24 de diciembre de 2009

Antes de que se me olvide, otra cosita que saqué en claro del libro de Benjamín Prado (al final va a resultar que hasta estaba bien y todo...):

Desde hace tiempo busco la manera de expresar la diferencia que hay entre lo que hace, por ejemplo, Sabina, y lo que venden Bisbal y compañía, aunque a todo se le llame música, porque lo es.

Y lo mismo podría valer para los libros (aunque no estoy tan seguro que valga para la literatura, con mayúscula o con minúscula).

Prado dice en algún momento que la diferencia entre estas dos formas de música está en que el artista (no me gusta demasiado la palabra, sobre todo cuando alguien se la aplica a sí mismo) cuando compone, cuando escribe, no tiene en cuenta al público, o al menos, idealmente, no debería tenerlo en cuenta. Por el contrario, el otro tipo de músico (ejemplo paradigmático: el triunfito), compone, elige las canciones, construye sus discos, pensando sobre todo en cómo serán recibidos (=comprados).

Sé que es una distinción muy burda, que la realidad tiene infinitos matices más. Pero a mí me ayuda un poco a poner en palabras lo mismo que el propio Sabina dijo hace unos años cuando le preguntaron algo del estilo de: "¿No le da envidia el éxito de Bisbal, Bustamante y compañía?". A lo que él respondió: "No. No estamos en el mismo negocio", o algo así.

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