidente. Y, por lo que parece, su historia, que no es la de los descendientes de esclavos, tampoco es desde luego la una persona cualquiera.
4 de noviembre de 2008
Cuatro horas con Savater
De la página de la Fundación Juan March me dediqué el otro día a bajarme una pila de charlas con las que pretendo entreter mis viajes diarios a Toledo.
Hay un poco de todo: historia de la ciencia, literatura, filosofía...
Yo, como un niño pequeño y ansioso, he empezado por el dulce más goloso, el que estaba seguro de que me iba a gustar: cuatro horas escuchando a Savater hablar sobre "Ética sin ideologías", para volver a disfrutar de su facilidad de palabra, su extrema claridad, su capacidad para la metáfora y la analogía, su sentido del humor socarrón y con un pelo de mala leche, su entusiasmo, su sensual, terrenal, luminosa inteligencia.
Savater, que, en particular en los últimos años, se ha convertido en un personaje polémico, incómodo para mucha gente, es para mí una de esas personas que hacen la vida mejor.
Cuánto se equivoca, qué corto se queda quien piense que él es únicamente, o sobre todo, el desabertzalador al que saludaba Sabina en uno de sus Ciento volando de catorce:
Niégate a barnizar el inclemente
muro de san Fermín con trampantojos,
llámanos por el nombre de la gente,
ayúdanos a andar, que andamos cojos.
Descalabra el establo y el casino,
desabertzala la kale borroka,
cuéntanos el secreto, y a Sabino
dale con los maquetos en la boca.
Por el Voltaire que nos desenmascara,
por la daga en la llaga del espanto,
por tu camisa limpia y tu cuchara,
por la oreja Van Gogh del tartamudo,
por la guerra a la paz del campo santo,
Fernando Savater, yo te saludo.
Joaquín Sabina
Hay un poco de todo: historia de la ciencia, literatura, filosofía...
Yo, como un niño pequeño y ansioso, he empezado por el dulce más goloso, el que estaba seguro de que me iba a gustar: cuatro horas escuchando a Savater hablar sobre "Ética sin ideologías", para volver a disfrutar de su facilidad de palabra, su extrema claridad, su capacidad para la metáfora y la analogía, su sentido del humor socarrón y con un pelo de mala leche, su entusiasmo, su sensual, terrenal, luminosa inteligencia.
Savater, que, en particular en los últimos años, se ha convertido en un personaje polémico, incómodo para mucha gente, es para mí una de esas personas que hacen la vida mejor.
Cuánto se equivoca, qué corto se queda quien piense que él es únicamente, o sobre todo, el desabertzalador al que saludaba Sabina en uno de sus Ciento volando de catorce:
Niégate a barnizar el inclemente
muro de san Fermín con trampantojos,
llámanos por el nombre de la gente,
ayúdanos a andar, que andamos cojos.
Descalabra el establo y el casino,
desabertzala la kale borroka,
cuéntanos el secreto, y a Sabino
dale con los maquetos en la boca.
Por el Voltaire que nos desenmascara,
por la daga en la llaga del espanto,
por tu camisa limpia y tu cuchara,
por la oreja Van Gogh del tartamudo,
por la guerra a la paz del campo santo,
Fernando Savater, yo te saludo.
Joaquín Sabina
Anoche escuché en la radio que había muerto la abuela materna de Barack Obama.
Y recordé este artículo de Ruiz Soroa de hace unos meses, que acabo de recuperar para el blog de turrones.
Una interesantísima reflexión, muy apropiada para este día en que, si las encuestas se confirman, llegará a la presidencia del país (por ahora...) más poderoso del mundo el primer negro...
Y recordé este artículo de Ruiz Soroa de hace unos meses, que acabo de recuperar para el blog de turrones.
Una interesantísima reflexión, muy apropiada para este día en que, si las encuestas se confirman, llegará a la presidencia del país (por ahora...) más poderoso del mundo el primer negro...
3 de noviembre de 2008
No deja de sorprenderme la cantidad de gente a mi alrededor que, de una forma u otra, es creyente.
