31 de mayo de 2009
Me plantó la princesita azul
Rana salió
la princesita:
falda, tacón :-P
y unas braguitas
de quita y pon.
Rubia de bote,
sin corazón,
y en el escote,
la ermita del deseo,
donde se arrodillan los ateos.
No era mujer
para un poeta.
La liquidez
era su meta.
Mi sex-appeal
cayó en picado
cuando me vi
hipotecado.
Y en mitad de un blues
me plantó la princesita azul.
Luego volví
donde el olvido,
que es un país
tan aburrido.
Terca pasión,
dulce tormento,
yo tan mayor
y no escarmiento.
En mitad de un blues
me plantó la princesita azul.
Se me dormía
con la Novena;
no digería
La magdalena
de Marcel Proust. ;-)
Si me pillaba
cantando un blues,
me regañaba;
pero en un colchón
mejoraba mi mejor canción.
Luego volví
donde el olvido,
mi único amor
correspondido.
Terca pasión,
dulce tormento.
Yo tan mayor
y no escarmiento.
En mitad de un blues
me plantó la princesita azul.
Joaquín Sabina
[...]
En Europa existen tantos hablantes nativos de ucraniano o de polaco como de castellano. Pero, adormecidos en los cómodos laureles de la Hispanidad, gran parte de los españoles siguen manteniendo delirios de grandeza lingüística. En total, el 9% de los ciudadanos comunitarios tienen el castellano como lengua materna, pero sólo otro 6% lo hablan como segunda lengua (las cifras para el inglés son el 13% y el 38%, respectivamente). Todavía no nos hemos enterado de que el castellano pinta muy poco en Europa.
[...]
Por más que los diferentes chovinismos nacionales se empeñen en negarlo, a menudo con la excusa del antiimperialismo, el idioma común europeo es el inglés. Aunque no, naturalmente, en su variante de Oxford o Cambridge, sino en lo que el lingüista galés David Crystal ha denominado English as a Global Language (EGL). El EGL es el latín, el esperanto y el nuove roman de nuestra época.
[...]
Termino como empecé. Las lenguas deberían servir en primer lugar para comunicarse y sólo después para definir una cultura o una nación. La situación sociolingüística actual de España es mucho más compleja que la de hace 30 años. Entonces el paradigma "lengua A" (castellano) arriba y "lengua B" (catalán, gallego y euskera) abajo se cumplía a la perfección. Hoy las lenguas de los inmigrantes están por debajo de las lenguas autonómicas y es posible que pronto el inglés esté por encima del castellano. Si se gestiona bien, esta nueva coyuntura puede ser beneficiosa para la convivencia lingüística, porque disminuye la diferencia de estatus entre las diferentes lenguas españolas.
Desde el siglo XVIII, si no antes, el monolingüismo oficial ha sido un axioma del nacionalismo estatal y una ambición de sus émulos sin Estado. La construcción europea nos brinda la oportunidad de cerrar el ciclo histórico del Estado-Nación y superar de una vez sus múltiples contradicciones (siempre y cuando, claro, no convirtamos a Europa en una especie de gigantesca Nación anglófona, en cuyo caso, el remedio será peor que la enfermedad).
Xabier Zabaltza, historiador y traductor, autor de Una historia de las lenguas y los nacionalismos, en su artículo Por una lengua común europea, en El País de 30 de mayo de 2009.
En Europa existen tantos hablantes nativos de ucraniano o de polaco como de castellano. Pero, adormecidos en los cómodos laureles de la Hispanidad, gran parte de los españoles siguen manteniendo delirios de grandeza lingüística. En total, el 9% de los ciudadanos comunitarios tienen el castellano como lengua materna, pero sólo otro 6% lo hablan como segunda lengua (las cifras para el inglés son el 13% y el 38%, respectivamente). Todavía no nos hemos enterado de que el castellano pinta muy poco en Europa.
[...]
Por más que los diferentes chovinismos nacionales se empeñen en negarlo, a menudo con la excusa del antiimperialismo, el idioma común europeo es el inglés. Aunque no, naturalmente, en su variante de Oxford o Cambridge, sino en lo que el lingüista galés David Crystal ha denominado English as a Global Language (EGL). El EGL es el latín, el esperanto y el nuove roman de nuestra época.
[...]
Termino como empecé. Las lenguas deberían servir en primer lugar para comunicarse y sólo después para definir una cultura o una nación. La situación sociolingüística actual de España es mucho más compleja que la de hace 30 años. Entonces el paradigma "lengua A" (castellano) arriba y "lengua B" (catalán, gallego y euskera) abajo se cumplía a la perfección. Hoy las lenguas de los inmigrantes están por debajo de las lenguas autonómicas y es posible que pronto el inglés esté por encima del castellano. Si se gestiona bien, esta nueva coyuntura puede ser beneficiosa para la convivencia lingüística, porque disminuye la diferencia de estatus entre las diferentes lenguas españolas.
Desde el siglo XVIII, si no antes, el monolingüismo oficial ha sido un axioma del nacionalismo estatal y una ambición de sus émulos sin Estado. La construcción europea nos brinda la oportunidad de cerrar el ciclo histórico del Estado-Nación y superar de una vez sus múltiples contradicciones (siempre y cuando, claro, no convirtamos a Europa en una especie de gigantesca Nación anglófona, en cuyo caso, el remedio será peor que la enfermedad).
Xabier Zabaltza, historiador y traductor, autor de Una historia de las lenguas y los nacionalismos, en su artículo Por una lengua común europea, en El País de 30 de mayo de 2009.
30 de mayo de 2009
Baeza, mi abuela
El Distributor, finca a las afueras de Baeza (Jaén) donde nació mi abuela.
No me tengo por una persona muy familiar.
Con excepción de lo que he escrito sobre mi hermana, apenas he mencionado aquí nada más sobre mi familia.
Y sin embargo, mi familia (lo que, en sentido restringido, significa mis padres y mi abuela) es fundamental en mi vida.
Diría incluso que cada día más, porque, desde hace un tiempo, cada vez me parece más importante tratar de entender de dónde vengo.
No para ser fiel a mis raíces, ni para preservar mi identidad, ni todas esas cosas que tanto me espantan, sino simplemente para comprender un poco mejor por qué soy como soy.
El pasado fin de semana, mi abuela y yo, mano a mano, hicimos una visita a Baeza, la hermosa ciudad andaluza donde nació.
(Aunque salió de allí hace muchísimo tiempo, y pese a los casi cincuenta años que lleva viviendo en Madrid, mi abuela mantiene, además del vínculo emocional, un encantador acento jienense, por mucho que lo niegue ;-)
La visita tuvo por supuesto su parte cultural, en la que pudimos disfrutar del extenso y muy bien conservado patrimonio baezano:
O de las vistas desde la colina sobre la que se asienta la ciudad del mar de olivos que la rodea:
Y otra parte más personal, en la que mi abuela me fue contando los recuerdos que la unen a distintos lugares de Baeza, como el convento de la Magdalena, donde hizo su primera comunión, y donde, tras animada conversación con la hermana tornera (ver foto), nos hicieron pasar a una salita donde seguir conversando, reja mediante, con dos de las monjas de clausura, una de las cuales conoció a las monjas de las que mi abuela guarda imborrable recuerdo:
No me tengo por una persona muy familiar.
Con excepción de lo que he escrito sobre mi hermana, apenas he mencionado aquí nada más sobre mi familia.
Y sin embargo, mi familia (lo que, en sentido restringido, significa mis padres y mi abuela) es fundamental en mi vida.
Diría incluso que cada día más, porque, desde hace un tiempo, cada vez me parece más importante tratar de entender de dónde vengo.
