De la 31ª conferencia internacional de autoridades de protección de datos y privacidad, entre otras cuantas cosas de las quizá me anime a escribir aquí, me quedo con un detalle que imagino absolutamente irrelevante para casi todos, pero hermoso para mí: la directora del equivalente canadiense a la Agencia Española de Protección de Datos, quebequesa evidentemente anglófona, combinó en cada una de sus intervenciones el inglés y el francés a partes iguales, saltando de una lengua a otra sin solución de continuidad.
A la envidia que siento cada vez que escucho a alguien bilingüe se unía la que me da presenciar cosas como ésta, que me parecen tan difíciles en España. Y eso que, aunque desconozco la situación, estoy seguro de que en Canadá también se ha hecho (ab)uso político de las lenguas, como sucede en todos sitios...
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