Es verdad que son pocos los que dan por segura la existencia del Dios cristiano, pero sí son unos cuantos, muchos más de los que yo supondría, los que dejan espacio para "algo", una "conciencia universal" (llámalo "x", me parece bien), una "energía" (mejor todavía).
El otro día volví a hablar del tema con compañeros de trabajo, y hoy he encontrado un texto de Steven Weinberg, premio Nobel de Fisica, que he empezado a leer en la comida (aquí, en el curro, se me reconoce como el friki que siempre va con sus papelitos, y que come casi siempre solo, sin levantar la mirada del texto) y que en pocos párrafos sintetiza lo que yo intentaba decirles a mis compis el otro día:
The first source of tension arises from the fact that religion originally gained much of its strength from the observation of mysterious phenomena—thunder, earthquakes, disease—that seemed to require the intervention of some divine being. There was a nymph in every brook, and a dryad in every tree. But as time passed more and more of these mysteries have been explained in purely natural ways. Explaining this or that about the natural world does not of course rule out religious belief. But if people believe in God because no other explanation seems possible for a whole host of mysteries, and then over the years these mysteries were one by one resolved naturalistically, then a certain weakening of belief can be expected. It is no accident that the advent of widespread atheism and agnosticism among the educated in the eighteenth century followed hard upon the birth of modern science in the previous century.
[...]
Of course, not everything has been explained, nor will it ever be. The important thing is that we have not observed anything that seems to require supernatural intervention for its explanation. There are some today who cling to the remaining gaps in our understanding (such as our ignorance about the origin of life) as evidence for God. But as time passes and more and more of these gaps are filled in, their position gives an impression of people desperately holding on to outmoded opinions.
The problem for religious belief is not just that science has explained a lot of odds and ends about the world. There is a second source of tension: that these explanations have cast increasing doubt on the special role of man, as an actor created by God to play a starring part in a great cosmic drama of sin and salvation. We have had to accept that our home, the earth, is just another planet circling the sun; our sun is just one of a hundred billion stars in a galaxy that is just one of billions of visible galaxies; and it may be that the whole expanding cloud of galaxies is just a small part of a much larger multiverse, most of whose parts are utterly inhospitable to life. As Richard Feynman has said, "The theory that it's all arranged as a stage for God to watch man's struggle for good and evil seems inadequate."
Most important so far has been the discovery by Charles Darwin and Alfred Russel Wallace that humans arose from earlier animals through natural selection acting on random heritable variations, with no need for a divine plan to explain the advent of humanity. This discovery led some, including Darwin, to lose their faith. It's not surprising that of all the discoveries of science, this is the one that continues most to disturb religious conservatives. I can imagine how disturbed they will feel in the future, when at last scientists learn how to understand human behavior in terms of the chemistry and physics of the brain, and nothing is left that needs to be explained by our having an immaterial soul.
Steven Weinberg, en un artículo titulado Without God en la New York Review of Books. (La negrita es mía)
Es verdad que son pocos los que dan por segura la existencia del Dios cristiano, pero sí son unos cuantos, muchos más de los que yo supondría, los que dejan espacio para "algo", una "conciencia universal" (llámalo "x", me parece bien), una "energía" (mejor todavía).
El otro día volví a hablar del tema con compañeros de trabajo, y hoy he encontrado un texto de Steven Weinberg, premio Nobel de Fisica, que he empezado a leer en la comida (aquí, en el curro, se me reconoce como el friki que siempre va con sus papelitos, y que come casi siempre solo, sin levantar la mirada del texto) y que en pocos párrafos sintetiza lo que yo intentaba decirles a mis compis el otro día:
The first source of tension arises from the fact that religion originally gained much of its strength from the observation of mysterious phenomena—thunder, earthquakes, disease—that seemed to require the intervention of some divine being. There was a nymph in every brook, and a dryad in every tree. But as time passed more and more of these mysteries have been explained in purely natural ways. Explaining this or that about the natural world does not of course rule out religious belief. But if people believe in God because no other explanation seems possible for a whole host of mysteries, and then over the years these mysteries were one by one resolved naturalistically, then a certain weakening of belief can be expected. It is no accident that the advent of widespread atheism and agnosticism among the educated in the eighteenth century followed hard upon the birth of modern science in the previous century.