No para ser fiel a mis raíces, ni para preservar mi identidad, ni todas esas cosas que tanto me espantan, sino simplemente para comprender un poco mejor por qué soy como soy.
El pasado fin de semana, mi abuela y yo, mano a mano, hicimos una visita a Baeza, la hermosa ciudad andaluza donde nació.
(Aunque salió de allí hace muchísimo tiempo, y pese a los casi cincuenta años que lleva viviendo en Madrid, mi abuela mantiene, además del vínculo emocional, un encantador acento jienense, por mucho que lo niegue ;-)
La visita tuvo por supuesto su parte cultural, en la que pudimos disfrutar del extenso y muy bien conservado patrimonio baezano:
O de las vistas desde la colina sobre la que se asienta la ciudad del mar de olivos que la rodea:
Y otra parte más personal, en la que mi abuela me fue contando los recuerdos que la unen a distintos lugares de Baeza, como el convento de la Magdalena, donde hizo su primera comunión, y donde, tras animada conversación con la hermana tornera (ver foto), nos hicieron pasar a una salita donde seguir conversando, reja mediante, con dos de las monjas de clausura, una de las cuales conoció a las monjas de las que mi abuela guarda imborrable recuerdo:
29 de mayo de 2009
26 de mayo de 2009
"El castellà no corre perill a Catalunya"
Molt interessant.
Teresa Giménez Barbat, quinta en la lista de UPyD para las elecciones europeas, explica muy bien, pese a la actitud del entrevistador (que se refleja en un titular algo engañoso, porque ella aclara que no es la lengua la que está amenazada, sino los derechos de sus hablantes), cómo veo yo la situación en Cataluña.
Y lo que defiende entronca perfectamente con lo que he resaltado del turrón de Lamo de Espinosa que puse esta mañana.
Teresa Giménez Barbat, quinta en la lista de UPyD para las elecciones europeas, explica muy bien, pese a la actitud del entrevistador (que se refleja en un titular algo engañoso, porque ella aclara que no es la lengua la que está amenazada, sino los derechos de sus hablantes), cómo veo yo la situación en Cataluña.
Y lo que defiende entronca perfectamente con lo que he resaltado del turrón de Lamo de Espinosa que puse esta mañana.
[...]
Dada la extensión de estas 10 principales lenguas podríamos sospechar que la mayoría de los Estados deberían ser monolingüísticos. Pero la realidad de la distribución lingüística de los Estados es justamente la contraria. Pues a partir del dato de los más de 5.000 millones de habitantes del mundo se deduce que la media de hablantes por lengua es de poco más de 700.000 personas y que, inversamente, la media de lenguas por Estados es nada menos que 30. Datos agregados que, como siempre, encubren una tremenda dispersión. Así, el continente con una media de lenguas por país menor y un mayor número de hablantes por lengua (es decir, el más “normalizado”) es, con gran diferencia, Europa. La media europea de hablantes de cada lengua, 4,4 millones, es cuatro veces mayor que la media mundial de hablantes de cada lengua. A su vez, la media europea de lenguas por país, sólo 4,6, es casi la sexta parte de la media mundial, aproximadamente 30 lenguas por país.
Podemos, pues, decir que, por las razones que sean, la complejidad lingüística de Europa es incomparablemente menor que la del resto del mundo; y quizá por eso Europa, y sólo Europa, ha podido creer durante tanto tiempo en la ecuación lengua-nación-Estado, que resulta ser así otro más de los esquemas eurocéntricos con los que malpensamos el mundo.
Esta fuerte normalización u homogeneización lingüística de Europa contrasta con la fuerte dispersión en otros continentes, singularmente Oceanía, donde la media de lenguas por país es casi 50 y la media de hablantes por lengua ¡no llega a 25.000! Estos dos extremos, Europa y Oceanía, no deben hacernos olvidar que América, por ejemplo, tiene una media de casi 22 lenguas por Estado y menos de un millón de hablantes por lengua.
El resultado final (siempre según estimaciones de Jacques Leclerc, del Centre International de Recherche en Aménagement Linguistique [CIRAL] de la Universidad Laval de Canadá), es que sólo habría 25 Estados lingüísticamente homogéneos, más otros 9 Estados no soberanos. Y llama poderosamente la atención el que casi todos ellos (salvo Bangla Desh, Japón, Corea y Polonia) son de escaso número de hablantes, 10 millones o menos. El sorprendente resultado es que, contra una extendidísima creencia, menos del 15% de los Estados (que engloban menos del 10% de la población del mundo) son lingüísticamente homogéneos, mientras el 85% restante, los Estados multilingües, engloban a más del 90% de la población. Vivir en un Estado lingüísticamente homogéneo tiene, pues, una probabilidad de 1 a 10.
[...]
Debemos visualizar la relación entre cultura y política no como espacios que se solapan sino como realidades secantes: la misma identidad cultural se asentará sobre una pluralidad de Estados. Pero también a la viceversa: la misma realidad estatal se asentará sobre una pluralidad de culturas. Los Estados pluriculturales y/o plurilingüísticos son y serán la regla. Algo similar a lo que ocurre con las regiones o , incluso, las áreas metropolitanas, pues también éstas saltan por encima de las fronteras para ser pluriestatales.
Es tanto como profundizar en la tendencia de secularización del Estado que comenzó ya en el siglo XVII tras las guerras de religión. Pues al igual que entonces se rompió con el principio tardomedieval un roi, une foi, une loi, que forzaba a los súbditos de las viejas monarquías a seguir la religión del Príncipe, se trata ahora de llevar ese pluralismo cultural mas allá del estricto espacio de la religión para hacer Estados laicos también en lo cultural.
Pues si los Estados no tienen religión, ¿cómo pueden tener culturas propias, que son en todas partes un derivado de las religiones? Limitar la secularización del Estado a las identidades religiosas es un primer paso, que debe continuar en todos los ámbitos de la cultura.
Pero desacoplar cultura y política es tanto como decir que la lealtad a un pueblo (y la misma identidad como pueblo) se expresa de muchos modos y se dice en muchas lenguas. Que se puede ser norteamericano en inglés, pero también en español, en yoruba, en tagalo o en urdo. En todas esas identidades deberá haber lealtad a la Constitución como presupuesto mínimo sobre el que crear una identidad de nación, pero de nación plurinacional, variada, diversa. Estoy, pues, hablando de naciones complejas que, mas allá del modelo del Estado-nación, resultan de la fusión dinámica de una pluralidad de naciones, identidades y lenguas en un proyecto de vida en común.
Y hablamos también de democracias de la diversidad, no de la homogeneidad, donde la igualdad legal no debe presuponer la igualdad cultural.
La imposibilidad del Estado-nación romántico no debe, sin embargo, conducirnos a demonizar todas las formas de nacionalismo. Y ello porque –regresando al principio– todo Estado estable debe reposar en un demos, una comunidad o una Gemeinschaft, que se caracteriza por una mayor solidaridad interna, reposa en una ciudadanía que mentalmente traza una frontera entre “nosotros" y los “otros”: no tanto con ánimo de expulsar o rechazar a los otros, sino con ánimo de fusionar o unir a quienes forman parte de ese “nosotros”. Hay, pues, una nación debajo de todo Estado, al menos debajo de todo Estado estable y viable. El limite mínimo de esa comunidad, de ese nacionalismo posnacionalista, es el patriotismo constitucional de Habermas, la lealtad a la Constitución como marco de convivencia y tolerancia en libertad. Creo, sin embargo, con Luis María Díez Picazo, que la propuesta de Habermas es más un diagnostico que una terapia y obvia el difícil problema de la articulación de sentimientos que se oculta tras el término patriotismo. Pues leído como solidaridad, empatía, proximidad, y por tanto, como generosidad y ayuda mutua, el nacionalismo es una fuerza extraordinariamente positiva. La fraternidad universal que predican las grandes religiones –y que es también la base expansiva de la lógica democrática– sólo puede ser la resultante final de un proceso dinámico de ampliación del espacio de la solidaridad.
