El Distributor, finca a las afueras de Baeza (Jaén) donde nació mi abuela.
No me tengo por una persona muy familiar.
Con excepción de lo que he escrito sobre mi hermana, apenas he mencionado aquí nada más sobre mi familia.
Y sin embargo, mi familia (lo que, en sentido restringido, significa mis padres y mi abuela) es fundamental en mi vida.
Diría incluso que cada día más, porque, desde hace un tiempo, cada vez me parece más importante tratar de entender de dónde vengo.
No para ser fiel a mis raíces, ni para preservar mi identidad, ni todas esas cosas que tanto me espantan, sino simplemente para comprender un poco mejor por qué soy como soy.
El pasado fin de semana, mi abuela y yo, mano a mano, hicimos una visita a Baeza, la hermosa ciudad andaluza donde nació.
(Aunque salió de allí hace muchísimo tiempo, y pese a los casi cincuenta años que lleva viviendo en Madrid, mi abuela mantiene, además del vínculo emocional, un encantador acento jienense, por mucho que lo niegue ;-)
La visita tuvo por supuesto su parte cultural, en la que pudimos disfrutar del extenso y muy bien conservado patrimonio baezano:
O de las vistas desde la colina sobre la que se asienta la ciudad del mar de olivos que la rodea:
Y otra parte más personal, en la que mi abuela me fue contando los recuerdos que la unen a distintos lugares de Baeza, como el convento de la Magdalena, donde hizo su primera comunión, y donde, tras animada conversación con la hermana tornera (ver foto), nos hicieron pasar a una salita donde seguir conversando, reja mediante, con dos de las monjas de clausura, una de las cuales conoció a las monjas de las que mi abuela guarda imborrable recuerdo:
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