[...]
Of course, not everything has been explained, nor will it ever be. The important thing is that we have not observed anything that seems to require supernatural intervention for its explanation. There are some today who cling to the remaining gaps in our understanding (such as our ignorance about the origin of life) as evidence for God. But as time passes and more and more of these gaps are filled in, their position gives an impression of people desperately holding on to outmoded opinions.
The problem for religious belief is not just that science has explained a lot of odds and ends about the world. There is a second source of tension: that these explanations have cast increasing doubt on the special role of man, as an actor created by God to play a starring part in a great cosmic drama of sin and salvation. We have had to accept that our home, the earth, is just another planet circling the sun; our sun is just one of a hundred billion stars in a galaxy that is just one of billions of visible galaxies; and it may be that the whole expanding cloud of galaxies is just a small part of a much larger multiverse, most of whose parts are utterly inhospitable to life. As Richard Feynman has said, "The theory that it's all arranged as a stage for God to watch man's struggle for good and evil seems inadequate."
Most important so far has been the discovery by Charles Darwin and Alfred Russel Wallace that humans arose from earlier animals through natural selection acting on random heritable variations, with no need for a divine plan to explain the advent of humanity. This discovery led some, including Darwin, to lose their faith. It's not surprising that of all the discoveries of science, this is the one that continues most to disturb religious conservatives. I can imagine how disturbed they will feel in the future, when at last scientists learn how to understand human behavior in terms of the chemistry and physics of the brain, and nothing is left that needs to be explained by our having an immaterial soul.
Steven Weinberg, en un artículo titulado Without God en la New York Review of Books. (La negrita es mía)
2 de noviembre de 2008
Densidad
Como cada semana, leo el artículo de Muñoz Molina en Babelia y me reencuentro con otra de esas voces que siempre me interesan, siempre me dicen algo.
Justo antes, acababa de leer la reseña del último libro traducido de uno de los grandes referentes de Muñoz Molina: Philip Roth.
Y todo esto lo hago mientras escucho de fondo el último disco de Bob Dylan, Tell tale signs, el más reciente volumen de sus archivos piratas oficiales, The Bootleg Series.
Coinciden en mi kabeza tres autores que poseen un atributo valioso, raro y difícil de definir. Yo lo llamo densidad.
Lo pienso cada vez que escucho a Dylan, pero también me pasa con Leonard Cohen, y con Sabina: Sus canciones tienen la capacidad de evocar muchas cosas con pocas palabras. Supongo que detrás no sólo hay genio, talento, sino también mucho trabajo para construir esas frases densas, cargadas de posibilidades, de sugerencias, de mundos enteros.
De una forma distinta pero en cierto modo similar, Muñoz Molina y Philip Roth tienen la habilidad de expresar con certeza, con sencillez pero sin simplezas, sensaciones, sentimientos, experiencias, conceptos, que reconozco, que he vivido, pero soy incapaz de verbalizar.
Como cuando Muñoz Molina dice, hablando de la reciente obsesión con la "memoria histórica":
La responsabilidad que sí nos corresponde es la que menos ejercemos: la de comprender de verdad, hondamente, sin prejuicios sectarios, la tragedia que vivieron nuestros mayores; la de indagar el origen de cada injusticia y lamentar de corazón cada crimen sabiendo siempre que la memoria es insegura y que el pasado puede estar lleno de trampas y de sorpresas amargas, de ambigüedades y zonas grises que nosotros no siempre somos quiénes para juzgar.
O, a continuación:
[...] Y hay una obscenidad moral en el juicio de quien se pone por encima, tantos años después, de quien sufrió mucho más. Los comensales nos miramos, alrededor de la mesa, en el asilo confortable de nuestra ciudadanía democrática, de nuestro bienestar civilizado, que nos permite hablar de los campos de exterminio mientras apuramos una botella de vino y un postre de quesos: en circunstancias peores, con nuestra vida en peligro, o ni siquiera eso, sabiendo que podríamos perder la libertad, o el trabajo, ¿en qué nos convertiríamos cada uno de nosotros?
