3 de julio de 2009

Hoy me ha vuelto a pasar y por fin me decido a escribirlo.

Viniendo hacia Toledo mientras amanece, hay un punto exacto de la carretera en el que me he encontrado varias veces con una luz extraña, distinta de la del resto del camino.

Y cada vez que la veo, pienso esto: es exactamente la misma luz que entra a través de la ventana del hotel donde Katharine y Almásy consuman su incipiente amor (=deseo) en El paciente inglés.

Creo recordar que se supone que están en El Cairo, pero por algún motivo, quizá por la conversación que tienen, yo asocio la imagen, la luz, a Estambul, donde nunca he estado.

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