Fin de semana de muchas y variadas emociones.
Como en esas pelis moderniquis, voy a contarlo en sentido cronológicamente inverso, empezando por lo que me ha pasado al llegar a Toledo.
Sabía que algo así me iba a pasar, esto del AVE es lo que tiene: resulta que he llegado a Toledo y, al bajar del tren, me he dado cuenta de que no llevaba conmigo los billetes (ni el de vuelta, ni todos los demás para esta semana). He tenido la suerte de caer en ello cuando aún estaba en la estación (y todo porque quería usar un billete ya usado como marcapáginas...), así que no ha habido mayor problema, y los seguretas del tren me los han encontrado.
Esto no tiene mayor trascendencia, lo sé, pero es que el viaje había empezado con otra incidencia. Resulta que, al subirme al vagón, creyendo que era el primero en hacerlo (he llegado algo más pronto a la estación), encuentro, tres filas por detrás de donde estaba mi asiento, una mochila abandonada.
Es horrible, pero en seguida mi mente ha pensado: mochila, tren, Atocha, 11-M. Y así me he dado cuenta de que tengo ese miedo ahí metido y, aunque no suele aflorar, ha bastado este pequeño detalle para pasar unos minutos de relativa tensión (cuando el tren finalmente ha salido, la mochila ya tenía dueño).
Ahora salto hacia atrás: domingo, 8 de la tarde.
Por primera vez, mis amiguitas (Jesús y Antonio incluidas) han venido a hacerme una visita. Creo que les ha gustado mi pisito. Se me ha hecho raro pero me ha molado. Me he sentido mayor, cosa que últimamente me está pasando a menudo, pero para bien: empieza una nueva etapa que tiene toda la pinta de que va a ser interesante y enriquecedora.
Y ahora, otro flashback: sábado, 6 y media de la tarde.
Tras mucho tiempo sin dar señales de vida, el viernes decidí llamar a B, con el resultado habitual: sin respuesta. Tras dudar si mandarla directamente a freir espárragos, decidí volver a intentarlo el sábado a mediodía y, sorprendentemente, esta vez sí me lo cogió. Y más sorprendente aún, me propuso quedar esa misma tarde.
Así que quedamos para merendar (ella café, yo cerveza), después de más de medio año sin vernos.
Y aquí otra vez me volví a sentir mayor, y también para bien, porque fue la primera vez que ya no sentí una punzada en el vientre al verla, ni me dolieron sus hermosos ojos verdes, ni me hipnotizó su elegante forma de caminar.
Por fin dejó de ser una diosa para volver a ser sólo (y nada menos que) una mujer a la que amé y aún quiero mucho.
Por fin pudimos tener una conversación como dos viejos amigos, sin tensiones.
Por fin me pude reír a gusto, me sentí yo mismo y no una imagen creada para agradarle.
Por fin, al despedirnos, la sensación fue agradable, plácida, no sentí ese vacío en el alma que hacía presagiar una resaca que poco tenía que ver con el alcohol.
Por fin.
Por completitud, debería ahora saltar al viernes por la tarde, cuando fui a ver Good night, and good luck a la primera sesión del día del estreno, como buen flipado. Pero a quién coño le importa eso hoy.
2 comentarios:
y yo me alegro de que al fin la diosa sea humana, porque si la única ya lo es hay vacante y consecuente convocatoria abierta a cubrir plaza previa publicación de bases en el BOE: por lo que cualquier otra mujer (de esas tan carnales, y tan fieramente humanas) podrá encontrar su justo hueco en el pedestal que sólo se puede erigir cuando uno decide amar.
¿Comienza la recepción de candidaturas quizá?
En efecto, se abre el plazo de presentación de candidaturas.
Para ver las bases del proceso selectivo, las candidatas pueden consultar el siguiente enlace.
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