También a esa pregunta lleva años dándole vueltas Tzvetan Todorov, y vuelve a tratarla en este último libro, en el que hace un esfuerzo de sutileza y honradez intelectual para precisar el significado de palabras tan manipuladas, tan decisivas sin embargo, como civilización y barbarie. Ni la una ni la otra designan estados permanentes, delimitados por fronteras fijas. Civilización es igualdad ante la ley y respeto a las diferencias de los otros. Barbarie es desigualdad, injusticia y tiranía. El derecho a la diferencia no equivale a disculpa para la opresión. El espíritu de la Ilustración no niega la diferencia en nombre de la universalidad: tan sólo distingue aquellos valores supremos que nos hacen libres e iguales, y que son tan frágiles que han de ser permanentemente defendidos. Bárbaro no es quien profesa otra religión o habla otra lengua o es más ignorante o no domina la tecnología. Bárbaro es quien niega a otro la plena condición humana. Y cometiendo actos bárbaros no se defiende la civilización contra la barbarie: se capitula ante ella haciéndola legítima. Barbarie es el ataque del once de septiembre y Abu Ghraib y Guantánamo. Hay muchas formas de cultura, pero sólo una de civilización: aquella que no consiente que se ejerza abuso sobre nadie.
(La negrita es mía)
Philip Roth, cuya inteligencia me fascina, de quien he leído más ensayo (libros sobre libros, sobre escritores, como siempre...) que otra cosa, pero del que sé que en algún momento leeré las grandes obras, me deja en la reseña de Javier Aparicio Maydeu un par de citas, de destellos:
"continuamente estamos escribiendo versiones ficticias de nuestras vidas"
"los delicados artificios con los que las novelas crean la ilusión de una realidad más parecida a lo real que la nuestra"
Justo antes, acababa de leer la reseña del último libro traducido de uno de los grandes referentes de Muñoz Molina: Philip Roth.
Y todo esto lo hago mientras escucho de fondo el último disco de Bob Dylan, Tell tale signs, el más reciente volumen de sus archivos piratas oficiales, The Bootleg Series.
Coinciden en mi kabeza tres autores que poseen un atributo valioso, raro y difícil de definir. Yo lo llamo densidad.
Lo pienso cada vez que escucho a Dylan, pero también me pasa con Leonard Cohen, y con Sabina: Sus canciones tienen la capacidad de evocar muchas cosas con pocas palabras. Supongo que detrás no sólo hay genio, talento, sino también mucho trabajo para construir esas frases densas, cargadas de posibilidades, de sugerencias, de mundos enteros.
De una forma distinta pero en cierto modo similar, Muñoz Molina y Philip Roth tienen la habilidad de expresar con certeza, con sencillez pero sin simplezas, sensaciones, sentimientos, experiencias, conceptos, que reconozco, que he vivido, pero soy incapaz de verbalizar.
Como cuando Muñoz Molina dice, hablando de la reciente obsesión con la "memoria histórica":
La responsabilidad que sí nos corresponde es la que menos ejercemos: la de comprender de verdad, hondamente, sin prejuicios sectarios, la tragedia que vivieron nuestros mayores; la de indagar el origen de cada injusticia y lamentar de corazón cada crimen sabiendo siempre que la memoria es insegura y que el pasado puede estar lleno de trampas y de sorpresas amargas, de ambigüedades y zonas grises que nosotros no siempre somos quiénes para juzgar.
O, a continuación:
[...] Y hay una obscenidad moral en el juicio de quien se pone por encima, tantos años después, de quien sufrió mucho más. Los comensales nos miramos, alrededor de la mesa, en el asilo confortable de nuestra ciudadanía democrática, de nuestro bienestar civilizado, que nos permite hablar de los campos de exterminio mientras apuramos una botella de vino y un postre de quesos: en circunstancias peores, con nuestra vida en peligro, o ni siquiera eso, sabiendo que podríamos perder la libertad, o el trabajo, ¿en qué nos convertiríamos cada uno de nosotros?