Pretender que desde ya nuestra solidaridad abarque por completo a toda la población del globo, que se vierta igual sobre los próximos que sobre los lejanos, sobre quienes llevan conviviendo siglos que sobre quienes han vivido de espaldas, sobre quienes hablan la misma lengua y se entienden que sobre quienes hablan lenguas distintas, pretender pues la fusión instantánea en una fraternidad universal es no sólo una utopía sino una utopía peligrosa si no es gestionada con prudencia. Ciertamente, el objetivo final sólo puede ser un Estado democrático universal y cosmopolita; pero la postulación de ese objetivo no nos exime de realizar las tareas diarias que lo puedan hacer posible. Mientras tanto, la fórmula propuesta en 1966 por Roy Jenkins, entonces ministro de Interior del Reino Unido, es más que razonable para orientar nuestro camino:
“No creo que necesitemos en este país un melting pot, que haga de cada uno una copia de la visión estereotipada del Englishman… Por ello defino la integración, no como un proceso plano de asimilación sino como igualdad de oportunidades conjuntamente con diversidad cultural en una atmósfera de tolerancia mutua”.
Dada la extensión de estas 10 principales lenguas podríamos sospechar que la mayoría de los Estados deberían ser monolingüísticos. Pero la realidad de la distribución lingüística de los Estados es justamente la contraria. Pues a partir del dato de los más de 5.000 millones de habitantes del mundo se deduce que la media de hablantes por lengua es de poco más de 700.000 personas y que, inversamente, la media de lenguas por Estados es nada menos que 30. Datos agregados que, como siempre, encubren una tremenda dispersión. Así, el continente con una media de lenguas por país menor y un mayor número de hablantes por lengua (es decir, el más “normalizado”) es, con gran diferencia, Europa. La media europea de hablantes de cada lengua, 4,4 millones, es cuatro veces mayor que la media mundial de hablantes de cada lengua. A su vez, la media europea de lenguas por país, sólo 4,6, es casi la sexta parte de la media mundial, aproximadamente 30 lenguas por país.
Podemos, pues, decir que, por las razones que sean, la complejidad lingüística de Europa es incomparablemente menor que la del resto del mundo; y quizá por eso Europa, y sólo Europa, ha podido creer durante tanto tiempo en la ecuación lengua-nación-Estado, que resulta ser así otro más de los esquemas eurocéntricos con los que malpensamos el mundo.
Esta fuerte normalización u homogeneización lingüística de Europa contrasta con la fuerte dispersión en otros continentes, singularmente Oceanía, donde la media de lenguas por país es casi 50 y la media de hablantes por lengua ¡no llega a 25.000! Estos dos extremos, Europa y Oceanía, no deben hacernos olvidar que América, por ejemplo, tiene una media de casi 22 lenguas por Estado y menos de un millón de hablantes por lengua.
El resultado final (siempre según estimaciones de Jacques Leclerc, del Centre International de Recherche en Aménagement Linguistique [CIRAL] de la Universidad Laval de Canadá), es que sólo habría 25 Estados lingüísticamente homogéneos, más otros 9 Estados no soberanos. Y llama poderosamente la atención el que casi todos ellos (salvo Bangla Desh, Japón, Corea y Polonia) son de escaso número de hablantes, 10 millones o menos. El sorprendente resultado es que, contra una extendidísima creencia, menos del 15% de los Estados (que engloban menos del 10% de la población del mundo) son lingüísticamente homogéneos, mientras el 85% restante, los Estados multilingües, engloban a más del 90% de la población. Vivir en un Estado lingüísticamente homogéneo tiene, pues, una probabilidad de 1 a 10.
[...]
Debemos visualizar la relación entre cultura y política no como espacios que se solapan sino como realidades secantes: la misma identidad cultural se asentará sobre una pluralidad de Estados. Pero también a la viceversa: la misma realidad estatal se asentará sobre una pluralidad de culturas. Los Estados pluriculturales y/o plurilingüísticos son y serán la regla. Algo similar a lo que ocurre con las regiones o , incluso, las áreas metropolitanas, pues también éstas saltan por encima de las fronteras para ser pluriestatales.
Es tanto como profundizar en la tendencia de secularización del Estado que comenzó ya en el siglo XVII tras las guerras de religión. Pues al igual que entonces se rompió con el principio tardomedieval un roi, une foi, une loi, que forzaba a los súbditos de las viejas monarquías a seguir la religión del Príncipe, se trata ahora de llevar ese pluralismo cultural mas allá del estricto espacio de la religión para hacer Estados laicos también en lo cultural.
Pues si los Estados no tienen religión, ¿cómo pueden tener culturas propias, que son en todas partes un derivado de las religiones? Limitar la secularización del Estado a las identidades religiosas es un primer paso, que debe continuar en todos los ámbitos de la cultura.
Pero desacoplar cultura y política es tanto como decir que la lealtad a un pueblo (y la misma identidad como pueblo) se expresa de muchos modos y se dice en muchas lenguas. Que se puede ser norteamericano en inglés, pero también en español, en yoruba, en tagalo o en urdo. En todas esas identidades deberá haber lealtad a la Constitución como presupuesto mínimo sobre el que crear una identidad de nación, pero de nación plurinacional, variada, diversa. Estoy, pues, hablando de naciones complejas que, mas allá del modelo del Estado-nación, resultan de la fusión dinámica de una pluralidad de naciones, identidades y lenguas en un proyecto de vida en común.
Y hablamos también de democracias de la diversidad, no de la homogeneidad, donde la igualdad legal no debe presuponer la igualdad cultural.
La imposibilidad del Estado-nación romántico no debe, sin embargo, conducirnos a demonizar todas las formas de nacionalismo. Y ello porque –regresando al principio– todo Estado estable debe reposar en un demos, una comunidad o una Gemeinschaft, que se caracteriza por una mayor solidaridad interna, reposa en una ciudadanía que mentalmente traza una frontera entre “nosotros" y los “otros”: no tanto con ánimo de expulsar o rechazar a los otros, sino con ánimo de fusionar o unir a quienes forman parte de ese “nosotros”. Hay, pues, una nación debajo de todo Estado, al menos debajo de todo Estado estable y viable. El limite mínimo de esa comunidad, de ese nacionalismo posnacionalista, es el patriotismo constitucional de Habermas, la lealtad a la Constitución como marco de convivencia y tolerancia en libertad. Creo, sin embargo, con Luis María Díez Picazo, que la propuesta de Habermas es más un diagnostico que una terapia y obvia el difícil problema de la articulación de sentimientos que se oculta tras el término patriotismo. Pues leído como solidaridad, empatía, proximidad, y por tanto, como generosidad y ayuda mutua, el nacionalismo es una fuerza extraordinariamente positiva. La fraternidad universal que predican las grandes religiones –y que es también la base expansiva de la lógica democrática– sólo puede ser la resultante final de un proceso dinámico de ampliación del espacio de la solidaridad.
Pretender que desde ya nuestra solidaridad abarque por completo a toda la población del globo, que se vierta igual sobre los próximos que sobre los lejanos, sobre quienes llevan conviviendo siglos que sobre quienes han vivido de espaldas, sobre quienes hablan la misma lengua y se entienden que sobre quienes hablan lenguas distintas, pretender pues la fusión instantánea en una fraternidad universal es no sólo una utopía sino una utopía peligrosa si no es gestionada con prudencia. Ciertamente, el objetivo final sólo puede ser un Estado democrático universal y cosmopolita; pero la postulación de ese objetivo no nos exime de realizar las tareas diarias que lo puedan hacer posible. Mientras tanto, la fórmula propuesta en 1966 por Roy Jenkins, entonces ministro de Interior del Reino Unido, es más que razonable para orientar nuestro camino:
“No creo que necesitemos en este país un melting pot, que haga de cada uno una copia de la visión estereotipada del Englishman… Por ello defino la integración, no como un proceso plano de asimilación sino como igualdad de oportunidades conjuntamente con diversidad cultural en una atmósfera de tolerancia mutua”.
