Durante los años de la tristeza, del duelo, muchas veces sentí que la carga emocional que llevaba a cuestas podía convertirme para los demás en alguien pesado, alguien con quien uno prefería relacionarse en dosis moderadas para no sentirse abrumado.
Supongo que era una forma de expresar una inseguridad más profunda, porque ahora que hace ya mucho que dejé atrás esa pena y que conseguí soltar (gran parte de) ese fardo, en estos días de alegría, con numerosos momentos de exaltación incluso, vuelve una duda parecida: ¿Y si los demás se cansan de mí? ¿Y si les abruman mi entusiasmo, mis flipes absurdos, mis risas continuas, mis mensajes plagados de emoticonos y exclamaciones?
Supongo que podría esforzarme por aplacar esos accesos, reprimir mis ganas de comunicar cualquier bobada que me guste, contenerme con los emoticonos (esto lo intento, aunque no se note...) y dosificar mi humor coñón ;). Pero no sé si es lo que quiero, así que la otra opción es aceptar que esta duda forma parte del pack, viene de serie conmigo, in joy as well as in sorrow, till death do us part.
No hay comentarios:
Publicar un comentario