También a esa pregunta lleva años dándole vueltas Tzvetan Todorov, y vuelve a tratarla en este último libro, en el que hace un esfuerzo de sutileza y honradez intelectual para precisar el significado de palabras tan manipuladas, tan decisivas sin embargo, como civilización y barbarie. Ni la una ni la otra designan estados permanentes, delimitados por fronteras fijas. Civilización es igualdad ante la ley y respeto a las diferencias de los otros. Barbarie es desigualdad, injusticia y tiranía. El derecho a la diferencia no equivale a disculpa para la opresión. El espíritu de la Ilustración no niega la diferencia en nombre de la universalidad: tan sólo distingue aquellos valores supremos que nos hacen libres e iguales, y que son tan frágiles que han de ser permanentemente defendidos. Bárbaro no es quien profesa otra religión o habla otra lengua o es más ignorante o no domina la tecnología. Bárbaro es quien niega a otro la plena condición humana. Y cometiendo actos bárbaros no se defiende la civilización contra la barbarie: se capitula ante ella haciéndola legítima. Barbarie es el ataque del once de septiembre y Abu Ghraib y Guantánamo. Hay muchas formas de cultura, pero sólo una de civilización: aquella que no consiente que se ejerza abuso sobre nadie.
(La negrita es mía)
Philip Roth, cuya inteligencia me fascina, de quien he leído más ensayo (libros sobre libros, sobre escritores, como siempre...) que otra cosa, pero del que sé que en algún momento leeré las grandes obras, me deja en la reseña de Javier Aparicio Maydeu un par de citas, de destellos:
"continuamente estamos escribiendo versiones ficticias de nuestras vidas"
"los delicados artificios con los que las novelas crean la ilusión de una realidad más parecida a lo real que la nuestra"
1 de noviembre de 2008
Buenos propósitos de sábado por la mañana (que parecen mejores aún si uno se ha acostado prontito el viernes y se levanta casi al alba):
Aunque no me cansaría nunca de copiar y traducir las letras de las canciones que me gustan, aunque cada vez que transcribo a Bénabar y pienso en volver a París y en verlo en concierto me pongo contento, creo que ya está bien.
He decidido obligarme a escribir a diario en este diario. Por supuesto, no lo haré. Pero sí que lo voy a intentar.
Y quiero escribir cosas de verdad, no sólo copiar textos que me llamen la atención, que me inspiren ("ladrón de ideas" me llamó algún cabrón de ex-amigo alguna vez, y lo llevo clavado...).
Por eso mismo, voy a empezar copiando un texto ajeno :-P:
Este exterior insólito no es otro paisaje (...) el poema da un paso más: lo extraño es el extranjero o el prójimo. Nada hay de más extraño ni más extranjero que otro hombre y es en la claridad de la utopía en la que se muestra el hombre. Fuera de todo enraizamiento y de toda domiciliación; ser apátrida como lo más auténtico (...) Como si yendo hacia el otro me reencontrara conmigo mismo y me implantara en una tierra, a partir de ese momento tierra natal, descargada de todo el peso de mi identidad. Tierra natal que no debe nada al enraizamiento, nada a la ocupación primera; tierra natal que no debe nada al nacimiento. ¿Tierra natal o tierra prometida?
Emmanuel Levinas, en "Paul Celan, de l'être à l'autre", pero leído en el magnífico artículo de Joseba Arregi, Ni ez naiz hemengoa (Yo no soy de aquí), que acabo de colgar en el otro blog.
Como me sucede cíclicamente, vuelvo por diversos motivos a darle vueltas a mis ideas sobre identidades, grupos, pertenencia, nacionalismo y demás.
Y leo este artículo de Arregi y vuelvo a encontrarme con alguien con quien creo que comparto lo esencial: una idea literalmente utópica (no lugar, sin lugar) de la democracia como un espacio fuera de todo territorio, donde lo que une a los individuos, lo que los hace semejantes, iguales, no es cualquier condición debida a su nacimiento, a su origen cultural, sino el hecho de tener todos los mismos derechos y obligaciones.
Donde nadie es más "de aquí" que otro, porque todos y ninguno somos de aquí, porque no existe un aquí, ni un allí.
Llevado al extremo, como dice la cita de Levinas, el ideal democrático que a mí me inspira, y que creo que comparto con Arregi, es el del apátrida: "Fuera de todo enraizamiento y de toda domiciliación; ser apátrida como lo más auténtico".
