Por cosas como ésta, entre otras muchas, es por lo que soy un devoto de internet:
El otro día vi un vídeo que me gustó muchísimo, en el que las palabras de Richard Feynman sobre la belleza en el mundo iban acompañadas de bellas y sugerentes imágenes de ese mundo del que hablaba.
Tanto me gustó que me propuse subtitularlo, para que más gente pudiese disfrutarlo. Pensaba transcribir primero el texto en inglés y traducirlo después al español, para lo cual, como ya he hecho alguna otra vez antes, iba a utilizar Universal Subtitles, una plataforma colaborativa para subtitulado.
Pero un alma generosa ya se había encargado de la transcripción del original, así que yo solo tuve que construir sobre su trabajo y traducirlo al castellano.
Pasaron unos cuantos días en los que esa entrada se convirtió en la más vista del blog, cosa que yo achaqué a que, a diferencia de la gran mayoría de lo que escribo, la compartí con mis "amigos" en Facebook.
De pronto, en un ejemplo a pequeña escala de la famosa viralidad de la web, ayer recibí una retahíla de mensajes que me informaban de que "mi" vídeo estaba siendo subtitulado en un montón de idiomas distintos. En concreto, de momento, en esperanto (¡!), portugués (de Portugal y brasileiro), alemán, bokmål (noruego), croata, francés, griego, holandés, persa, rumano, sueco y turco. (Si bien en algunos de ellos apenas han traducido unas líneas.)
Incluso está teniendo lugar una guerra de ediciones en la versión en inglés, a cuenta de una frase de Feynman que dos grupos de personas interpretan de una forma un pelín distinta.
¡Mooola!
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