Hoy me he levantado tontorrón, como me pasa cada cierto tiempo. Si hay algún motivo externo para ello, yo aún no lo he encontrado. Pero, como tantas otras veces, sí sé cuál es el remedio y el camino para salir de este estado.
Aunque no sea precisamente la alegría de la huerta, y otras veces me haya cansado enseguida su tono relativamente monocorde (medio en broma, ella misma describe su último disco como: «diez tipos de tristeza»), hoy, mientras Lúa me sacaba de paseo en esta fría mañana mesetaria, su voz y su música me han dado el calorcito que me hacía falta:
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