Emilio Lamo de Espinosa, en el artículo Lengua, nación y Estado, publicado en Claves de la Razón Práctica (nº 121, abril de 2002)
[...]
Joseba Arregi, en su artículo Aprender del fracaso en El Correo de 21 de mayo de 2009
El nacionalismo surge precisamente cuando la consolidación de España como Estado es incapaz de reconocer debidamente la diferencia. Entonces la sociedad vasca se divide. Y el nacionalismo vasco, formulado como respuesta a esa incapacidad del Estado, cae en la misma trampa: tratar de definir el conjunto de la sociedad vasca desde la unilateralidad de su proyecto, sólo desde la conciencia de la diferencia, negando el otro aspecto, el de la participación y la colaboración en el ámbito español. Y entonces el nacionalismo también divide a la sociedad vasca.
Si la división ha sido un hilo que recorre toda la historia vasca; si la conciencia colectiva vasca se sustenta en el siglo en que se desarrolla por primera vez, en el XIX, en el doble patriotismo y en la doble lealtad; si la negación de esta característica se paga de nuevo con la división -desde un lado o desde el otro- de la sociedad vasca, y si la posibilidad de una visión conjunta de la sociedad vasca se vuelve realidad sólo en los pactos estatutarios, quien se asienta sobre esos pactos estatutarios apuesta por la cohesión y la unión de la sociedad vasca, y quien está en contra de esos pactos estatutarios, apuesta por la división de la sociedad vasca.
La bandera constitucional española posee legitimidad sólo porque no puede ondear sola: tiene que ondear siempre con la señera, con la ikurriña, con la gallega, con la andaluza. En caso contrario no es constitucional. Pero los nacionalistas sólo quieren una bandera, la ikurriña, siempre que ondee sola. Los símbolos del Estado -y los símbolos siempre son necesarios, también en la democracia laica, incluidos los cuerpos y fuerzas de seguridad- son símbolos constitucionalizados, sometidos a la aceptación de las identidades complejas y plurales de las distintas nacionalidades españolas. Quienes quieren que desaparezcan de la sociedad vasca esos símbolos constitucionales, niegan la complejidad y el pluralismo de la identidad de los ciudadanos vascos. Dividen la sociedad vasca y hacen imposible Euskadi como sujeto político. Sus proyectos serán legales, puesto que renuncian al uso de la violencia ilegítima, pero difícilmente compatibles con la democracia como defensa, valoración y gestión del pluralismo y la complejidad.
Los nacionalistas vascos han aprendido de los radicales a referirse a los no nacionalistas adosándoles el adjetivo de unionistas. Olvidan que los radicales además hablan de autonomistas e independentistas, rompiendo con ello la supuesta mayoría social del nacionalismo. Pero la referencia al unionismo pretende ser descalificadora. Obama, ejemplo de tantos, ha subrayado, por encima de todo, su unionismo. Se ha referido a Abraham Lincoln, quien mandó empuñar las armas para defender precisamente la unión y la federación -la mejor forma de defender la unión es por medio de la federación, y no hay federación sin unión-, junto con el progreso industrial y la renovación social como consecuencia, contra quienes defendían la confederación -la puesta en duda de la fuerza de la unión- para poder defender una forma de sociedad arcaica, de antiguo régimen y su sistema económico agrícola basado en la esclavitud.
Tiene mucho sentido ser unionista en Euskadi, porque implica no sólo la unión hacia fuera gracias al reconocimiento de la diferencia, sino sobre todo la única forma de posibilitar la unión hacia dentro sin renunciar al valor positivo y a la riqueza del pluralismo y de la complejidad. Ésta es la libertad que hay que defender, y la defienden los que asientan su proyecto sobre los pactos estatutarios. Y la ponen en peligro quienes rechazan los pactos estatutarios. Ahí está la prueba del nueve, y no en pragmatismos y moderaciones que oculten la incapacidad de asumir las únicas bases posibles de la convivencia en una sociedad tan plural y compleja como la vasca.
Si la división ha sido un hilo que recorre toda la historia vasca; si la conciencia colectiva vasca se sustenta en el siglo en que se desarrolla por primera vez, en el XIX, en el doble patriotismo y en la doble lealtad; si la negación de esta característica se paga de nuevo con la división -desde un lado o desde el otro- de la sociedad vasca, y si la posibilidad de una visión conjunta de la sociedad vasca se vuelve realidad sólo en los pactos estatutarios, quien se asienta sobre esos pactos estatutarios apuesta por la cohesión y la unión de la sociedad vasca, y quien está en contra de esos pactos estatutarios, apuesta por la división de la sociedad vasca.
La bandera constitucional española posee legitimidad sólo porque no puede ondear sola: tiene que ondear siempre con la señera, con la ikurriña, con la gallega, con la andaluza. En caso contrario no es constitucional. Pero los nacionalistas sólo quieren una bandera, la ikurriña, siempre que ondee sola. Los símbolos del Estado -y los símbolos siempre son necesarios, también en la democracia laica, incluidos los cuerpos y fuerzas de seguridad- son símbolos constitucionalizados, sometidos a la aceptación de las identidades complejas y plurales de las distintas nacionalidades españolas. Quienes quieren que desaparezcan de la sociedad vasca esos símbolos constitucionales, niegan la complejidad y el pluralismo de la identidad de los ciudadanos vascos. Dividen la sociedad vasca y hacen imposible Euskadi como sujeto político. Sus proyectos serán legales, puesto que renuncian al uso de la violencia ilegítima, pero difícilmente compatibles con la democracia como defensa, valoración y gestión del pluralismo y la complejidad.
Los nacionalistas vascos han aprendido de los radicales a referirse a los no nacionalistas adosándoles el adjetivo de unionistas. Olvidan que los radicales además hablan de autonomistas e independentistas, rompiendo con ello la supuesta mayoría social del nacionalismo. Pero la referencia al unionismo pretende ser descalificadora. Obama, ejemplo de tantos, ha subrayado, por encima de todo, su unionismo. Se ha referido a Abraham Lincoln, quien mandó empuñar las armas para defender precisamente la unión y la federación -la mejor forma de defender la unión es por medio de la federación, y no hay federación sin unión-, junto con el progreso industrial y la renovación social como consecuencia, contra quienes defendían la confederación -la puesta en duda de la fuerza de la unión- para poder defender una forma de sociedad arcaica, de antiguo régimen y su sistema económico agrícola basado en la esclavitud.
Tiene mucho sentido ser unionista en Euskadi, porque implica no sólo la unión hacia fuera gracias al reconocimiento de la diferencia, sino sobre todo la única forma de posibilitar la unión hacia dentro sin renunciar al valor positivo y a la riqueza del pluralismo y de la complejidad. Ésta es la libertad que hay que defender, y la defienden los que asientan su proyecto sobre los pactos estatutarios. Y la ponen en peligro quienes rechazan los pactos estatutarios. Ahí está la prueba del nueve, y no en pragmatismos y moderaciones que oculten la incapacidad de asumir las únicas bases posibles de la convivencia en una sociedad tan plural y compleja como la vasca.