Que nadie tuviese patria porque todos tuviésemos la misma patria: el mundo, la vida.
Releo lo que acabo de escribir y me doy cuenta de cuán ingenuo suena, pero yo no puedo dejar de pensar que es verdad.
Las patrias, las naciones, los grupos, las identidades, son instrumentos que nos hacen la vida más sencilla, que nos reconfortan (con el calor del establo, diría Savater), pero no creo que sean más que eso, herramientas, etiquetas que nos facilitan la ingente tarea de clasificar una realidad cuya complejidad nos supera, una inmensa multitud de individuos, todos distintos, que, sin ese conjunto de rótulos ("español", "catalán", "de izquierdas", "de derechas", "ateo", "nacionalista"...), desbordaría nuestras limitadas capacidades de comprensión.
Aunque no me cansaría nunca de copiar y traducir las letras de las canciones que me gustan, aunque cada vez que transcribo a Bénabar y pienso en volver a París y en verlo en concierto me pongo contento, creo que ya está bien.
He decidido obligarme a escribir a diario en este diario. Por supuesto, no lo haré. Pero sí que lo voy a intentar.
Y quiero escribir cosas de verdad, no sólo copiar textos que me llamen la atención, que me inspiren ("ladrón de ideas" me llamó algún cabrón de ex-amigo alguna vez, y lo llevo clavado...).
Por eso mismo, voy a empezar copiando un texto ajeno :-P:
Este exterior insólito no es otro paisaje (...) el poema da un paso más: lo extraño es el extranjero o el prójimo. Nada hay de más extraño ni más extranjero que otro hombre y es en la claridad de la utopía en la que se muestra el hombre. Fuera de todo enraizamiento y de toda domiciliación; ser apátrida como lo más auténtico (...) Como si yendo hacia el otro me reencontrara conmigo mismo y me implantara en una tierra, a partir de ese momento tierra natal, descargada de todo el peso de mi identidad. Tierra natal que no debe nada al enraizamiento, nada a la ocupación primera; tierra natal que no debe nada al nacimiento. ¿Tierra natal o tierra prometida?
Emmanuel Levinas, en "Paul Celan, de l'être à l'autre", pero leído en el magnífico artículo de Joseba Arregi, Ni ez naiz hemengoa (Yo no soy de aquí), que acabo de colgar en el otro blog.
Como me sucede cíclicamente, vuelvo por diversos motivos a darle vueltas a mis ideas sobre identidades, grupos, pertenencia, nacionalismo y demás.
Y leo este artículo de Arregi y vuelvo a encontrarme con alguien con quien creo que comparto lo esencial: una idea literalmente utópica (no lugar, sin lugar) de la democracia como un espacio fuera de todo territorio, donde lo que une a los individuos, lo que los hace semejantes, iguales, no es cualquier condición debida a su nacimiento, a su origen cultural, sino el hecho de tener todos los mismos derechos y obligaciones.
Donde nadie es más "de aquí" que otro, porque todos y ninguno somos de aquí, porque no existe un aquí, ni un allí.
Llevado al extremo, como dice la cita de Levinas, el ideal democrático que a mí me inspira, y que creo que comparto con Arregi, es el del apátrida: "Fuera de todo enraizamiento y de toda domiciliación; ser apátrida como lo más auténtico".
Que nadie tuviese patria porque todos tuviésemos la misma patria: el mundo, la vida.
Releo lo que acabo de escribir y me doy cuenta de cuán ingenuo suena, pero yo no puedo dejar de pensar que es verdad.
Las patrias, las naciones, los grupos, las identidades, son instrumentos que nos hacen la vida más sencilla, que nos reconfortan (con el calor del establo, diría Savater), pero no creo que sean más que eso, herramientas, etiquetas que nos facilitan la ingente tarea de clasificar una realidad cuya complejidad nos supera, una inmensa multitud de individuos, todos distintos, que, sin ese conjunto de rótulos ("español", "catalán", "de izquierdas", "de derechas", "ateo", "nacionalista"...), desbordaría nuestras limitadas capacidades de comprensión.
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