Probablemente ya lo he dicho aquí hace tiempo, pero ahora lo acabo de relacionar con lo que he escrito hace un rato: para mí la vida es esencialmente una conversación que nunca termina (hasta que termina, claro), en la que los interlocutores van y vienen (algunos permanecen, otros desaparecen), en la que las respuestas van cambiando aunque las preguntas, las importantes, son siempre prácticamente las mismas.
Y para hablar (o para oír hablar...), nada mejor que estar rodeado de mujeres.
5 comentarios:
Haces cómo los gatos, te relames. Relames hasta acabar con el último buen recuerdo que te corre por dentro
Mejor acabar con los malos recuerdos, ¿no?
Yo tengo tendencia a arramblar y borrarlo todo, lo bueno y lo malo.
Aunque la verdad es que ni siquiera sé de qué estamos hablando... Eso también me pasa con frecuencia.
;)
Con los malos recuerdos,sí. Sólo me gusta como te demoras en alargar los buenos hasta recordándolos.
Besotes
es obvio que ayer tuve un momento de mal mood
Las conversaciones y las cartas son, a día de hoy, los mayores presentes que puedo recibir o cincelar. Con ese inequívoco aroma de tiempos perdidos escondido entre palabras y papel.
Acabo de entender tu frase ayer...
Es cierto, me gusta relamerme los buenos recuerdos.
Pero no para acabar con ellos ni para limpiarme, sino sólo para seguir saboreándolos.
:)
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