Joseba Arregi, en su artículo Aprender del fracaso en El Correo de 21 de mayo de 2009
18 de mayo de 2009
Benditos malditos
Y ya que estamos, y que la he encontrado en youtube, no puedo dejar de poner aquí este desmadre cuasi-techno del jefe Sabina:
Benditas sean las raras excepciones,
Los moratones de los vulnerables,
Los labios que aprovechan los rincones
Más olvidados, más inolvidables,
Benditos sean, benditos sean
Los santos milagrosos, los gordos cariñosos,
Los locos que se creen napoleones,
Las pálidas lesbianas, los dulces maricones,
Los mocos de la gente con ventanas,
Los tuertos que no quieren ver visiones,
Los muertos que se mueren con las ganas.
Benditos sean los ceros a la izquierda,
Los que nacieron en ningún lugar,
Los de viva Zapata manque pierda,
Las damas que se llaman Soledad,
El sable del sablista, la caries del dentista,
Los Buenos Aires, los malos maridos,
Las drogas veniales, la sopa del cocido,
Los listos que parecen subnormales,
Los que pudieron ser y no han querido,
Los descendientes de los animales.
Malditos sean los justos, los sumisos,
Los que tiran penaltis de cabeza,
Los que para mear piden permiso,
Los súbditos del dios de la certeza,
Los que adornan las notas de sus hijos,
Los probos ciudadanos, los niñatos,
Los que follan con red y a plazo fijo,
Los canallas que nunca han roto un plato.
Maldita sea la voz de la experiencia
Que casi se equivoca a media suma,
La pipa de la paz con la conciencia,
Los "oiga, que en mi taxi no se fuma",
Los que se mojan poco cuando llueve,
Los que sonríen en las fotografías,
Los que progresan porque no se mueven,
Los de la escandalosa mayoría,
Malditos sean, malditos sean.
Benditas sean las rubias calentonas
Que se emocionan por pasar el rato,
Las tímidas que salen respondonas,
La mancha en la bragueta del beato,
Bendita sea, benditos sean
Los farias con saliva, los gallos de las divas,
Los callos de las piernas de las cojas,
Las amapolas rojas, la abuela en san fermines,
Los récords que no salen en los guiness,
Los cínicos que lloran en los cines,
Los tréboles de tres o cuatro hojas,
Las enfermeras que suben la fiebre,
Las tetas de pezón hospitalario,
Los gatos de no dan gato por liebre,
Los misterios gozosos del rosario,
Las novias del torero, los bronquios del minero,
Los tristes que se ríen de la tristeza,
Los ricos sin dinero, los vagos con pereza,
Los últimos que llegan los primeros,
Los calvos que se quitan el sombrero
Ante la dignidad y la belleza.
Malditos sean los tontos con medallas,
Los hijos de mamita, los chivatos,
Los candidatos (cierra la muralla),
La letra pequeñita del contrato,
Los alcahuetes del polvete ajeno,
La diabetes, el sida, los piojos,
Los sorbetes de bilis con veneno,
Los que aplauden al príncipe de hinojos,
Los cuentos de las cuentas al contado
Los tipos de interés, los finiquitos,
Los que jubilan a los jubilados,
Los talibanes del último grito,
Los que se pasan nunca de la ralla,
Los mamporreros de la simetría,
Los que exhiben el móvil en la playa,
Los que hacen tratos con la policía,
Malditos sean, malditos sean.
Joaquín Sabina
En los confines del internés encontré hace tiempo esta otra versión, aún más curiosa, en la que el Sabina acaba recitando un fragmento del delirante capítulo 68 de Rayuela (que, por supuesto, no he leído...):
Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón [, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.]
Julio Cortázar
Benditas sean las raras excepciones,
Los moratones de los vulnerables,
Los labios que aprovechan los rincones
Más olvidados, más inolvidables,
Benditos sean, benditos sean
Los santos milagrosos, los gordos cariñosos,
Los locos que se creen napoleones,
Las pálidas lesbianas, los dulces maricones,
Los mocos de la gente con ventanas,
Los tuertos que no quieren ver visiones,
Los muertos que se mueren con las ganas.
Benditos sean los ceros a la izquierda,
Los que nacieron en ningún lugar,
Los de viva Zapata manque pierda,
Las damas que se llaman Soledad,
El sable del sablista, la caries del dentista,
Los Buenos Aires, los malos maridos,
Las drogas veniales, la sopa del cocido,
Los listos que parecen subnormales,
Los que pudieron ser y no han querido,
Los descendientes de los animales.
Malditos sean los justos, los sumisos,
Los que tiran penaltis de cabeza,
Los que para mear piden permiso,
Los súbditos del dios de la certeza,
Los que adornan las notas de sus hijos,
Los probos ciudadanos, los niñatos,
Los que follan con red y a plazo fijo,
Los canallas que nunca han roto un plato.
Maldita sea la voz de la experiencia
Que casi se equivoca a media suma,
La pipa de la paz con la conciencia,
Los "oiga, que en mi taxi no se fuma",
Los que se mojan poco cuando llueve,
Los que sonríen en las fotografías,
Los que progresan porque no se mueven,
Los de la escandalosa mayoría,
Malditos sean, malditos sean.
Benditas sean las rubias calentonas
Que se emocionan por pasar el rato,
Las tímidas que salen respondonas,
La mancha en la bragueta del beato,
Bendita sea, benditos sean
Los farias con saliva, los gallos de las divas,
Los callos de las piernas de las cojas,
Las amapolas rojas, la abuela en san fermines,
Los récords que no salen en los guiness,
Los cínicos que lloran en los cines,
Los tréboles de tres o cuatro hojas,
Las enfermeras que suben la fiebre,
Las tetas de pezón hospitalario,
Los gatos de no dan gato por liebre,
Los misterios gozosos del rosario,
Las novias del torero, los bronquios del minero,
Los tristes que se ríen de la tristeza,
Los ricos sin dinero, los vagos con pereza,
Los últimos que llegan los primeros,
Los calvos que se quitan el sombrero
Ante la dignidad y la belleza.
Malditos sean los tontos con medallas,
Los hijos de mamita, los chivatos,
Los candidatos (cierra la muralla),
La letra pequeñita del contrato,
Los alcahuetes del polvete ajeno,
La diabetes, el sida, los piojos,
Los sorbetes de bilis con veneno,
Los que aplauden al príncipe de hinojos,
Los cuentos de las cuentas al contado
Los tipos de interés, los finiquitos,
Los que jubilan a los jubilados,
Los talibanes del último grito,
Los que se pasan nunca de la ralla,
Los mamporreros de la simetría,
Los que exhiben el móvil en la playa,
Los que hacen tratos con la policía,
Malditos sean, malditos sean.
Joaquín Sabina
En los confines del internés encontré hace tiempo esta otra versión, aún más curiosa, en la que el Sabina acaba recitando un fragmento del delirante capítulo 68 de Rayuela (que, por supuesto, no he leído...):
Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón [, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.]
Julio Cortázar
Pensando en esa época pretérita recuerdo a alguien cuya muerte sí sentí como propia.
Una de las voces más personales, creíbles, emocionantes. (Y eso que la de la Pradera no se queda atrás, eh.)
Y un corazón tan grande que no le cupo en el pecho.
Mis amigas barceloninas (e., s., C., g.) despiden a Benedetti con hermosos versos y doliente prosa.
Yo tuve mi momento Benedetti, pero hace tanto que ya ni me acuerdo. Pertenece a una época de mi vida tan lejana que diría ajena.
Le tengo cierta simpatía, pero no está en mi panteón: a menudo me resulta un algo cursi, un poco facilón.
Pero fue amigo de Idea.
Y además, los amigos de mis amigas son mis amigos.
Yo tuve mi momento Benedetti, pero hace tanto que ya ni me acuerdo. Pertenece a una época de mi vida tan lejana que diría ajena.
