"El demonio de los celos retrospectivos mordisqueándote los tobillos graciosamente primero -ah, qué díscola mascota, cómo te gusta morder- pero luego los colmillos de leche empiezan a ser sustituidos por los auténticos -basta, me haces daño- y entonces, los mordiscos se lanzan ya más arriba, empiezan a doler de verdad aunque el demonio siga plácidamente jugando, hasta que le reñimos en serio, un golpe en su hocico, y él se enfada, y la mano con la que tratamos de calmarlo es devorada por esas fauces en las que pronto, muy pronto, vamos a ser deglutidos por entero"
Juan Bonilla
Guau.
2 comentarios:
Fua...!se me ha inquietado el cuerpo...brr
Buen texto.
Primero un juego luego verdad.
Publicar un comentario