6 de octubre de 2011

Casa

Vuelvo a Madrid dos meses después, me reencuentro con mi familia (Lúa incluida, claro :), y lo único que quiero es pasar tiempo entre estas cuatro paredes, haciendo nada, pensando lo mínimo.

Me dejo llevar por una melancolía extraña, distinta de la tan habitual en mí. Siento una pérdida pero no sé qué es lo que he perdido. Bueno, en realidad sí lo sé: creo que el que me he perdido soy yo.

Menos mal que mañana veré a todos mis amiguitos (¡ese bodorrio, vamos ya!) y se me pasará esta tontería en la que hoy me permito regodearme.

En fin.

2 comentarios:

g dijo...

Entre otras muchas cosas, lo que cuesta es esa tierra de nadie, el momento en que uno de los dos lugares ha dejado de ser casa, pero el nuevo tampoco lo es.
Una vez más, bienvenido a las mil y una paradojas del exilio voluntario.
Y ahora, ¡a muerte con el bodorrio!
besos muchos,
g

C. dijo...

Claro que sí! A muete con la boda!!! Las primeros regresos son los peores pero poco a poco los regresos son a tu nueva casa que sentirás tu hogar! Estás mudando la piel !COMO MIS CHINCHES!

Besos chinche wey! Te queremos.
C.