Le tengo cierta simpatía, pero no está en mi panteón: a menudo me resulta un algo cursi, un poco facilón.
Pero fue amigo de Idea.
Y además, los amigos de mis amigas son mis amigos.
17 de mayo de 2009
15 de mayo de 2009
14 de mayo de 2009
Food for thought
Extraordinaria e interesantísima la conferencia sobre "Europa y España ante el nuevo orden internacional" [pdf] del profesor Emilio Lamo de Espinosa en la Escuela de Administración Regional de mi Junta en Toledo.
Mi camarada A. me ha puesto como deberes que escriba aquí una crónica.
Y lo haré.
Pero ahora sólo dejo esta nota, mientras se sedimenta el alud de datos, ideas, reflexiones y sigo buscando el mejor antónimo para "provincianismo", porque ésa sería la palabra con la que querría resumir la sensación con la que vengo de la charla.
[He puesto en el blog de turrones una entrevista con él de hace unos tres años sobre los nacionalismos en España]
Varias ideas de la charla:
1. Estamos viviendo el final de una era de excepcional dominación europea (occidental) del mundo, que ha durado alrededor de 500 años.
La colonización del resto del mundo por las potencias europeas y las ventajas tecnológicas de la revolución industrial, entre otras varias causas, han hecho que durante los últimos siglos se abriese una enorme brecha entre la riqueza de estos países y la del resto del mundo.
Pero esta tendencia se está invirtiendo, y el abrumador peso demográfico de Asia (China, India, Bangladesh, Indonesia...) y también de América (Estados Unidos, Brasil, México) está imponiéndose: Europa está pasando de ocupar el centro del mundo en el que China ocupaba el Extremo Oriente a conventirse en el Extremo Occidente (y España, en el Extremo Occidente de Europa) en un mundo cuyo centro de gravedad se sitúa en el Pacífico.
2. España tomó impulso con la Transición, cuando se logró que el país dejase de mirarse el ombligo y volviese sus ojos hacia Europa ("Europa como solución") y cuando también desistimos de intentar resolver los problemas de nuestros padres para enfrentarnos a los de nuestros hijos.
Pero este impulso se está perdiendo, y volvemos a despilfarrar energías tratando de zanjar cuestiones esencialistas mientras se reabren disputas que parecían ya olvidadas.
Mi camarada A. me ha puesto como deberes que escriba aquí una crónica.
Y lo haré.
Pero ahora sólo dejo esta nota, mientras se sedimenta el alud de datos, ideas, reflexiones y sigo buscando el mejor antónimo para "provincianismo", porque ésa sería la palabra con la que querría resumir la sensación con la que vengo de la charla.
[He puesto en el blog de turrones una entrevista con él de hace unos tres años sobre los nacionalismos en España]
Varias ideas de la charla:
1. Estamos viviendo el final de una era de excepcional dominación europea (occidental) del mundo, que ha durado alrededor de 500 años.
La colonización del resto del mundo por las potencias europeas y las ventajas tecnológicas de la revolución industrial, entre otras varias causas, han hecho que durante los últimos siglos se abriese una enorme brecha entre la riqueza de estos países y la del resto del mundo.
Pero esta tendencia se está invirtiendo, y el abrumador peso demográfico de Asia (China, India, Bangladesh, Indonesia...) y también de América (Estados Unidos, Brasil, México) está imponiéndose: Europa está pasando de ocupar el centro del mundo en el que China ocupaba el Extremo Oriente a conventirse en el Extremo Occidente (y España, en el Extremo Occidente de Europa) en un mundo cuyo centro de gravedad se sitúa en el Pacífico.
2. España tomó impulso con la Transición, cuando se logró que el país dejase de mirarse el ombligo y volviese sus ojos hacia Europa ("Europa como solución") y cuando también desistimos de intentar resolver los problemas de nuestros padres para enfrentarnos a los de nuestros hijos.
Pero este impulso se está perdiendo, y volvemos a despilfarrar energías tratando de zanjar cuestiones esencialistas mientras se reabren disputas que parecían ya olvidadas.
Enough with all that drama!
No sé qué ha pasado esta semana, pero algo ha cambiado.
No descarto, conociéndome como (no) me conozco, que sea temporal, y que retorne a mi habitual estado anterior.
Pero por alguna razón tengo la sensación de que va en serio, que no me estoy intentando convencer de algo que no me creo.
Se acabó la angustia, la continua sensación de estar con el agua al cuello.
Enough is enough.
No descarto, conociéndome como (no) me conozco, que sea temporal, y que retorne a mi habitual estado anterior.
Pero por alguna razón tengo la sensación de que va en serio, que no me estoy intentando convencer de algo que no me creo.
Se acabó la angustia, la continua sensación de estar con el agua al cuello.
Enough is enough.
13 de mayo de 2009
Mi primera vez
Teatro Español, Plaza de Santa Ana, Madrid.
[Imagen de ferlomu en flickr]
Curioso escenario para el primer concierto de hip hop al que asisto en mi vida.
Un experimento: La Mala Rodríguez con acompañamiento de la Original Jazz Orquestra del Taller de Músics de Barcelona.
Aunque la opinión de la crítica estuvo dividida entre las puristas y los partidarios del mestizaje, y a pesar de que reconozco que la idea no cuajó del todo, a mí me gustó la experiencia.
En ningún momento el concierto me resultó monótono, como habría podido imaginar.
Y me lo pasé pipa con la pose vacilona, poderosa, sensual, de La Mala.
[Imagen de ferlomu en flickr]
Curioso escenario para el primer concierto de hip hop al que asisto en mi vida.
Un experimento: La Mala Rodríguez con acompañamiento de la Original Jazz Orquestra del Taller de Músics de Barcelona.
Aunque la opinión de la crítica estuvo dividida entre las puristas y los partidarios del mestizaje, y a pesar de que reconozco que la idea no cuajó del todo, a mí me gustó la experiencia.
En ningún momento el concierto me resultó monótono, como habría podido imaginar.
Y me lo pasé pipa con la pose vacilona, poderosa, sensual, de La Mala.
12 de mayo de 2009
Además de todas las objeciones teóricas que se le pueden poner al nacionalismo, ideología reaccionaria como pocas, hay una crítica fundamental de la práctica del nacionalismo en el poder, sobre todo en sociedades post-heroicas, ricas y acomodadas como la nuestra:
Los políticos nacionalistas necesitan exaltar continuamente a su clientela con mensajes apocalípticos, agónicos, tremendistas, que poco tienen que ver con la realidad de la inmensa mayoría de la gente.
Cierto es que este comportamiento no es exclusivo de los nacionalistas, y que en alguna medida lo comparten todos quienes ejercen el poder y temen perderlo (quién no recuerda el dóberman del PSOE en la campaña del 96), pero yo tengo la impresión de que es aún más acusado en los nacionalistas, que atizan incensantemente el miedo a la pérdida de las esencias, de la identidad, y de no sé cuántas otras cualidades de ese tótem, paradójicamente eterno e inmutable, sobre el que gira todo su discurso político: el Pueblo.
Aun sabiendo todo esto, y más teniendo en cuenta particular situación en el País Vasco, no por predecible deja de ser menos vergonzosa la pataleta histérica de Ibarretxe y compañía ahora que (¡por fin!) tienen que abandonar, al menos por un tiempo, el gobierno vasco.
