El último, volver a pillarme un pedo de esos con lagunas, y acabar durmiendo la mona en el coche hasta que se ha hecho de día.
A estas horas, aún no recuerdo dónde estuvimos después de pasar toda la tarde (literal: desde las seis y pico hasta pasada la medianoche) bebiendo cerveza en la Casa de Granada...
Los años no me habrán hecho más sabio, pero sí más previsor: en el maletero llevo siempre mi saco de dormir, precisamente para ocasiones como ésta.
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