Teniendo en cuenta la hora desde la que llevo despierto (¡y sin siesta!), debería estar cayéndome de sueño, y lo estoy. Pero me ha dado el apretón y antes de dormirme necesito escribir, así que me dispongo a ello desde la cama, con el portátil en las rodillas, envuelto en mi música para que los pensamientos fluyan.
Acabo de tener una hermosa conversación con R sobre nuestras vidas en Madrid y Barcelona, los amigos de allí y los de acá, lo que nos falta y lo que nos sobra.
Le cuento lo contento y convencido que estoy de la decisión que tomé hace unos meses, tras tantos años mareando la perdiz. Le explico lo a gusto que me encuentro aquí y cómo siento que estoy empezando a florecer. Suena cursi, qué le vamos a hacer, pero es lo que hay: estoy despertando, abriéndome, recuperando las ganas. De ser mejor, de ser más. De crecer, de compartir, de reír. De amar.
Antes, con algunos de los amigos de aquí, una velada sencilla y calentita, de las que está habiendo tantas: comida, risas, guiños, vaciles (...) y una sensación tan bonita de que cosas buenas pueden pasar que me cuesta reprimir la emoción :)
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