Ruiz Soroa, tan lúcido como de costumbre, lo expresa perfectamente en su último artículo:
Ibarretxe, como un Alonso de Quijano moderno, y con él medio país, están atrapados en un texto, 'la novela de Euskadi', que cuenta nuestra realidad como un problema desmesurado, tan grande que se resuelve sólo con muertos, revoluciones, secesiones y demás hercúleas contribuciones. Euskadi es así la última novela de caballerías que se lee en serio en Europa, tan en serio que encandila la pasión de unos ciudadanos que, sin embargo, están a la cabeza de Europa en muchísimos indicadores de desarrollo social y humano modernos. Se comprueba en ello la verdad de la que se ha llamado 'ley de la importancia creciente de las sobras': cuanta más positividad existe en una sociedad, cuanto mejor se vive en ella, los restos o sobras de negatividad persistentes en su seno se perciben como más graves e intolerables. Probablemente tenemos menos problemas y conflictos que en ningún momento de nuestra historia pasada, vivimos como nunca nuestros padres soñaron poder hacer, y sin embargo nos sentimos rodeados de problemas y conflictos gigantescos y absorbentes. Si los viéramos como lo que son, como 'sobras' de escasa relevancia objetiva, probablemente los definiríamos mejor. Y los políticos podrían bajarse de la pasión por desfacer entuertos que duran siete mil años y por rescatar a gentiles naciones-doncellas, cerrar por fin la novela y encontrar causas o motores más humildes en la realidad prosaica que nos rodea.
Los políticos nacionalistas necesitan exaltar continuamente a su clientela con mensajes apocalípticos, agónicos, tremendistas, que poco tienen que ver con la realidad de la inmensa mayoría de la gente.
Cierto es que este comportamiento no es exclusivo de los nacionalistas, y que en alguna medida lo comparten todos quienes ejercen el poder y temen perderlo (quién no recuerda el dóberman del PSOE en la campaña del 96), pero yo tengo la impresión de que es aún más acusado en los nacionalistas, que atizan incensantemente el miedo a la pérdida de las esencias, de la identidad, y de no sé cuántas otras cualidades de ese tótem, paradójicamente eterno e inmutable, sobre el que gira todo su discurso político: el Pueblo.
Aun sabiendo todo esto, y más teniendo en cuenta particular situación en el País Vasco, no por predecible deja de ser menos vergonzosa la pataleta histérica de Ibarretxe y compañía ahora que (¡por fin!) tienen que abandonar, al menos por un tiempo, el gobierno vasco.
Ruiz Soroa, tan lúcido como de costumbre, lo expresa perfectamente en su último artículo:
Ibarretxe, como un Alonso de Quijano moderno, y con él medio país, están atrapados en un texto, 'la novela de Euskadi', que cuenta nuestra realidad como un problema desmesurado, tan grande que se resuelve sólo con muertos, revoluciones, secesiones y demás hercúleas contribuciones. Euskadi es así la última novela de caballerías que se lee en serio en Europa, tan en serio que encandila la pasión de unos ciudadanos que, sin embargo, están a la cabeza de Europa en muchísimos indicadores de desarrollo social y humano modernos. Se comprueba en ello la verdad de la que se ha llamado 'ley de la importancia creciente de las sobras': cuanta más positividad existe en una sociedad, cuanto mejor se vive en ella, los restos o sobras de negatividad persistentes en su seno se perciben como más graves e intolerables. Probablemente tenemos menos problemas y conflictos que en ningún momento de nuestra historia pasada, vivimos como nunca nuestros padres soñaron poder hacer, y sin embargo nos sentimos rodeados de problemas y conflictos gigantescos y absorbentes. Si los viéramos como lo que son, como 'sobras' de escasa relevancia objetiva, probablemente los definiríamos mejor. Y los políticos podrían bajarse de la pasión por desfacer entuertos que duran siete mil años y por rescatar a gentiles naciones-doncellas, cerrar por fin la novela y encontrar causas o motores más humildes en la realidad prosaica que nos rodea.
José María Ruiz Soroa, en El Correo de 10 de mayo de 2009
11 de mayo de 2009
10 de mayo de 2009
Dayna is back...
...and that's just great news!
Además, creo que ha estado grabando un nuevo disco y con suerte nos lo presentará el 19 de junio, a las 20:30 horas, en el Teatro Lara (Metro Callao, Madrid).
Y las entradas a precios "razonables" (de 22 a 25 euros), al menos para los tiempos que corren, en que hasta el jefe Leonard se sube a la parra...
Además, creo que ha estado grabando un nuevo disco y con suerte nos lo presentará el 19 de junio, a las 20:30 horas, en el Teatro Lara (Metro Callao, Madrid).
Y las entradas a precios "razonables" (de 22 a 25 euros), al menos para los tiempos que corren, en que hasta el jefe Leonard se sube a la parra...
9 de mayo de 2009
Voces perfectas
Yo no sé absolutamente nada sobre teoría musical, pero, como creo que este blog deja bastante claro (no hay más que ver cuál es la etiqueta que más utilizo, by far, para calificar mis posts), me gusta mucho escuchar canciones, historias, voces.
De hecho, últimamente he estado pensando en lo importante que son para mí las voces de los (las) cantantes.
Y he empezado una lista de las que me parecen "perfectas".
Sin ningún criterio ni definición posibles: simplemente son aquéllas que, al escucharlas, me hacen sentir que no se podría cantar mejor.
De momento, sólo se me ocurren cuatro, y todas son mujeres, aunque cada cual de su padre y de su madre:
Ella Fitzgerald, que podía hacer con su voz lo que le viniese en gana, hasta imitar al enormísimo cronopio Louis Armstrong (buscad la versión de Mack The Knife del concierto en Berlín de 1960, en la que se le olvida la letra...):
Aretha Franklin, a la que he escuchado menos de lo que debería, pero que siempre me provoca la misma sensación: su voz no tiene límites.
Marisa Monte, ¿qué decir que no haya dicho/puesto ya aquí?
Pasión Vega, cuya voz cristalina me gusta mucho más que las canciones que suele interpretar. Con unagran e-nor-me excepción (de Sabina, claro...):
Cómo te extraño
Cómo te extraño
Motín de la razón, soledad sonora.
Cincuenta años, algunos más que yo cumplirías ahora.
Hondura en vena, cura de hierbabuena, galope inerte.
Patera hundida,
¡Viva la mala vida, muera la muerte, muera la muerte!
Del horizonte, penando vengo, hermano
Rezando voy, al Sacromonte
Donde hasta los gitanos saben quién soy.
Maestro, escuela,
Duque de las duquelas de la memoria.
Pan con tomillo,
Coñac de carajillos sin achicoria.
Las churumbelas,
Que en la cuna mamaron por bulerías
Pasan papelas de las que te mataron
Cuando vivías, cuando vivías.
Corazoncito
Herío en el combate con las entrañas
¡Ay! Qué huerfanito se ha quedado el Tomate,
el Polo y la Caña.
Con qué desgana
Se hacen las gaditanas tirabuzones
Sin tu saeta, va la esperanza a dieta de Camarones
de pescaílla, de boga y de jurel
de la mar amarga.
Qué pesadilla,
la silla sin José en La Venta Vargas,
La Venta Vargas
Del horizonte
Penando vengo, hermano,
Rezando voy, al Sacromonte
Donde hasta los gitanos saben quién soy.
Joaquín Sabina
Sin embargo, una voz no tiene que ser perfecta, en ese sentido ambiguo y absolutamente subjetivo que le doy yo a la palabra, para poder emocionarme.
Valgan dos ejemplos:
Estos últimos días he vuelto a escuchar a Gram Parsons, por enésima vez desde que lo descubrí hace ya tres años (para cosas tan útiles como ésta es para lo que sirve tener un blog...). Y es que su voz tiene una capacidad única para transmitir dolor, fragilidad, que me llega, me toca.
El otro contraejemplo que ahora se me ocurre, del que no diré más porque ya he dicho demasiado: Lucinda.
De hecho, últimamente he estado pensando en lo importante que son para mí las voces de los (las) cantantes.
Y he empezado una lista de las que me parecen "perfectas".
Sin ningún criterio ni definición posibles: simplemente son aquéllas que, al escucharlas, me hacen sentir que no se podría cantar mejor.
De momento, sólo se me ocurren cuatro, y todas son mujeres, aunque cada cual de su padre y de su madre:
Ella Fitzgerald, que podía hacer con su voz lo que le viniese en gana, hasta imitar al enormísimo cronopio Louis Armstrong (buscad la versión de Mack The Knife del concierto en Berlín de 1960, en la que se le olvida la letra...):
Aretha Franklin, a la que he escuchado menos de lo que debería, pero que siempre me provoca la misma sensación: su voz no tiene límites.
Marisa Monte, ¿qué decir que no haya dicho/puesto ya aquí?
Pasión Vega, cuya voz cristalina me gusta mucho más que las canciones que suele interpretar. Con una
Cómo te extraño
Cómo te extraño
Motín de la razón, soledad sonora.
Cincuenta años, algunos más que yo cumplirías ahora.
Hondura en vena, cura de hierbabuena, galope inerte.
Patera hundida,
¡Viva la mala vida, muera la muerte, muera la muerte!
Del horizonte, penando vengo, hermano
Rezando voy, al Sacromonte
Donde hasta los gitanos saben quién soy.
Maestro, escuela,
Duque de las duquelas de la memoria.
Pan con tomillo,
Coñac de carajillos sin achicoria.
Las churumbelas,
Que en la cuna mamaron por bulerías
Pasan papelas de las que te mataron
Cuando vivías, cuando vivías.
Corazoncito
Herío en el combate con las entrañas
¡Ay! Qué huerfanito se ha quedado el Tomate,
el Polo y la Caña.
Con qué desgana
Se hacen las gaditanas tirabuzones
Sin tu saeta, va la esperanza a dieta de Camarones
de pescaílla, de boga y de jurel
de la mar amarga.
Qué pesadilla,
la silla sin José en La Venta Vargas,
La Venta Vargas
Del horizonte
Penando vengo, hermano,
Rezando voy, al Sacromonte
Donde hasta los gitanos saben quién soy.
Joaquín Sabina
Sin embargo, una voz no tiene que ser perfecta, en ese sentido ambiguo y absolutamente subjetivo que le doy yo a la palabra, para poder emocionarme.
Valgan dos ejemplos:
Estos últimos días he vuelto a escuchar a Gram Parsons, por enésima vez desde que lo descubrí hace ya tres años (para cosas tan útiles como ésta es para lo que sirve tener un blog...). Y es que su voz tiene una capacidad única para transmitir dolor, fragilidad, que me llega, me toca.
El otro contraejemplo que ahora se me ocurre, del que no diré más porque ya he dicho demasiado: Lucinda.
"Este año, el verano cayó en martes."
Agustín de Foxá, escribiendo desde Islandia o alrededores, según lo cita Abraham García.
Agustín de Foxá, escribiendo desde Islandia o alrededores, según lo cita Abraham García.
8 de mayo de 2009
Llevo unos días inquieto y sé perfectamente por qué: no encuentro la música adecuada para mi estado de ánimo.
Es una sensación muy desagradable, desasosegante. Creí que conocía la solución, pero esta vez ni siquiera ese recurso me funciona...
Y sin embargo, sé perfectamente lo que quiero: Quiero encontrar un disco nuevo, o desconocido hasta ahora para mí, de alguno de mis juglares predilectos.
Y es que tengo comprobado que la escucha repetida desgasta la música: pierde brillo, se va cubriendo de una fina capa de polvo.
Yo sólo sé que algo es realmente bueno cuando, tras dejarlo un tiempo en el estante musical, al volver a escucharlo recupero las sensaciones de las primeras escuchas.
Es una sensación muy desagradable, desasosegante. Creí que conocía la solución, pero esta vez ni siquiera ese recurso me funciona...
Y sin embargo, sé perfectamente lo que quiero: Quiero encontrar un disco nuevo, o desconocido hasta ahora para mí, de alguno de mis juglares predilectos.
Y es que tengo comprobado que la escucha repetida desgasta la música: pierde brillo, se va cubriendo de una fina capa de polvo.
Yo sólo sé que algo es realmente bueno cuando, tras dejarlo un tiempo en el estante musical, al volver a escucharlo recupero las sensaciones de las primeras escuchas.
7 de mayo de 2009
A song for you
Oh my land is like a wild goose
Wanders all around everywhere
Trembles and it shakes till every tree is loose
It rolls the meadows and it rolls the nails
So take me down to your dance floor
And I won't mind the people when they stare
Paint a different color on your front door
And tomorrow we will still be there
Jesus built a ship to sing a song to
It sails the rivers and it sails the tide
Some of my friends don't know who they belong to
Some can't get a single thing to work inside
So take me down to your dance floor
And I won't mind the people when they stare
Paint a different color on your front door
And tomorrow we will still be there
I loved you every day and now I'm leaving
And I can see the sorrow in your eyes
I hope you know a lot more than you're believing
Just so the sun don't hurt ou when you cry
So take me down to your dance floor
And I won't mind the people when they stare
Paint a different color on your front door
And tomorrow we will still be there
And tomorrow we will still be there
Gram Parsons
Clara
Hoy mi hermana Clara habría cumplido treinta años.
Ésa es una frase que apenas tiene sentido, no significa prácticamente nada.
Y sin embargo, hoy mi hermana Clara habría cumplido treinta años.
Un beso, hermana.
Ésa es una frase que apenas tiene sentido, no significa prácticamente nada.
Y sin embargo, hoy mi hermana Clara habría cumplido treinta años.
Un beso, hermana.
6 de mayo de 2009
4 de mayo de 2009
A falta de pan...
...bueno es meterse una palicilla en la piscina.
Dos meses después, vuelvo a mis clases de natación "de mantenimiento" (muy apropiado para mis 32 añazos, por muy bien llevados que estén...)
Y llego a casa reventado.
En dos (tres) palabras: jodido pero contento.
Dos meses después, vuelvo a mis clases de natación "de mantenimiento" (muy apropiado para mis 32 añazos, por muy bien llevados que estén...)
Y llego a casa reventado.
En dos (tres) palabras: jodido pero contento.
Allons enfants de la patrie
Le jour de gloire est arrivé
Contre nous de la tyrannie
L'étendard sanglant est levé
Aux armes et caetera
Entendez-vous dans les campagnes
Mugir ces féroces soldats
Ils viennent jusque dans nos bras
Egorger nos fils, nos compagnes
Aux armes et caetera
Amour sacré de la patrie
Conduis, soutiens nos bras vengeurs
[Marchemos, hijos de la patria,
Que el día de la gloria ha llegado
Contra nosotros se alza
El sangriento estandarte de la tiranía
A las armas, y todo eso
¿No oís rugir por las campiñas
A esos feroces soldados?
Vienen a degollar en nuestros propios brazos
A nuestros hijos y a nuestras esposas
A las armas, y todo eso
¡Amor sagrado de la patria,
Conduce y sostén nuestros brazos vengadores!]
Serge Gainsbourg, "libremente" inspirado en La Marseillaise, himno nacional de La France...
3 de mayo de 2009
2 de mayo de 2009
Sabés
Sabés
dijiste
nunca
nunca fui tan feliz como esta noche.
Nunca. Y me lo dijiste
en el mismo momento
en que yo decidía no decirte
sabés
seguramente me engaño
pero creo
pero ésta me parece
la noche más hermosa de mi vida.
Idea Vilariño
dijiste
nunca
nunca fui tan feliz como esta noche.
Nunca. Y me lo dijiste
en el mismo momento
en que yo decidía no decirte
sabés
seguramente me engaño
pero creo
pero ésta me parece
la noche más hermosa de mi vida.
Idea Vilariño
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